Capítulo XV

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Una casona enorme, en las afueras de la ciudad, con un gran portón de hierro que se abría poco a poco dando paso a un camino bien iluminado que guiaba hacia la entrada principal.

Lucía un poco antigua, pero con un toque contemporáneo. Paredes entre blancas y marfil; una decoración bastante simple, todo se asemejaba a una acogedora casa de campo. Al bajar del taxi noté que Jonh esperaba ansioso mirando su reloj, al pie de la escalera.

— ¡Wao! Quién quiera que fuese que te ayudo con el vestuario se merece un aplauso. Es todo un profesional.— dijo acercándose— ¿Sabes qué llegas tarde, no?— terminó por pellizcar uno de mis cachetes.

— ¿Pero qué haces?— aparté su mano con delicadeza para no correr mi maquillaje.

— Compruebo si eres tú. Me parece increíble que estés vestida así. Ni siquiera cuando tu madre escogía tu ropa de pequeña lucías tan impecable. Recuerdo que una vez, en plena cena usaste los volantes de tu vestido blanco para soplar tu nariz, porque según tú parecían pañuelos de papel... ahhhhw— soltó un suspiro— Eras tan pequeña y adorable. Es una pena que ahora solo seas un ser descarado y perezoso.

Rodé los ojos. Aquí vamos de nuevo, sale el hermano mayor que lleva en su interior a rememorar una vergonzosa anécdota de mi infancia. Me adelanté con cuidado por las escaleras para quedar frente a la puerta.

— No te preocupes, me quedaré tranquila en la mesa de los niños y trataré de dirigirte la palabra lo menos posible. ¿Contento?— Repliqué con tono burlesco.

Me tomó de los hombros rectificando mi postura, haciéndome mirarlo directo a los ojos.

— El problema es que en este lugar no hay niños, solo adultos...— pensó unos segundos— ...con gustos un tanto peculiares.

— Ok.— dudé.

— ¿Lista?— me observaba atento esperando una respuesta.

— Eso creo.

Entrelacé mi brazo con el suyo y las puertas fueron abiertas para darnos la bienvenida. La casa parecía aún más grande por dentro, dos escaleras de mármol blanco llevaban a la planta alta; la decoración interior era casi igual que por fuera, todo muy sencillo con tonos claros desde las cortinas hasta las alfombras, dándole un toque refinado al lugar.

Mientras caminábamos por el pasillo podía vislumbrar las diferentes pinturas un tanto particulares que colgaban de las paredes. No reconocía ninguna en especial, pero todas eran de temática provocativa y en extremo erótica; la mayoría desnudos. Al final del corredor un espejo inmeso que casi tapaba por completo la pared, con pequeños grabados dorados que adornaban la estructura.

— Solo te voy a pedir una cosa.— una pausa un tanto dramática que me puso los pelos de punta— Quédate a mi lado y no emitas ni una palabra. Si puedes; veas lo que veas, trata de no parecer demasiado impresionada.

Ahora si estoy un poquito asustada.

El patio era un lugar bastante amplio, decorado con tenues luces y un montón de velas aromáticas repartidas por todo el lugar, se podía oler como una mezcla de jazmín y jengibre; extrañamente adictiva y rara la combinación.

No sabría como explicarme exactamente; pero si tuviese que calificarlo yo diría que era una especie de club moderno sadomasoquista, al que asistían personas que gustaban de este tipo de parafilias tan peculiares, dichas personas parecían pertenecer a la alta sociedad californiana, varias que podía reconocer.

Algunos clientes de la firma de Jhon, otras que conocí en fiestas de mis padres y hasta reconocí entre todos a la pequeña rata asquerosa del señor Mollins. Ya sabía yo que ese viejo tenía sus manías.

Seven nights with you | jjk + ksj Donde viven las historias. Descúbrelo ahora