Capítulo XIV

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Hoy, era uno de esos pocos días en que la oficina estaba repleta de gente. Desde que había comenzado la mañana, John se encontraba reunido con sus mayores accionistas en su despacho. En el aire se podía sentir la intriga y el misterio que envolvía la situación.

En la última semana la firma no había parado de trabajar, ni siquiera el domingo. Últimamente mi jefe recibía una cantidad considerable de "importantes" llamadas al día. No parecía normal o al menos no lo habitual. Una vez me tomé el atrevimiento de escuchar una de las tantas llamadas, pero no pude averiguar mucho; solo hablaban de contratos de los que yo no estaba enterada. Se me hacía demasiado extraño, porque todos los contratos antes de llegar a manos de John pasaban por mí; para archivarlos y ultimar detalles en cuanto a cláusulas y redacción.

Al fin, después de casi cuatro horas la puerta del despacho fue abierta. Esperé a que salieran todos y los despedí como es debido. Por primera vez en mucho tiempo llevaba una falda negra ceñida y una camisa blanca impoluta y bien planchada. Más por el cargo de conciencia de que mi jefe siempre me regañaba; pues al ser su protegida lo más razonable es que tratara de acoplarme al ambiente laboral sin llamar la atención, cosa que claramente no podía lograr si llevaba jeans y snickers.

Mi padre y abuelo han sido los mentores de John desde que tengo uso de razón. No solo cuando era un simple universitario sino también cuando decidió comenzar su propia firma, por más increíble que parezca nunca aceptó ayuda financiera de mi familia; él solo fue capaz de encontrar los inversionistas para levantar su pequeño imperio, que al parecer hoy se desmoronaba.

Nunca le había visto tan estresado. Siempre vestía tan formal y elegante, bien peinado, se le notaba tan sereno en las reuniones y siempre con una sonrisa espléndida. Pero ahora se veía diferente, sobre todo abatido.

Entré en su despacho con una pequeña bandeja llevando una taza de café y un beiguel. Tras cerrar la puerta, aparté todos los papeles que se encontraban amontonados en su escritorio y coloqué la bandeja delante de él. Me observaba agotado y un poco confundido.

— ¿Qué haces?— preguntó, acto seguido arrastré una de las sillas hasta pegarla al escritorio y quedar justo en frente a él.

— ¿Qué te parece que hago?— apoyé mis brazos en el escritorio despreocupadamente.

Antes de poder decir nada, se aflojó el nudo de la corbata, peinó su cabello con una mano y se dejó caer con fuerza en el respaldo de su sillón.

— ¿Cuándo tenías planeado decirme? No sé con un; "Sara ve buscándote un trabajo nuevo"— traté de imitar su voz.

— No crees que soy yo el más afectado. Tú solo perderías tu trabajo; en cambio, yo lo perdería todo.

Su expresión se hacía cada vez más triste.

— ¡Ay porfavor! No seas dramático. Podemos resolverlo. Ya verás que todo se solucionará.

Llevo ambas manos a su cabeza alborotando su cabellera. Parecía desesperado. A pesar de la diferencia de edad y aficiones, era considerado como un hermano mayor; no solo por mi familia sino también por mí.

Estaría dispuesta a ayudarlo de cualquier manera, incluso a costa de lo que fuese; y con esto me refiero a tener que encarar a mi padre y hasta tener que suplicarle para que lo ayudase con una suma suficiente, para evitar que la firma cayera en manos de alguien más o en el peor de los casos, fuera a la ruina.

— ¿Cómo me podrías ayudar tú? — estiró una mano despeinado un poco mi cabello; segundos antes bien prolijo como muy pocas veces.

— Bueno, yo podría hablar con mi...—traté de responder con una sonrisa lastimera.

Seven nights with you | jjk + ksj Donde viven las historias. Descúbrelo ahora