Sabemos que en la vieja Alemania existia un odio contra los judios, también sabemos que los Nazis, soldados de Hitler, estaban encargados de mantenerlos alejados de los alemanes "puros", algo que generó que judios huyeran a otros continentes, queriendo así hacerse otra vida algo más feliz.
Michael Mckagan, general y encargado de las tropas Nazis, mandó a sacar judios de su aislamiento y mandarlos a un campo de concentración.
— maldita sea, ¿Dondé están?— mascullaba el rubio para si mismo. Desesperante buscaba unos archivos muy importantes hasta que tocarón la puerta—¡Pase!— gritó molesto.
— señor, tenemos a un judio que insiste en hablar con usted— informó firme.
Este despegó su vista de los papeles—¿Y quien cree es, ah?
— ya golpeó a tres oficiales, señor.
— ¿Y no lo pueden solucionar ustedes mismos?.
El joven se quedó callado— haremos lo que...
Un disparo se escuchó, habian matado a un judio.
— ya está hecho, alguien pensó más rápido que usted, ahora retirese.— el otro asintió.
Siguió buscando el archivo. Le era muy importante encontrar ese archivo, rebuscaba entre los documentos de los judios de quienes irian al Campo de Concentración, le interesaba salvar a una persona.
"— entonces...¿Ya no nos veremos?— preguntó seriamente.
— ya te dije que sí, tú no iras a ese Campo, no te mandaré allí.
—¿Entonces?, Sabes que nosotros no podemos salir a ninguna parte, tenemos que migrar para poder salir de aquí.
— lo sé, lo sé, pero...tengo un plan.
— te escucho.
— mañana buscaré tus documentos y me desharé de ellos, no dejaré ningún rastro, así no te mandarán allá.
—¿Y luego que?, ¿Me ando por la vida sin documentos?— preguntó tranquilamente.
El rubio lo analizó, viendolo así no era una muy buena idea, pero se le vino otra a la mente.
— desapareceré tus documentos y los mios, también me desharé de mi uniforme y destrosaré mi hogar para que no hayan sospechas, haré algo para que Adler distraiga a los judios y a los oficiales, te buscaré discretamente y te tomaré de la mano, ¿Está bien?, Pero tú en todo momento tienes que ver hacia Adler, el te estará viendo fijamente y te fruncirá el ceño...
— ¿El ceño para que?— preguntó curioso.
— así sabras que soy yo quien te toma de la mano, además de que te haré un apretón suave.
—¿Y luego que?
— ¿Acaso todo lo tienes que interrogar?— beso su nariz.
— no, solo quiero que todo salga según tu plan— sonrió.
— bueno pues, ambos nos iremos, nos iremos muy lejos de aquí.
— ¿A dónde?.
— amm, ¿Inglaterra?.
— ¿De verdad?, Eso está muy cerca de aquí— rió— pensé que eras más inteligente.