capitulo 4: Solos

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La Soledad no se mide en cuanta gente tienes a tu lado, se mide en lo que esa gente represente o no, en lo que sientas cuando esa gente habla contigo. No solo es un sentimiento, es no tener a nadie quien pueda levantarte cuando ni tu puedas hacerlo. Sentirse solo te puede llevar a muchas cosas, no todas son malas claro, pero la gran mayoría de esas cosas hacen que terminemos en situaciones no muy lindas a la vista.

Hoy es viernes y se supone que estos días vienen las familias de los internos para así poder visitarlos.

Como de costumbre estos días decido quedarme encerrada ya que mis progenitores (los cuales no me gusta llamarlos de otra forma) jamás se dignan en aparecer. Ya es algo común, ellos mismos me encerraron aquí, aunque vinieran no creo que pueda recibirlos de la mejor manera.

Aun les guardo cierto rencor.

Escucho que tocan mi puerta y decido no abrir, no se quien sea pero la verdad no me importa.

Los viernes tendrían que ser días felices pero en realidad para mi son una tortura. 

Escucho que la puerta vuelve a sonar y me levantó con pesar lista para mandar al demonio a cualquiera que este alli parado. Abro la puerta y veo a Keny con mala cara.

—Tengo que hablar contigo, no me importa tu humor— Dice tan rápido que no llego a procesar bien la información pero no espere mucho para hacerme a un lado y dejarla pasar.

—¿Que sucede?—La miro con cara de pocos amigos la cual enseguida cambia cuando sus ojos se llenan de lágrimas y me abraza de repente.—Ay no...

Maldije por lo bajo y tratando de corresponder el abrazo, le di dos palmaditas en la espalda. Estaba bien eso, ¿no?

No era la mejor consolando.

—Él me dejó... me dejó sola—Llora en mi hombro.

Así que era por ese idiota...

Nuestra querida niña aquí tiene... bueno, tenía un novio, a mi me parecía un idiota pero venía cada semana a verla. Un día hasta intentó coquetear conmigo y otras dos chicas de aqui, como dije... un idiota.

—Ya... tranquila, no sabe lo que se pierde—trato de calmarla.

Noto como sus rodillas tiemblan por lo que me apresure a llevarla hacía la cama para que se siente.

—¿Ah sí? ¿Que se perdió? ¿Una maldita lunática con ataques de pánico?—me mira con sus ojos llorosos.—

Je je, no me hagas decirlo.

La miro detenidamente unos segundos hasta que noto como su respiración comenzó a salirse de control. Su pecho sube y baja con rapidez. Me concentre en buscar su medicación que siempre llevaba encima era la única opción que tenía. En el instante que la encuentro se la doy y al cabo de unos minutos comienza a calmarse.

Ya había vivido con ella estos sucesos y si bien aún me alarmaban, sabía como controlarlos mejor.

Me quedo en silencio porque la verdad una persona con esquizofrenia no es la mejor consejera del mundo y lo ultimo que quiero es que haya otro ataque.

Al cabo de unos minutos su mirada se torna llena de curiosidad y se que eso es una mala señal para mi.

Que rápido se olvida de su dolor.

—¿Por qué tus padres nunca vienen?

Y ahí vamos con esa pregunta, ¿por qué tienen que preguntar eso?.

Bufo antes de contestar— es una historia algo tediosa, solo no me quieren y fin.

Ella se sienta en mi cama y me mira—Cuéntame Ady, quiero saber porque no estás en tu casa si no tienes nada.—me insiste—.

Realmente no era algo que me simpatizara contar esa parte de mi vida pero ya estaba acá y siento que la curiosidad sobre esto podría alejar los pensamientos malos de Kendra.

Aunque como muchos sabrán... la curiosidad mató al gato.

De todas formas no creo que sea el caso.

Realmente no era cómodo hablar de esto. Me acomode mejor en mi lugar y con un suspiro desganado comencé a relatar.

—Ellos no son malos... o bueno no lo eran. Yo era pequeña cuando descubrieron que tenía esquizofrenia y para ellos nada fue igual. Antes de eso siempre jugábamos a los súper héroes y eran tan alegres, sonreían todo el tiempo al igual que yo—sonrío recordando esos momentos.—

Me pregunto mentalmente si seguir o no, pero ya no hay vuelta atrás. Esto solo iba a lograr que Kendra vea todo aquello que intento ocultar en el gran muro de frialdad que construí durante tanto tiempo.

Supongo que a veces es necesario dejar pasar a alguien...

—Recuerdo que un día yo estaba pensando que iba a volar como Peter pan y campanita, me subí a una escalera para luego tirarme—suelto una risita y luego una pizca de melancolía recorre mis ojos—mi padre me atrapó antes de caer para luego decirme que yo era su hada favorita. Los extraño tanto...—respiro profundo antes de seguir— a los ocho años comencé a comportarme de forma algo rara por lo que mis padres decidieron llevarme a hacer estudios. Cuando se enteraron simplemente no podían mirarme a los ojos, a su propia hija de 8 años. No fueron capaz de mirarme a los ojos—la miro tratando de que entienda lo que sentía—.

No sigas.

Niego sin prestarle atención a esa voz—Dejaron de hablarme y cuando pude comprender que me sucedía a la perfección me dejaron aquí para simplemente no verme más, a pesar de que no muestre síntomas ni nada por el estilo, me dejaron aqui, completamente sola—suspiro y siento sus brazos rodeándome—.

Los abrazos no eran mi fuerte, todo tipo de contacto normalmente era rechazado por mi, pero realmente necesitaba uno.

—Mientras yo viva, jamás estarás sola ady, jamás — Me susurra y ya no puedo evitarlo. Rodeo mis brazos en ella.

Después de todo... tener una amiga no es tan malo.

Unos minutos después anuncian que tenemos que volver todos a nuestras habitaciones y en ese momento Keny se despide de mí para luego irse. Vuelvo a acostarme mirando el techo.

Quisiera escuchar a Killian cantando aquella canción de siempre al otro lado de la puerta.

Lo extraño tanto... me pregunto ¿donde estará? Y si alguna vez podré volver a verlo.

Pero no estaba, tampoco lo estaba Kendra y en un suspiro me abrace a mi misma.

En la vida no importa quiénes estén a tu lado. Al final la única persona que puede levantarse y seguir eres tú mismo, ¿sabes porqué? Porque el mundo sigue con o sin ti, tu eres resposable de seguir adelante porque sino, te pasan por arriba. El que te quiera acompañar que se una, pero tu no pares, no debes hacerlo, porque en la batalla de la vida y la muerte solo puede ganar o perder una persona, tú.

psicosis del amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora