capitulo 7: Grises

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Luego de haber dialogado de tan... interesantes temas con el nuevo, llego a mi cuarto con la idea clara de hablar con el Sr. Surrens. Esta voz que merodea por mi cabeza ya está tomando control de las decisiones y no lo permitiré.

Aunque claro, no es como si pudiera impedir que se apodere de mi.

Trate de perder tiempo porque a esta hora seguro debía estar almorzando o quien sabe. Pero era su tiempo libre.

Más al rato y después de recorrer el primer piso del psiquiatrixo 2 veces, ya era la hora y emprendí mi camino hacia su despacho.

Miro mis manos las cuales ya sudaban por los nervios. Estaba frente a la puerta y aún no me animaba a tocar.

Si notaba algún cambio muy drástico podrían mandarme a otro piso y... nunca es bueno que te suban de piso.

Aunque bueno, tampoco podía darle tantas vueltas al asunto y solo me tocaba esperar a que solo me recete medicamentos. Los cuales, me brinda el psiquiatrico gratis.

Bueno no es del todo gratis, después de todo, mis padres pagan mensualmente por los medicamentos.

Toque la puerta.

—Pase—Su voz tan calmada resonó detrás de la puerta—.

Paso sin decir nada y me siento en habitual sofá frente a él.

Jamás había venido por cuenta propia. No sin tener cita prevista. Así que esto era algo nuevo, mucho más si iba a admitir escuchar una voz a quien tiene el poder de destruirme.

El levanta la cabeza, al verme no oculta su sorpresa y una sonrisa se extiende por su rostro.

—Srta. Spiles esto realmente es una sorpresa, cuénteme... ¿a qué vino?—me mira prestando atención a las palabras que vaya a decir.

Bien... aquí vamos.

—Escucho voces—suelto de repente—bueno en realidad solo una, al principio creí que era solo una idea mía pero luego siguió pasando...

—Entiendo... bueno, creo que es hora de que comience a tomar las pastillas que le corresponden ¿no? Así dejará de escucharla—me mira como si me comprendiera y a pesar de aborrecer esa mirada, agradezco que ni haya pensado que era un caso grave.

Asiento antes de hablar—si, puedo prometer que las tomaré.

No es cierto.

El me entrega las pastillas en un frasco—te recomiendo, tomes una ahora— me sonríe cordialmente.

Abro el frasco viendo el contenido. Eran pequeñas pastillas blancas que podría pasarlas hasta sin líquido.
Había varias a pesar de ser un pequeño contenedor.

—Debes tomar dos al día. Mediodía y noche antes de dormir. —Empieza a explicar—Te recomiendo tomarlas cuando estés tranquila, como efecto secundario normalmente provocan cansancio, fatiga y hasta dolor de cabeza. Si alguna vez escuchas esa voz no es más que tomar la pildora y esperar a que haga efecto. No puedes tomar más de 3 al día, ¿Entiendes? Más de eso, seria sobredosis.

Muchas cosas juntas pero todo me lo resumía a que era por mi bien.

Tome uno de los pequeños medicamentos y sin titubear me lo tomé. Pude sentir cuando paso por mi garganta y luego de eso no tuve más que decir.

—Gracias doctor, ya debo irme.

—Fue un verdadero gusto Srta. Spiles—éste me acompaña a la puerta y me despide—

¿Qué más debía decir? Nada. Supongo que fue una despedida normal.

Creo que fue la primera vez que salí de allí sin dar un portazo.

psicosis del amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora