07 Capítulo

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Todo había pasado absolutamente rápido, Luzu trataba de asimilar lo que sus ojos veían; uno de sus compañeros y mejores amigos, se había presentado ante el como parte de la hermandad oscura. El oso simplemente atino a mostrarle una cálida sonrisa, para así sus compañeros quitarse sus capuchas; mostrando hacia el castaño al de mascara de búho, y al albino. Este no tardo en caer de espaldas tratando de asimilar lo que pasaba, sin más se miraba entre ellos con tranquilidad; no tardaron mucho en tomar a Luzu e incorporarlo, haciendo que este saliera de sus pensamientos.

- Son la hermandad... -soltó con preocupación-

- Así es, lo hemos sido desde que llegamos... no por nada tenemos nuestras colas y túnicas –comento el de mascara de búho sin preocupación-

- Fargan –musito el albino para jalarle las mejillas- Tan problemático como siempre

- Son de la hermandad –mencionaba una vez más antes de tomarse de la cabeza- las explosiones, los heridos, todo lo que ha pasado... ¿ha sido por ustedes?

- En realidad no –atino a negar el de mascara de oso- Las explosiones y una que otra bomba ha sido nuestra idea, robar mascotas, pedir recompensas –se acercó a verle y darle confianza- De todo lo demás no ha sido de nosotros, esa es otra parte de la hermandad

- ¿Otra parte? –menciono preocupado, viendo a los tres que yacían a su lado- ¿Qué quieren de mí?

- La hermandad nos mandó a buscarte, y darte un mensaje –el de mascara de oso saco una pequeña carta- No la leas aun, llega a tu casa para poder hacerlo; lo único que te puedo decir es que nosotros somos sus mensajeros, y a la vez los que arreglan sus estupideces. No somos tan malos, pero confía en nosotros... lo que necesites, estaremos para ti.

Al decir esto último, el oso se atrevió a retirarse con los otros dos colocándose las capuchas; retirándose entre las sombras, se podía apreciar como un ojo resaltaba entre las túnicas de los tres. Luzu en aquel momento trataba de procesar lo que había pasado, tomado el papel en mano lo guardo en su sudadera para retirarse de aquel lugar con rapidez; trataba de olvidar lo que había visto... lo que había pasado, Fargan, Willy y Rubius pertenecían a la hermandad.

Pasando por un lado de la casa de Auron pudo notar algo fuera de lo normal, acercándose lentamente pudo presenciar al susodicho de la casa en la puerta de esta; a uno de sus lados se encontraban las flores que con tanta dedicación se habían incrustado en su cabeza, rojas... como el fuego, la sangre, y la venganza. Viéndolo de aquella manera, no pudo notar en que momento unas gotas de lluvia comenzaron a azotar todo el pueblo entero; así haciendo que el dueño de la casa entrara con rapidez, y olvidara aquellas flores. Este con pesadez se acercó a estas, tomando una con dolor y agonía en su ser; la veía con detenimiento, sintiendo algo comenzar a arder en su interior.

- ¿Y porque no te vengas? –una suave voz se escuchó en la cabeza del joven- Piénsalo, él te lastimo... lo correcto sería que te vengaras, no cualquiera te tortura y menos si es tu destinado. Solo falta decir la palabra, mi querido Luzu...

Aquellas palabras resonaron en su cabeza, trayéndolo de nuevo a la normalidad y salir corriendo a su casa; ¿Qué era aquella voz? ¿Acaso había comenzado a volverse loco? Con algo de rapidez al llegar a su casa, se metió a una ducha caliente para quitarse aquellas gotas frías de lluvia; trataba de recordar todo lo que había pasado en la última media hora, la hermandad, su dolor por su destinado... aquella voz que lo llamaba, lo incitaba a acercarse a algo secreto.

Saliendo de su cuarto con una toalla en su cuello, pudo divisar la carta que le habían dado los otros; sin más se atrevió a acercarse y tomarla entre sus manos, estaba bien protegida por un plástico lo cual unas cuantas gotas resbalaron por el sobre. Abriéndola, la saco con extremo cuidado de no dañarla o dañarse por algún corte; un ojo de color amarillo era lo que llamaba la atención de la carta, con dudas se atrevió a abrirla y comenzar a leer con asombro.

"Querido Luzu,

Sabemos de tu candidatura, y de igual forma sabemos muchas cosas de ti que ni siquiera estas consciente. El motivo es principalmente una invitación cordial, no es necesario que asistas en los próximos días; esperaremos con ansias a que vengas, estaremos esperándote en el momento indicado. Si necesitas ayuda, no dudes en pedirla. Mantengamos esto como un secreto, no queremos que tu candidatura se vaya a los suelos por nosotros... ¿o sí? De cualquier modo, puedes venir a nosotros atrás de un hermoso paisaje a las afueras de Karmaland; deberás pasar por los límites, y encontrar un lago con algunas calaveras a los alrededores. Síguelas, te llevaran al camino... siéntete en tu casa, que serás bienvenido.

La Hermandad Oscura"

-.-.-.-.-

Mientras tanto, en la guarida de la hermandad oscura se encontraba un oso pensativo; estaba tan embobado en sus pensamientos, que no sintió una de las miradas de sus hermanos oscuros. Siendo que Fargan se acercaba a tomar asiento a su lado, le tiro del brazo para sacarlo de su cabeza; causando que el oso se asustara, y volteara a todos lados topándose con el de la máscara de búho.

- ¿Pero que tienes? Desde que le dijimos a Luzu lo de la hermandad, haz estado bastante raro. ¿Estas revelándote contra la hermandad? –musito algo indignado y bromeando Fargan-

- No es eso, solamente tengo algo en la cabeza... fue... fue algo antes de llamarles –tragaba saliva sonrojado- Sucedió en mi casa, nada fuera de lo normal

- En tu casa has dicho que estaba Vegetta y Luzu –ladeaba la cabeza el otro mientras el albino alzaba su cabeza con atención- ¿Ha pasado algo con Luzu?

- No con él, Vegetta... que situación tan incómoda tío –se revolvió el pelo algo confundido por lo que tenía en la cabeza- Desde que salve a Vegetta, he podido notar su olor... huele cada vez más dulce el melocotón. ¿Qué me pasa, chaval?

- Que te has enamorado, tonto –se atrevió a decir el albino guardando uno de los libros de magia- Yo ese olor no lo identificaba, de hecho nunca lo pude hacer; el único olor que percibí fue el de Fargan, nada complicado la verdad... frutos secos.

- Oye que me estas ofendiendo –mencionaba el de mascara de búho ofendido y haciendo pucheros-

- Rubius, ¿Por qué salvaste a Vegetta? –se acercó con calma, cargando algunos libros-

- Casi caía por el barranco, no es eso obvio –mencionaba con naturalidad, hasta que cayó en cuenta a lo que se refería exactamente- Willy... -suspiro pesado cubriéndose la cara- He estado enamorado de él, mucho antes que de Mangel.

- Ósea que Mangel ha sido la tapadera de tu amor, vaya que lio –mencionaba Fargan meciéndose en su silla-

- Willy cuando ustedes dos llegaron tenían una historia, y yo con Mangel; nunca pensé que todo esto iba a cambiar, y que ahora ambos estemos solteros –tragaba saliva preocupado-

- ¿Qué ha pasado? –le arreglo los pelos al rubio que ya estaban alocados más de lo normal, trataba de hacerlo sentir mejor-

- Casi nos besamos, estuvimos a una nada... si yo hubiera bajado más mi mirada y él hubiera estado cerca... -se tapaba la cara con algo de preocupación-

- Deberías de salir con el –menciono sin más, dedicándole una sonrisa y pasando de largo de los dos- Debo irme a mi casa, sal con Vegetta. No es una orden, pero así podrás conocerlo un poco más y aclararte la cabeza; Fargan deberías ir a tu casa, que no has visto a tus animales –menciono antes de pegar a una de las patas de la silla y hacerlo caer-

Mientras los otros dos se disponían a discutir por lo que había pasado hacia unos segundos atrás, el rubio se encontraba en una encrucijada muy grande; hacía que su corazón palpitara más de lo normal, ¿Una cita con Vegetta?

Queen of MeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora