17. Segunda prueba

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Lynx

Rachel estuvo muy molesta el resto del día y lo entiendo yo también me hubiese enojado si me hubieran hecho eso a mí, aunque claro, los gemelos no tenían ni idea de que la bufanda era tan significativa para Rachel. Sabía que iba a ser difícil que Rachel volviese a estar tan feliz como lo estaba hace unas horas. 

—¿Quieres ir a comer algo? —ella negó y tallo sus ojos.

—Solo, iré a dormir —murmuró.

—¿Te acompaño? —pregunte, rápidamente negó.

—Quiero estar sola, en realidad —asentí y tomé su mano.

—Cualquier cosa, estaré volando en los terrenos del castillo... si veo a los gemelos te prometo golpearlos —eso pareció animarle.

—Te creo.

Regrese a los terrenos no sin antes invocar mi escoba, la cual no tardó en llegar. Divise a dos pelirrojos donde anteriormente me encontraba con mi amiga y me monte en la escoba para volar en su dirección.

Al bajar, a ambos le di un zape.

—¡Ou! —se quejaron tocando su cabeza.

—Son unos idiotas —bufé rodando los ojos.

—Es culpa de George —le señalo Fred.

—¿Ah? ¿Mi culpa? ¿Quién fue el idiota que tuvo la idea de distraer a Ackha? Aparte, yo nunca te dije que le quitaras su bufanda —se defendió George.

—¿Quién fue el idiota que no dejaba de llorar por que extrañaba a Lynx? —atacó Fred divertido, mire a George quien infló sus mejillas y se sonrojo.

—Claro que no lloraba —dijo cruzándose de brazos.

—Oh, Lynx, extraño a Lynx, quiero ver a Lynx —le imito Fred, George le dio un golpe y lleve una mano a mi boca para no reír—. Mira, hasta ella se burla de ti, ya se dio cuenta de lo patético que eres, hermanito.

—Hey, ya, basta, los dos. Merlín, parecen niños chiquitos —murmuré.

—Bueno, los dejo para que se besuqueen, que nadie los vea, eh, no quiero que tu padre venga a matar a mi hermanito, no señor, porque atacaré —aseguró Fred, él se montó en su escoba y sin más nos guiñó un ojo.

Y así fue como nos quedamos solos.

—Vamos al bosque prohibido, te aseguro que nadie nos verá ahí —miré el gran bosque e hice una mueca.

—No... no soy muy fan de los bosques, en realidad —murmuré.

George me miró alzando una ceja—. Acaso, ¿le tienes miedo? —me cruce de brazos y suspire.

—Sí —respondí alzando mis hombros, George se montó en su escoba y comenzó a volar.

—Vamos, estando conmigo te juro que no te pasara nada.

El voló en dirección al bosque y suspire.

No puedo creer que vaya a entrar al bosque con ese idiota.

Ese idiota al que quiero mucho. 


George

Vuelo en dirección al bosque, Lynx me sigue por atrás y decido apresurarme a bajar, me escondo detrás de un gran árbol y ella no tarda en aterrizar donde yo.

—George, esto no es gracioso —se cruzó de brazos y miró a todos lados.

Salí en puntas para asustarla y tomarla de las caderas, haciendo que diera un brinco.

𝐍𝐨 𝐌𝐞 𝐃𝐞𝐜𝐞𝐩𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 (g. weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora