27. Confesión

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Lynx.

Hoy por primera vez la Mansión ha quedado sola, no hay ni siquiera un carroñero u hombre lobo a las afuera de la mansión. Mientras que ellos salieron a arruinar el mundo, mi madre ha salido no regresará hasta mañana por que tiene asuntos de mortífagos que arreglar y en realidad agradezco que no me hayan dicho. Pero esto no es tan malo, George ha prometido venir solo a decirme hola.

Si, quizá es arriesgado, pero es más probable que nos vean en el callejón Diagon a que nos vean en la mansión, donde no hay ni un alma, más que la mía, claro, ya que Draco se encuentra en Hogwarts cursando su sexto año.

Decidí salir al gran jardín de la entrada y con mi varita comencé a lanzar hechizos para que las flores dejaran de marchitarse, así como para que tomaran un color más fuerte, cuando fuera de la reja se paró un pelirrojo el cual me saludo sonriente.

Con un movimiento de varitas las rejas se abrieron y corrí hacia mi encuentro con George.

—Te extrañe tanto, Lynx —dijo sonriendo, tomé sus mejillas y bese sus labios delicadamente.

—Ven, alguien podría vernos aquí —George tomó mi mano y ambos caminamos dentro de la mansión, el miraba todo con asombro—. Es un poco... callado y oscuro —murmuré con un poco de pena.

—Sí —dijo mirando los cuadros en la pared—. Enorme también —sin más, lo guié escaleras arriba y entramos a mi cuarto—. Oh, este lugar me gusta —aseguró mirándolo con una sonrisa.

Mi habitación es muy diferente a toda la casa. Es de color blanco y solo la pared que donde está la cabecera de mi cama es color esmeralda; tengo un escritorio pegado a la pared, así como repisas con adornos y muchos posters de quidditch y jugadoras famosas enmarcados.

—Es porque es mi habitación —le comenté riendo.

—Me gusta, es lindo... y oh, tienes tu propia chimenea —señaló emocionado.

Es tan lindo—. ¿Vamos a seguir hablando de mi cuarto o hablaremos de nosotros? —él soltó una risita nerviosa.

—Lo siento, si... te extrañe mucho —ambos nos sentamos en un sillón que tengo pegado a la ventana y tomé sus manos.

—También yo, pero ahora más que nunca debemos tener cuidado —murmuré.

—Sí, lo sé... esto, ¿va a empeorar verdad? —preguntó con una mueca.

—Sí Georgie, me temo que sí —confirme suspirando—. Tengo miedo a perderte —confesé acariciando su mejilla.

—Tranquila Lynx, te prometo que no te dejaré ir tan fácil —solté una risita y me acerqué para besar sus labios lentamente.

Sus besos recorrieron mi cuello hasta llegar a mis hombros, el bajo el tirante de mi blusa y cerré mis ojos disfrutando de sus besos.

—¡Cissy a que no adivinas! —ambos nos separamos de golpe y en la puerta me encontré a mi amiga Rachel quien tiene su boca abierta.

Ella dejó caer su bolso y parpadeo viéndonos—. Rachel —dije un poco preocupada.

—¿Tú y tú? —susurró sin creerlo.

—Rachel, déjame explicarte —ella sacudió su cabeza cerrando los ojos, George y yo nos miramos.

—O sea... ¿ustedes estaban a punto de tener sexo? ¿¡SON NOVIOS?! —exclamó sin creerlo.

—Me dejas, por favor, me dejas explicarte —mi amiga camino a mi cama y se dejó caer mirándonos a ambos.

—Bien, explícame, porque no entiendo nada —se cruzó de brazos un poco molesta y George hizo sonar su garganta.

𝐍𝐨 𝐌𝐞 𝐃𝐞𝐜𝐞𝐩𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 (g. weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora