Capítulo 8

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Luego de esa fantástica y ciertamente tierna plática, las cosas volvieron a tomar la rutina de siempre.

O casi la de siempre.

—Nat. —Clint, tan observador como era, seguía con la vista en unos muy risueños Tony y Steve— ¿Notas lo mismo que yo?

La pelirroja lo miro interrogante. Después de analizarlo, observó las figuras de ambos líderes en el cuadrilátero. Se encogió de hombros.

—No sé que es lo que notas.

—Vamos Romanoff, eres lista, incluso sé que ya lo sabes. —El arquero golpeó suavemente su hombro—. Esos dos parecen llevarse bien. Tanto que da miedo.

—¿Y no es mejor? —La espía rodó los ojos—. Antes no parabas de quejarte que no paraban de pelear, ahora te quejas de que no lo hacen.

Barton suspiró irritado. Ese no era el punto, pero Clint era muy cobarde como para decirlo en voz alta.

Ambos eran Alfas, Steve de un rango mayor que Stark, pero Alfas al fin y al cabo. Especies que no suelen verse juntos ya que el instinto es un impedimento; ambos territoriales, dominantes, orgullosos.

¿Eso no era un problema? O más bien, ¿eso no estaba mal?

—Deja de darle vueltas. —La espía le sonrió con picardía—. Si sigues con el pensamiento que rige a toda una sociedad, ¿qué es lo que te haría diferente de todos ellos?

—¿Mis habilidades?

—Policias, bomberos, veterinarias, trabajadores sociales... También son llamados héroes pero siguen un mismo pensamiento. —Nat tocó ligeramente su hombro—. Que yo sepa, nosotros no somos como ellos, y nada tiene que ver con nuestras habilidades.

—Nat, odio que hables en código. —Se quejó el rubio.

—Creo que hemos visto bastantes cosas como para limitarnos a lo que todas esas personas piensan. Somos, especiales o mejores, como lo quieras ver. —Y sin más, salió del gimnasio.

Bien, Barton no había entendido nada de lo que la pelirroja le había dicho.

—Ella sólo quiso decir que el que Steve y Tony tengan ese tipo de relación, no está mal. —Bruce apareció en la sala de entrenamiento, y de paso, aclaró las dudas del arquero—. Hemos vivido cosas que una persona no. Así que por qué pensar como ellos.

Todo era tan simple como eso. Le sonrió agradecido al científico.

—Brucie. —Tony inmediatamente se dirigió al beta para colgarse a su cuello— ¿Esa viuda al fin te soltó?

—¡Tony! —Banner ahora estaba avergonzado—. Nat y yo no...

—Ajá, entonces lo que vi el otro día... —Tony fue callado por un rojo Bruce.

Clint y Steve rieron de ellos.

Steve observó la alegría que parecía desprender el genio. Se permitió pensar que era por él, por ellos. Su pecho se hincho de orgullo y su lobo interno aulló de satisfacción.

—Oye Cap... —Clint parecía inseguro. Eso puso en alerta al soldado—, Tony y tú...

La sonrisa en el Capitán parecía alegre, emocionada, incluso llena de ilusión.

Eso ya decía mucho por sí sólo, pero Steve quería aclararlo todo sin que quedara ninguna duda.

Lamentablemente, no contaba con un Tony lleno de temor.

—No, sólo somos amigos. —Dijo Anthony antes de pensar. El castaño abrió los ojos sorprendidos.

¿Acababa de joderla?

Vio como Steve lo miraba con cierta incredulidad, tristeza, y la que más le dolió, decepción.

Bruce se llevó a Barton de ahí. No creía que fuera un buen momento para una plática grupal.

—¿Amigos? —El soldado no despegaba su mirada opaca del millonario.

Tony había estado en las nubes desde esa noche, desde que aclararon su relación. Y había pensado ingenuamente, que daría todo de sí para hacerlo funcionar; porque le gustaba Steve, amaba, desde su infancia, a ese Alfa.

Pero jamás contó con que el Capitán tuviera esa seguridad que... A él le faltaba.

Tómame, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora