Capítulo 16

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Si bien era cierto que gustaba de ser dominado, Tony aun así sentía la desesperante necesidad de morder.

Específicamente, el cuello del rubio.

Algo, interno tal vez, le exigia marcar a ese rubio. Saberse dueño del Capitán era lo que hacía revolotear a su cuerpo.

Pero había un impedimento.

Sus propias inseguridades.

—Tony. —Ambos Alfas, después de esa plática tremendamente cursi, se movieron a la habitación del castaño, específicamente a su cama.

Nada sexual, por el momento. Sólo querían un poco de paz.

Además de aclarar algunos puntos.

—No voy a esconder esto que tenemos. —El soldado dijo sin titubear.

El genio suspiró, ya contemplando lo que él soldado diría. Desde que Pepper le hablo con franqueza, Tony de verdad se esforzó por remover sus temores y dejarse llevar.

Pero era más fácil decirlo que hacerlo.

—¿Has pensado en los problemas que tendrás? —Preguntó con cierto recelo.

Rogers asintió mirando el techo, mientras sentía al genio removerse en su pecho.

Ambos con ropas ligeras, dispuestos sólo a dormir.

—¿Piensas que saldremos adelante sin salir heridos?

—Pienso que si estás a mi lado... —Los ojos claros del soldado lo miraron con intensidad. Sintió su cuerpo temblar—, puedo superar las críticas.

El castaño envidio la seguridad del rubio.

Quería sentir esa fortaleza, confiar ciegamente.

—¿Y si aparece tu destinado? —Cuestionó.

Esa bendita pregunta era la culpable de toda su negatividad. Tony no soportaría ver al rubio con alguien más. Era egoísta, claro, porque él definitivamente no soltaría ese "si él es feliz, yo también lo soy". Anthony quería que Steve fuera feliz a su lado.

Nada más.

—No voy a ceder. —Le aseguro Steve. Lo vio sonreír—. Te quiero a ti, Tony. No necesito más.

El genio se odio por sentir su orgullo subir, su pecho hincharse. Era justo lo que quería escuchar.

—Bien Cap, tú ganas. —Se dió por vencido.

Si Rogers lo arriesgaba todo por él, ¿por qué no hacer lo mismo?

•••

Sintió como los dientes de Steve rasguñaban con suavidad la piel de su cuello.

Sonrió ante las cosquillas que ese gesto le provocaba.

Los dos habían bajado de un excelente humor; y como era de esperar, Steve no tardó en ofrecerse para hacer el desayuno. Tony por supuesto comenzó a ayudar.

Ahora, ambos en la solitaria cocina, se mantenían en un abrazo íntimo. Tony terminando los sandwiches, con Steve abrazándolo por la espalda, jugando en su cuello, intercalando pequeño besos, lamidas juguetonas y mordidas seductoras.

Algo en Steve se alzaba victorioso al ver la mordida –ya cicatrizada– en el cuello del castaño.

—Que atrevido Capitán. —Ronroneo el genio, pegando más su trasero a la semi erección del rubio— ¿Fantasía tal vez?

El soldado sonrió travieso. Con Tony, la vergüenza se iba lejos.

No pudo evitar imaginar a Stark desnudo, recargado en la mesa, con él entrando y saliendo de su cuerpo.

Gruñó ante la imagen mental.

Tony le sonrió sucio.

—¡Mis ojos! —El grito para nada masculino de Clint los saco de su excitante burbuja.

Tony no alejó al Capitán. Éste le sonrió dándose cuenta del gesto; con cariño, beso los cabellos oscuros y rodeo su cintura con posesividad.

Sabía el esfuerzo que estaba haciendo Tony para alejar sus inseguridades, y eso lo valoraba.

—Parece que hoy tendremos una buena noticia. —Nat, quien venía detrás de Clint, les sonrió con cierta complicidad.

Anthony soltó un suspiro.

Era hora de aclarar las cosas.

Tómame, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora