Capítulo 30

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Conforme los meses pasaban, Bruce estudiaba fascinado el embarazo Alfa.

Justo como lo había pensando, Tony era mucho más sensible e instintivo que un Omega. Sus malestares habían sido intensos, el vomito era frecuente, pero también el hambre era terrible, sobre todo los antojos. Había sufrido un ligero desequilibrio alimenticio –del que ya de por sí tenia–, pero con la ayuda del capitán y su inspección, Anthony no tenía que preocuparse por una repentina anemia, que dicho sea de paso, sería peligroso en su estado.

También estaba la situación de los aromas; Stark no soportaba estar cerca de otras personas que no fueran su pareja, por obvias razones, y Bruce, ya que este no desprendía un aroma que pudiera incomodar al genio.

Eso quería decir que mientras fuera Steve o cualquier Beta, Tony podría aceptarlo. Aunque claro, cuando Banner llevaba el aroma de Nat encima, inmediatamente era echado del cuarto. De todos los olores, Tony no soportaba el de otro Alfa que no fuera el rubio. Y al no tener Omegas en el grupo, no sabían cómo reaccionaria a ellos, pero lo más seguro es que tuviera el mismo resultado.

El sentido de olfato de un Alfa embarazado era muy agudo.

—¿Sucede algo? —Steve, tan protector como era, se dio cuenta de la mueca en la cara de Bruce.

—Ah, no es nada, en realidad... —El Beta observó la mirada angustiada del millonario—, nada importante.

Tony no le creyó por supuesto.

•••

—Debiste llamarme antes. —Betty le sonrió al Beta.

—No creía que... Fueras esa clase de doctor. —Bruce se notaba nervioso.

Y no era para menos, Natasha había estado bastante seria al ver a la doctora Ross entrar a la torre. Bruce jamás pensó que Romanoff supiera sobre su pasado con Betty.

Aunque, si lo pensaba detenidamente, no sabía de que se asombraba. Estaba con la mejor espía de todo el mundo.

—No lo soy, pero siempre es bienvenido aprender cosas nuevas. —Elizabeth siguió pasando algo que se sentía sumamente frío en el vientre de Tony.

Steve besaba la frente de su pareja y se mantenía cerca para que ningún aroma que no fuera de él lograra penetrar el lugar. Anthony se mantenía tranquilo, esperando que la revisión terminara.

Bruce había llamado a la señorita Ross, esperando que está le recomendará un Beta que pudiera hacerle un ultrasonido a su amigo.

Grande fue su sorpresa cuando está se ofreció.

Como toda una profesional llegó con el equipo necesario y a la hora pactada, así que rápido, lograron que el laboratorio fuera el lugar perfecto para la revisión.

—Oh.

Anthony miró a la Beta.

—¿Paso algo con mi cachorro? —El aroma de Tony mostró su creciente ansiedad.

Steve tomó su mano y trató de calmarlo.

—No, no, señor Stark, calma, no es nada malo, al contrario. —La mujer sonrió hacia la pareja.

Bruce miró atentamente la pequeña pantalla. Abrió con sorpresa los ojos; ahora entendía porque el vientre de Tony era un poco más prominente de acuerdo al tiempo que tenía.

Los ojos de la mujer parecían brillar.

—Señor Stark y señor Rogers, me complace decirle que no tendrán un hijo. —Y antes de que Tony preguntará a qué se refería, ella finalizó—. Tendrán dos cachorros.

Tómame, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora