La fiesta a beneficio de Matilde había terminado en la santa paz, y con el broche de oro que había sido la donación de aproximadamente sesenta mil pesos por parte de la empresa Veliz Tradicional. Ese dinero, más todo lo recaudado, sirvió para que la mujer y su hijo, viajasen al día siguiente, de urgencia a la capital. No obstante, esa noche, durante la finalización del evento, ocurrieron otros sucesos que no afectarían la salud de la enferma, pero que eran igual de relevantes.
Marta y varias personas estaban encargadas de dejar todo ordenado en aquella cancha, no obstante, se afligió al darse cuenta que su hijo Ramiro había desaparecido. y su aflicción se incrementó cuando un amable joven llamado Antonio, se acercó a ella para decirle que su hijo estaba en la casa grande reunido con don Adalberto.
-¿Y quién es don Adalberto? –preguntó la mujer, rosando la histeria.
-Es mi hermano. –respondió Joaquín, que había permanecido a su lado durante todo el evento.
-¿Y qué quiere tu hermano con mi hijo? –Marta estaba aun más inquietada.
-Eso mismo quisiera saber yo. Aunque sospecho que tiene que ver con el galpón de Raúl.
El señor Adalberto Veliz hacía mucho tiempo que no conducía un vehículo. Entonces, tenía chofer: un joven moreno, de mirada misteriosa que se dedicaba a conducir aquel Ford Falcon verde, mirando siempre al frente, mientras sus pasajeros iban en el asiento trasero.
-No entiendo por qué no querés hablar conmigo aquí en el auto. –decía el hombre mayor, intentando calmar sus nervios.
-porque el chofer no me genera confianza. –respondió Ramiro, sin ningún tipo de consideración al hombre que iba adelante.
Entonces, viajaron casi en silencio hasta llegar a la casa grande. Tal vez hablaron del clima, de la primera helada que se hacía esperar, en fin, no mucho más. Y es que Ramiro, para subir en aquel auto, tuvo que ser asistido por aquel chofer, y en su tacto sintió un rechazo que ya había sentido antes, con aquellas personas que no validaban su presencia, como ser su hermano, o su misma madre.
Una vez hubieron llegado a la casa grande, los señores bajaron del auto, y el chofer se apresuró a intentar sostener a Ramiro del brazo, y lo hizo con tal brusquedad, que el chico terminó por zafarse de él, prohibiéndole que lo volviera a tocar si quiera.
Adalberto, testigo de aquella incómoda escena, ordenó al chofer estar atento pues luego saldrían otra vez.
-Ya le digo yo señor... despida a ese chofer. No es de confiar. –comentó Ramiro, sabiendo que la víctima de su cizaña, lo estaría escuchando.
Martín y su mujer estaban cenando, cuando por la puerta del comedor se pudo ver a don Adalberto en compañía de Ramiro. Ella se alegró de ver al chico, e intentó levantarse para recibirlo, no obstante, su marido se lo impidió.
Adalberto mandó llamar a Filomena, que estaba dejando todo listo para el día siguiente, y le ordenó quedarse de pie, vigilando que nadie interrumpiese o se aproximase a escuchar, mientras él y su invitado tenían una charla privada en el escritorio.
Naturalmente, Martín quiso tomar parte de aquella reunión, sin embargo, la administradora permaneció infranqueable, no permitiéndole el paso y tampoco escuchar. Y es que desde que Martín era el jefe, su padre se mantenía al margen, con el mismo valor que un cero a la izquierda. Pero cuando daba una orden, más valía cumplirla.
Al fin, y luego de tantos rodeos, Ramiro y don Adalberto estaban solos.
-Comience a hablar. –dijo Ramiro, tomando asiento en la silla que su anfitrión le había indicado.
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En las llamas del deseo
Teen FictionEsta es la historia de Ramiro Vega: un joven veinteañero, que tras vivir una experiencia traumática y misteriosa, regresa a la vida, luego de casi morir asesinado en una hoguera. Junto a Marta, su madre adoptiva, Ramiro decide iniciar una nueva vid...