El mundo giraba a su alrededor. Y Jésica se sentía sola. Sentada en el banco de una plaza, bajo el sol de invierno, sostenía un recorte de periódico que había cambiado su vida por completo.
Tímida y silenciosa, porque no le interesaba ser popular, Jésica intentaba siempre pasar desapercibida. Era inteligente y se sacaba buenas notas. Pero aun así, prefería no sobresalir.
Ya bastantes motivos tenía la joven para hacerse notar: un pelo enrulado cobrizo que a la luz del sol parecía un fuego encendido; una estatura de casi metro noventa; Y unos senos tan pequeños, que si se la miraba de lejos, no parecía mujer, sino más bien un varón con pelo largo.
Pero qué pasaría en realidad con la feminidad de Jésica... ¿Sería acaso que intentaba ocultarla de bajo de unos descoloridos jeans que casi siempre usaba con chamarras oscuras? ¿O será que utilizaba su llamativo pelo cobre suelto al viento para que el mundo viera que ella también era mujer? "Ser o no ser". esa frase shakesperiana le había llamado siempre la atención. Y a pesar de nunca haber leído al escritor, con estas cuatro palabras, planteaba el conflicto de su existencia.
Pero Jésica no siempre había sido una duda existencial. Cuando fue niña, gozaba de ponerse bonitos vestidos rosados, blancos, verdes, turquesa, amarillo... siempre con volados y apliques de florecitas. Con zapatitos colegiales y medias blancas. Generalmente sus rulos quedaban libres al viento, adornados simplemente con alguna trabita que podía ser una flor o una mariposita del lado izquierdo de su cabellera.
Pero todo eso cambió. Y fue el día que unos ladrones quebraron con su brutalidad los muros de cristal que la protegían y transformaban en una muñeca.
-¿Por qué me hacen esto? –había preguntado la chica, luego de haber llorado demasiado.
-Es por tu culpa. –siseó la voz de un hombre que estaba parado tras ella, mientras le hablaba muy cerca de la oreja derecha. –si no te vistieras tan provocativa...
Y el otro, lobo con disfraz de santo, mientras guardaba una cámara de fotos en un estuche decía:
-Sí. Él tiene razón. Es la paga por tu pecado. Deberías aceptarla en silencio. No sea cosa que el diablo venga y te queme.
Afortunadamente aquel día de pesadilla, no volvió a repetirse. Pues uno de los infames pereció en un accidente de coche. Y para no encontrarse con el otro, simplemente bastó con no ir a misa nunca más.
Tristemente, los vestidos de princesa que tanto adoraba, le dejaron de gustar. Y como si fuese el testigo de un gran crimen, al asecho del criminal, cambió su apariencia. Muchas veces, cuando se miraba al espejo, con esa ropa de varón, tan alta y tan chata, se preguntaba si la teoría de la evolución no se estaba cumpliendo en ella: alta, como un jugador de básquet, y sin tetas, para ser un animal libre en el mundo, fuera de la vista de cualquier depredador.
Jésica todavía recordaba la mirada de su madre, escudriñándola de arriba abajo cuando la vio regresar del mercado de las pulgas, con una ropa abismalmente opuesta a los vestidos de princesa que acostumbraba a usar. También recordaba a su madre comentando con el padre sobre su cambio. –Son etapas. Ya se le pasará. –había dicho el contador, antes de continuar con sus cálculos.
Así, el fantasma de aquel horror, poco a poco se fue borrando. Aunque claro, se llevó con ella, gran parte de su vida. Dejándola como un forastero eterno. Y es que fuese donde fuese, difícilmente encontraría su lugar. Porque Jésica, la que había sido en realidad, estaría tal vez muerta. Y la que era ahora, era un ente, por el simple hecho de existir. Un fugitivo, alguien que no tenía rumbo fijo.
Hubo una vez, cuando Jésica estuvo recién ingresada a la facultad, que conoció a Roberto. Los dos tuvieron química desde el primer momento. Cuando él le guardó un asiento en el enorme anfiteatro. Y ella, en agradecimiento, le prestó sus apuntes para que él no se atrasase.
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En las llamas del deseo
Teen FictionEsta es la historia de Ramiro Vega: un joven veinteañero, que tras vivir una experiencia traumática y misteriosa, regresa a la vida, luego de casi morir asesinado en una hoguera. Junto a Marta, su madre adoptiva, Ramiro decide iniciar una nueva vid...