❝Dónde Minji solo quiere atención de su papi Kenma❞
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Mención de los hijos del Bokuaka
Palabras: 756
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Minji observaba la escena con sus ambarinos ojos, sentía su pechito caliente por los celos que se acumulaban en él, y es que todo esto se debía a que sus tres primos abarcaban la atención de su papi Kenma. ¡Era injusto!
—¡Aquí viene el avión! piuuu—intentó Tetsuro mientras hacía maniobras para llamar la atención del pequeño de cuatro años, pero éste se negó a ingerir bocado. —¡Es tú favorito, corazón!
—¡Más! ¡Más! —gritó Keita, el hijo mayor de Keiji; quien alzaba sus manitas en dirección al rubio para que le llenara de besitos la cara. —¡Behitos!
—¡Espera, espera! —dijo Kozume, quien trataba de controlar la situación, pues, tenía miedo de que Keita le siguiera interceptando con el pequeño Kai de tres años en brazos
Minji sintió sus ojitos doler y pronto comenzó a llorar e hipar tratando de también llamar la atención de su papi Kenma. Tetsuro se alarmó y dejó los utensilios en la mesa, cargó a su pequeño en brazos y recargó su cabecita entre el hueco de su cuello para poco después comenzar a palmear el pomposito trasero del menor. El pelinegro no entendía qué era lo que sucedía, por la mañana el infante se había despertado sonriente, pero todo eso cambió cuando sus primos llegaron; Minji no hacía más que gritar y pegarles para que se alejaran de él.
—¿Qué tiene mi pequeña manzanita? — consoló Kuroo.
Minji pataleaba buscando bajarse de los brazos de su padre para salir corriendo con su papi Kenma y le sobara la espalda mientras le decía que no llorara. ¡Él amaba los cariños delicados de su papi Kenma!, lloró más fuerte cuando no miró algun cambio y con esto ocasionó que Kouta; quien jugaba con la comida solamente, comenzara a llorar también. Kozume se alarmó cuando los lloriqueos no pararon y por fin se dio a la tarea de dejar al bebé en la cuna delicadamente, batalló un poco cuando el menor se negaba a soltarle el cabello, pero después de algunos intentos, éste lo soltó. —¡Kuroo!
—¡Lo estoy intentando, son dos niños contra otro niño! —se defendió el adulto mientras se mecía con Minji y con una de sus manos acariciaba la cabellera del otro. —¡No sé qué pasó! todo iba bien.
Minji estiró sus manitas en dirección al rubio, con sus ojitos llorosos y su nariz roja. Kozume se derritió de amor ahí mismo y se lo arrebató de los brazos a su esposo, inmediatamente sobando su espalda y tarareando la canción de algún videojuego que se sabía. El menor no tardó en acomodarse en los brazos de su padre, para después cerrar sus ojitos y aspirar el aroma natural de su papi. Kuroo tomó a Kouta en brazos y comenzó con su labor de consuelo al menor, haciendo voces graciosas y elevándolo en el aire; después de unos cuantos intentos, el chiquillo dejó de moquear y llorar. Ambos adultos suspiraron aliviados, habían parado lo que sería un desastre de chillidos y con eso ya se sentían todos unos ganadores.
Minji ahora solo le quedaba disfrutar del amor de su papi.
Extra
—¡Hasta mañana! —se despidió Kuroo de sus amigos con una sonrisa cansada, cerró la puerta con fuerza y corrió como loco hacía su habitación, Minji se había dormido desde hace unas buenas horas por lo que no despertaría hasta mañana. Se quitó la camisa y la dejó botada por ahí, llegó a la puerta de su habitación, pero frenó en seco, estaba a punto de quitarse los pantalones cuando unas risitas se escucharon del otro lado de la puerta. Cerró los ojos esperando que fuera una pesadilla. Lamentablemente no, su querido bebé ahora estaba abarcando a su esposo, siendo besado en las mejillas y la panza descubierta. Tembló, pero no supo si fue por la ternura o por la frustración que sentía. —Hey.
—Hey. —le respondió Kenma, mientras le miraba soltó una sonrisa—Se despertó hace poco.
—Sí, puedo notarlo. —la mata oscura de su bebé se encontraba revuelta, también le faltaba un calcetín. —Bueno, que se le hará.
Se dispuso a besar a su esposo, pero el cuerpo de su hijo se le interpuso. Se aferraba con fuerza a la cabeza de su padre, impidiendo cualquier contacto amoroso con él. Kuroo, ofendido se llevó una mano al corazón. —¿Disculpa? quiero besar a mi esposo.
—¡No! ¡Papi mío!
Kenma se dedicó a reír hasta entrada la noche, debido a la pelea de su esposo e hijo. Después de todo, ambos sabían de sobra de quien había adquirido los celos su pequeña manzanita.
