¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Con quién mensajeas tanto? —preguntó el pelinegro mientras trataba de ver por encima del hombro del menor. —Ni siquiera a mí me escribes con tanta pasión.
Por más que intentó ver por encima de Kenma, su visión era obstruida por el largo cabello que su novio tenía. Las hebras castañas caían por los laterales de su cabeza, creando una cortina perfecta entre el aparato electrónico y Kuroo.
—Tobio.
Kuroo levantó una ceja ante el nombre de pila usado por el castaño, tensó la mandíbula y separó su cuerpo de la espalda del menor para hacerle notar su inconformidad. Sabía que estar celoso estaba mal, pero por más que se repetía en su cabeza que solo era el ex colocador del Karasuno, sus pensamientos viajaban a aquél recuerdo donde el de ojos claros le había confesado que se sentía mínimamente atraído por Kenma. Para ese entonces Kozume y él salían, por lo que éste tuvo que aclarar las cosas con él, quedando únicamente como amigos.
Kuroo tenía el presentimiento de que aquel colega seguía con los mismos sentimientos hacía su chico, y es que ¿Quién no? ósea, Kenma Kozume era nada más y menos que una obra de arte.
—Tobio—uso una voz ridícula para enfatizar el nombre de pila. —ah, ¿sigue con lo suyo?
—No empieces. —le cortó nada más acabar la oración, el castaño bloqueó el celular y se giró para mirar molesto a su novio. Ambos se mantuvieron la mirada durante bastante rato, hasta que Kuroo bajó la mirada y pidió perdón. —Sabes cuánto me disgusta eso.
—Lo sé, lo siento—beso de pico al menor—¿puedes perdonarme?
Con una sonrisa en la cara, Kenma se negó. El mayor comenzó a llenarle la cara de besos para molestarle y que le perdonara. Lo que no se esperó es que terminarían con las lenguas enredadas y los pantalones apretados.
