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❝Dónde es el día de las madres y la familia Kuroo-Kozume decide celebrarlo en casa❞

Palabras: 591

Kenma abrió la puerta de casa cuando el timbre sonó varias veces, con una sonrisa recibió a su madre y le dio un beso en la frente

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Kenma abrió la puerta de casa cuando el timbre sonó varias veces, con una sonrisa recibió a su madre y le dio un beso en la frente. Su madre dio unas cuantas palmaditas en su espalda y se lo quitó de encima para ir a llenar de besos la cara de Minji, éste con solo ver el vestido floral de la mujer se levantó del suelo y corrió a abrazarla fuertemente. Kozume frunció el entrecejo indignado, ¿Desde cuándo su madre le había dejado de lado por su hijo? Ahora entendía a su padre cuando le dijo que un día alguien llegaría a quitarle la atención de su madre, así como lo había hecho él cuando nació.

—¿Puedes ayudarme, cariño? —Tetsuro llegó a la puerta con el pastel enorme que había comprado para celebrar el día de las madres en una mano y con la otra traía los regalos que se les daría a su suegra y a su madre. Tomó las bolsas y abrió más la puerta para que su esposo pasara, aprovechó la oportunidad para dar unas cuantas palmaditas en el trasero del pelinegro ocasionando que el pastel en las manos del mayor tambaleara.

—¡AQUÍ NO! —Kenma soltó una risita pícara. —Mi madre no tardará en llegar, esconde esa alfombra, por el amor de dios.

Rato más tarde, ambas madres se encontraban en la sala acaparando al pobre chico de once años, quien solo sonreía a sus abuelas con corazones en los ojos. Todos sabían que Minji adoraba a sus abuelas, no solo por lo consentidoras que eran, más bien era porque con ellas ahí, todo lo que Minji quisiera se le daría sin oposiciones de sus padres. Ventajas de ser nieto único por parte de ambas familias.

—¡Mira que grandes estás! —le abrazó la madre de Kuroo. —¡Eres casi tan grande como tu padre cuando tenía tu edad!

—¡Y eres tan guapo como Kenma! ¡Mira esos ojos! —Minji estaba rojo por tantas adulaciones hacía su persona y pestañeaba constantemente sintiéndose la última cocacola del desierto.

—¿Ya tienes novia? ¿Ah? —preguntó la pelinegra, Minji negó rotundamente y antes de que pudiera argumentar algo, la señora continuó: —¿Algún noviecito por ahí? ¡Vamos! Eres muy guapo, seguro que tienes colados a todos los de tu clase.

—Ayer llegó acompañado de una chica, yo los vi muy cariñosos. —picó Kuroo, las abuelas chillaron y se abrazaron contentas.

—¡Es solo mi mejor amiga! —se indignó el menor, haciendo una cara de asco.

—Sí, claro. Yo también decía eso y mírame, me casé con tu padre.

—¡Pero esto es diferente! ¡Papi! —.

—Para, Kuroo. —Minji le agradeció por parar a su padre, pero no se salvó de las preguntas constantes de sus abuelas sobre aquella chica.

Sí, Minji amaba todo en sus abuelas, pero no le gustaba tanto el hecho de que, si se les metía una idea, no se les sacaría de ahí hasta que sucediera. Véase el caso de Minji, ambas habían insistido en que sus hijos les brindaran un nieto, Otro no estaría mal, ¿verdad?

Extra

Partieron el pastel cuando el antojo fue más grande y ahora se encontraban comiéndolo con gusto mientras miraban la televisión, ambas abuelas se vieron cómplices y soltaron la pregunta que venía surcando en sus cabezas desde que Minji cumplió dos años.

—¿Y no piensan tener una niña? —Minji se atragantó con la comida y sus abuelas palmearon preocupadas la espalda de éste, frotando de forma circular para aliviar el malestar de su nieto. Kenma solo miró a su esposo y ambos negaron con la cabeza.

―❝𝔨𝔲𝔯𝔬𝔨𝔢𝔫 𝔬𝔫𝔢‐𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora