❝Dónde Kuroo es un pobre gato abandonado narrando su historia❞
⚠ Warning ⚠
Kuroo!Kitty | Se presentan escenas de homofobia.
Palabras: 975
Kuroo aun guardaba en su memoria aquella vez en donde fue salvado por la persona que amaba. Era un día lluvioso, los relámpagos le mantenían encogido y temblando en una de las cajas húmedas de cartón que había encontrado en la parte trasera de algún edificio enorme; hacía tanto frío que ni escondiendo sus patas en su cuerpo, le mantenían caliente. Estaba mojado por completo y su estómago dolía como el infierno, sabía que aquella comida que le ofreció el viejo de la carnicería era la que provocaba aquello, pero en ese momento le importó tan poco que tuviera algo dentro; tenía tanta hambre que prefería morir intoxicado que pasar otro minuto sin ingerir algo.
—¡Lárgate de una maldita vez, maldito marica! —.
Kuroo saltó en su lugar con los pelos rizados, alerta de lo que sucedía. Asomó la cabeza entre las cajas con cuidado, sus ojos amarillos observaban la situación desde lejos; al parecer habían echado a golpes al pobre chico que muchas veces se encontraba por las esquinas contorneando sus caderas en aquellos altos tacones y vestidos cortos. Siguió observando, esperando que se levantara del suelo y después él seguiría lamentándose en silencio su miserable vida. Se preocupó cuando no hubo ningún movimiento por parte del otro, simplemente seguía tirado en el mojado suelo, sin cubrirse de los fuertes torrentes de agua que caían del cielo negro. Decidió salir del montón de cartón mojado, olfateó el cuerpo helado tendido en el suelo y se escamó cuando el brazo se extendió alrededor de él, estaba por tirar el zarpazo cuando escuchó: —Estás todo mojado, vas a enfermar.
El corazón de Kuroo latió desenfrenado al escucharle hablarle. Poco después fue abrazado y cubierto de la lluvia, el cuerpo ajeno le estaba funcionando como una barrera que le protegía de la lluvia y a su vez le mantenía cálido. Se aferró a ese sentimiento con los ojos cerrados; ese había sido el primer contacto que había tenido con Kozume Kenma, su salvador. Kuroo fue llevado a la casa del rubio, le secaron el pelaje y le dieron la mejor comida que había probado en toda su vida, sin mencionar la gloriosa cama que se le otorgó días después de su llegada al pequeño lugar que ahora podía llamar "hogar", sin duda alguna todos aquellos rezos en los templos sirvieron de algo. Fue cuestión de semanas para que el gato y el delgado hombre comenzaran a crear su propia rutina: por las mañanas ambos se dedicarían a desayunar frente al viejo televisor el cual necesitaba tres golpes para que la señal sintonizara perfectamente el programa en donde siempre pasaban cosas trágicas (según recordaba era algo llamado noticiero), al medio día recibía una sesión de mimos y juegos que le dejaban cansado, después dormía hasta que el sol bajaba y las estrellas comenzaban a iluminar el cielo, era besado en la cabeza por un maquillado y vestido Kenma quien estaba a punto de irse a trabajar en aquella esquina a tres cuadras del lugar, se quedaba solo hasta que el sol nuevamente asomaba en el cielo y su dueño entraba por la entrada con el maquillaje corrido, la ropa tironeada y algunas marcas con rasguños en el cuerpo, después de entrar al baño se acostaba a dormir juntos; abrazados en la misma cama.
Un día, la rutina había cambiado. La mañana había sido igual, después de los juegos el durmió, estaba tan cansado que no despertó hasta que el sol iluminó las paredes de su hogar. Se estiró en su lugar y se dirigió al cuarto que compartía con su dueño, subió a la cama en donde se suponía debía estar, no había nadie. Bajó del colchón frio y buscó en el baño, tampoco había rastro de que fuera usado por la noche. Al parecer Kenma no había llegado aún, por lo que esperó sentado en el umbral de la puerta hasta que llegara.
Se llegó la tarde y la puerta no había sido abierta en todo ese tiempo, llegó el momento en donde el sol bajaba a descansar y las estrellas comenzaban su espectáculo nocturno; Kozume tampoco apareció. El mismo ciclo ocurrió durante dos días y dos noches, la puerta de casa nunca se abrió con la llegada de Kenma, el pobre gato seguía esperando en el umbral de la casa en cada momento, parando las orejas ante cada movimiento fuera del lugar, moviendo la cola alegre esperando que su dueño llegara. Al tercer día, la puerta fue abierta por el casero; un viejo canoso y gordo, quien más de una vez había tocado la puerta de su hogar para reclamarle a su dueño sobre los pagos atrasados de renta que éste tenía, maulló con ganas para llamar su atención.
—Pobre animal. —chistó—Oye Lev, ¿No mencionaste antes de querer un gato?
—¿Qué dijo? —por la puerta se asomó un gigante, así lo denominó Kuroo al ver a cierto chico de ojos verdes asomar la cabeza. —¡Ah! ¡Un miau miau! ¿Qué hace aquí?
—Debió ser del chico que rentaba este apartamento antes. —masculló entre dientes el viejo. —Ese chico al que encontraron muerto en el callejón a tres cuadras de aquí.
—Pobrecito. —susurró el peli plata—Debió estar aquí desde hace días solo.
Kuroo no entendió por qué las cosas del departamento fueron sacadas, simplemente llegaron más personas al lugar y comenzaron a envolver todo para después sacarlo. La ropa fue metida en cajas al igual que los platos en donde alguna vez su dueño comió, el televiso viejo fue echado al contenedor de basura y él fue llevado en brazos a otro lugar.
¿Dónde estaba Kenma? ¿Por qué le había dejado solo?
Kuroo aún en su nuevo hogar, se quedaba en el umbral de la puerta; esperando que por aquel cuadro de metal su dueño llegara para abrazarle y continuar con su rutina. Realmente le extrañaba.
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―❝𝔨𝔲𝔯𝔬𝔨𝔢𝔫 𝔬𝔫𝔢‐𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰❞
Fiksi Penggemar✎ ONE-SHOTS ̖́- ❛❛ Donde escribo relatos cortos del Kuroken❜❜ ❁ཻུ۪۪⸙͎ Primera parte de la serie de one-shots ̖́- ❀ Limite de 100 capitulos ❀ No hay relación alguna entre cada capitulo !¡ © rytzen ̖́‧