❝Dónde Kuroo y Kenma están jugando verdad o reto y deciden romper la tensión que sienten❞
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Mención del Kuroyachi
Palabras: 712
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El álbum "Honeymoon" de lana del rey se reproducía a un nivel considerablemente bajo, la sala del apartamento de Kuroo estaba repleta de risas gracias al tonto juego de "verdad o reto" que manejaban ambos chicos que estaban hasta arriba de alcohol. —¿Verdad o reto?
—Verdad. —respondió Kuroo, relleno ambos caballitos con el tequila que Oikawa les había traído de Latinoamérica y esperó la pregunta del rubio, quien tenía las mejillas rojas debido al alcohol. —Me arrepentiré de esto.
—Claro que sí. —Kenma se quedó pensando un buen rato la pregunta que le haría, frunciendo el entrecejo y negando cuando le pregunta formulada en su mente era estúpida. —Un pajarito me dijo que te acostaste con cierta chica rubia... —inició, buscando con la mirada algo que le diga una respuesta en las facciones ajenas.
—¿Enserio harás esa pregunta? —sonrió el pelinegro, se revolvió el pelo y miró los ojos acusadores de Kenma. —¿Lo hice o no lo hice? Me pregunto qué pasó realmente...
Tomó el caballito y de un tirón lo bebió completo, apretó los ojos cuando le quemó la garganta y esperó un poco. Por el otro lado Kenma comenzó a maldecir sobre las reglas impuestas por ellos mismos, ambos habían aclarado que, si no querían contestar la pregunta o hacer el reto, bebería del glorioso tequila traído por Oikawa. Tetsuro no quería responder que en verdad si había mantenido relaciones sexuales con la chica que anteriormente pertenecía al Karasuno, sería algo vergonzoso si se le escapaba demás que lo hizo pensando en él. Pensando que el pequeño cuerpo de Yachi era Kozume. Se había equivocado y ahora entendía la gran diferencia entre ellos. Kozume no solo era de complexión delgada, sino que también contaba con un trasero redondo y una cintura que le era posible abarcar con sus manos. También la piel del chico era delicada y al más mínimo apretón, le dejaría una considerable marca por unos cuantos días. El aroma también era un punto a favor de Kozume, pues la loción de manzana le seducía lentamente cada vez que se acercaban más al otro.
¿Qué? ¿Acercarse más al otro?
Cuando volvió a sí mismo, su cara se encontró directamente con la hermosa cara de su mejor amigo, que le miraba atontado los labios e inconscientemente humectaba los suyos con su propia lengua. Las respiraciones de ambos estaban comenzando a entrelazarse, quedando como una sola respiración. Kuroo no pudo evitar sonrojarse cuando a cámara lenta, pudo observar como los grandes ojos de Kenma se cerraban, dejando que sus pestañas largas y lacias tocaran sus pómulos, así como también cortaba la poca distancia que tenían ambos, dejándose llevar por el momento del alcohol y las tremendas ganas que le surgieron de besarse.
Al inicio solo había sido un contacto simple de labio con labio que no duró ni el minuto. Cuando Kozume se alejó de él, frunció el ceño al ver que el pelinegro no reaccionaba, solo se quedó ahí, observando el próximo movimiento del rubio. La segunda vez, ahora el menor había tomado la cara de Tetsuro y había besado nuevamente los labios contrarios, moviéndose delicadamente al compás de los otros, disfrutando del contacto. —¿Por qué estás besándome?
Preguntó Kuroo cuando los labios ajenos de alejaron, aunque no fue mucho ya que los labios rosados por el movimiento de Kuroo rozaron los ajenos unas cuantas veces. Kenma se quedó en silencio, simplemente se quedó quieto, pensando en si estaba bien darle nuevamente otro beso a su mejor amigo o simplemente escapar hacia el baño a vomitar. —Creo que hemos bebido suficiente...
—No....estoy lo suficientemente consciente de que me gusta besarte. ¿Puedo hacerlo nuevamente?
Kuroo no pudo contestar a la pregunta por qué nuevamente había sido atacado por los labios ajenos y ahora el contacto era húmedo. Con la lengua ajena recorriendo gran parte de su boca y siendo recibida por la propia lengua del pelinegro. Los chasquidos que soltaban sus bocas hacia que el ambiente se tornará más lujurioso, el lívido de ambos chicos comenzó a subir conforme los besos se volvían más babosos y las manos iban de aquí para allá, jugando con el cabello ajeno o adentrándose en la ropa del contrario.
Definitivamente la amistad quedaría atrás esa noche y darían paso a su vida como amantes.
