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❝Dónde Minji no tiene ni idea de lo que hizo❞

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Kuroo!Alfa Kenma¡Beta | Omegaverse

Palabras: 1137

—Mi hijo será un increíble miembro de Nekoma, ya lo verás

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—Mi hijo será un increíble miembro de Nekoma, ya lo verás.—aseguró Kuroo mientras bebía de su cerveza. Se rascó la barba sin cortar por unas cuantas semanas antes de dejarse caer con cuidado al sofá de cuero negro que habían comprado recientemente.—Ese niño nació y creció escuchando mis relatos como capitán del equipo, créeme cuando te digo que se unirá a Nekoma.

—Solo no hagas un drama cuando te diga otra escuela.—advirtió el castaño oscuro mientras movía los dedos de aquí a allá en el tecleado, centrado en una importante partida de overwatch. Sonrió ladino cuando escuchó como Kuroo se atragantaba con el liquido dorado y tocía frenéticamente.—Sabes que es una posibilidad, nuestro hijo no tiene a alguien que le arrastre como lo hiciste conmigo a Nekoma.

Kuroo gruñó en desacuerdo ante lo último dicho, pero no respondió ante eso. Sabía que era verdad, la mayoría de cosas que su esposo había hecho en la niñez o en la adolescencia fueron gracias a las constantes suplicas del pelinegro para que lo hicieran juntos; así como también le había tocado llorar y rogar para que en aquél entonces rubio aceptara salir con él.

—En cambio, tiene tres búhos idénticos para arrastrarlo al Fukurodani.—terminó por aplastar el corazón del gato negro. Aunque se ahorró el comentario aclarativo sobre la frase, evitando especificar que solo era un búho que le convencería con un chasquido de dedos para que entrara a dicha preparatoria.

—Vamos, no arruines mi buen humor.—habló malhumorado, se aflojó la corbata de su traje con la mano que no ocupaba su cerveza y dirigió su mirada al reloj digital que ocupaba lugar en el mueble donde estaba la tele, sus hijos no tardarían en llegar del centro de maquinas recreativas en Akihabara.—Pero apostemos, estoy muy seguro que ganaré.

Kenma pausó la partida y se giró en su silla gamer para observar con una ceja alzada al pelinegro. Analizó la situación lentamente, buscando alguna probabilidad de que él perdiera aquella apuesta y de lo que sus límites estaban propuestos a pagar ante los posibles fetiches de Kuroo. Se mordió la mejilla interna intentando aguantar la risa socarrona que quería formarse en sus labios, sería una victoria aplastante.

—Está bien, creo que puedo aceptar.—abrió el mini refrigerador, tomando una bebida energética de el.—¿Qué apostaremos?

—Espera, ¿aceptas?—se sorprendió el pelinegro.—¿Aún sabiendo que tienes todas las de perder?

—No te adelantes, chico guapo.—le pegó un trago a su bebida.—Conozco bien a mi hijo, estuve pegado a él durante siete meses en mi vientre.

—Te recuerdo que ese hijo estuvo viviendo en mis testículos desde muchos años atrás.—se mofó, causando que ambos rieran.—Últimamente noté que perdiste condición, tu sabes..

—¿Física? Claro que sí, mi trabajo es estar de sedentario en estas cuatro paredes.—ambos le dieron un trago a lo que sostenían en las manos.—¿Qué con eso?

—Cómo es evidente que ganaré, tendrás que ir todas las mañanas a correr conmigo.—declaró el pelinegro, ahogando una carcajada cuando la cara del castaño se deformó en una de asco ante la idea de levantarse temprano para hacer ejercicio, como aquellos tiempos en los que estaba en la preparatoria.

—Apuntas alto.—el castaño dijo para después girara la silla para empezar a teclear rápidamente en su computador, Kuroo se levantó para poder observar que tanto hacía, notando como este negaba inconforme ante los resultados de búsqueda que hacía.—¡Aquí!

Señaló la pantalla, apartándose para que el mayor pudiera apreciar su búsqueda.

—¿Enserio? ¡Kenma!—se quejó éste. Kenma se encogió de hombros, importándole poco lo que el pelinegro tuviera que decir en contra de lo que sería su futura almohada de Hanzo.—No puedes comprar ese tipo de cosas, bastante tuvimos con la alfombra del baño.

—Ya ni me recuerdes eso, estoy tratando de sanar la herida emocional que tengo.—golpeó el trasero de Kuroo, ganandose un gruñido.—Todo por cuidar del asqueroso perro de la vecina.

Kuroo no lo dijo en voz alta, pero agradeció una vez más al cachorro de Hanamiya-san; un husky desastroso, quien había tomado guerra contra la alfombra llamativa de Kenma cuando le dejaron solo un momento. ¡Solo habían ido a la farmacia por unos antinflamatorios! y cuando habían llegado, había hilos y pedazos de alfombra por todos lados. El pelinegro tuvo que consolar a su esposo toda la noche, quien lloraba por la perdida de su bien más preciado.

—Esto es lo que llenará ese vacío emocional.—aclaró el castaño.—Además, estás tan seguro de que ganarás, ¿Por qué el miedo?—sonrió.

—Vale.

Kuroo besó la frente de Kenma antes de salir de la oficina de éste. Kenma se aseguró de que este cerrara la puerta para empezar a ordenar la almohada, el castaño no necesitaba esperar para saber el resultado. ¡Dormiría como un dios!

(...)

Kuroo dio el llamado para la cena; Haru fue la primera en llegar, quien rápidamente empezó a sacar los platos y palillos para acomodarlos en la mesa, el segundo fue Minji quien solamente sacó los vasos y comenzó a servir el té verde. Se sentaron los tres, esperando que el castaño saliera de la habitación para comenzar a comer todos juntos, y efectivamente, minutos después se escuchó la puerta rechinar y llegó un encorvado Kenma con los ojos a medio abrir por el evidente sueño en su rostro. Se había quedado dormido antes de que sus hijos llegaran, por lo que después de entrar a la cocina besó la frente de ambos y se sentó aun lado de su esposo, juntaron todos sus manos y agradecieron en silencio, dando inicio a la ingesta de alimento preparada por el pelinegro.

—Hijo, tengo algo que preguntarte.—inició Kuroo, tomando con los palillos unos trozos de verdura y dejándolo en el plato de su esposo, quien gruñó disgustado al tener que comer verdura.—Sé que estás en tu último grado de secundaria, por lo que quería saber si ya has tomado una decisión para la preparatoria. 

—Uhm, sí.—susurró el menor esquivando la mirada insistente de sus dos padres.—Estuve pensándolo mucho tiempo, teniendo en cuenta de que ustedes vienen de Nekoma.

—Efectivamente, ambos somos egresados de esa preparatoria.—afirmó Kuroo con doble filo.—Pero eso no tiene nada que ver, manzanita. Es decisión.—sonrió. Sin apartar los ojos de él.

—Lo sé.—exhaló.—Pero siento que esa no es mi preparatoria, sé que ustedes le tienen un gran cariño a esa institución; pero yo no.—comentó.—Mi deporte es la natación, cosa que la preparatoria de Nekoma no tiene, pero Fukurodani sí. Así que mi primera opción es esa.—terminó con las orejas rojas.

Kuroo se atragantó con la comida por lo que comenzó a toser violentamente, Haru se preocupó por lo que comenzó a golpear la espalda de su padre en un intentó de aliviarle.

—Bueno si esa es tu elección, no tenemos que discutir nada.—interrumpió Kenma ante la posibilidad de reclamó por parte del pelinegro, tomó una varita de zanahoria y le dio un mordisco, haciendo una cara de asco.—Y por cierto, llega el martes.—miró a Kuroo con una sonrisa, tomando los trozos de verdura y devolviéndolos a su plato.


―❝𝔨𝔲𝔯𝔬𝔨𝔢𝔫 𝔬𝔫𝔢‐𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora