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❝Dónde Kenma es el jefe de Kuroo❞

Palabras: 541

—¡Ya viene! —

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—¡Ya viene! —.

Escuchó gritar a la bola de chicas que se amontonaban en la entrada para ver la llegada del presidente de la compañía Bouncing Ball Corp. Observó desde su asiento como entre ellas se daban ánimos y se arreglaban la ropa de manera que su pecho fuera visible, sin duda alguna estaban sedientas de que su jefe les diera una mínima mirada con la que pudieran fantasear. Todas corrieron despavoridas a sus asientos y aguantaron la respiración, en ese momento justo el sonido del elevador resonó en la espaciosa sala y de aquellas puertas de metal salió un joven trajeado de gris, con un cabello medianamente largo suelto que ondeaba libre, su mirada seria recorrió el lugar en busca de su amante, quien le miraba con una sonrisa en la cara.

—Buenos días. —habló el recién llegado.

—¡Buenos días, señor Kozume! —gritaron las bellas mujeres en coro.

Recibieron un leve asentimiento por parte de éste y avanzó hacía su despacho situado al final de la sala, caminó evitando el contacto físico y visual con una que otra trabajadora que se aventuraba a levantarse de su asiento en busca de una oportunidad más aventajada, utilizando cosas como; entregar algún papeleo inútil o tratar de sacar información de cómo había sido su noche, ignoró todo aquello y cerró con ganas la puerta de su oficina. Kuroo sonrió ante el suspiro derrotado de sus demás compañeras coquetas.

Buscó la bolsa de papel que guardaba en su escritorio y esperó pacientemente a que el castaño saliera de su oficina con una mala cara y le llamara a su oficina. Efectivamente, no tardo demasiado cuando la puerta se abrió, dejando ver al joven empresario en el umbral. Enseguida se levantó de su lugar, tomó la bolsa y acudió a paso rápido al llamado, nada más cerrar la puerta fue derribado y tumbado en uno de los enormes sofás de cuero que decoraban la enorme estancia.

—Buenos días, jefe. —sonrió divertido por la expresión adormilada que trataba de ocultar el menor— ¿Acaso no dormiste bien?

—Un patán estuvo jodiendo mi culo toda la noche, fue un asco. —se burló, el pelinegro frunció el entrecejo "molesto" —Muy bonito rostro, una lástima que sus dotes sean diminutos.

—Te había traído tú desayuno favorito, pero no lo mereces. —contestó de manera dramática. —Pie de manzana y café negro. —agitó la bolsa en sus manos. La mirada de Kenma cambió ante la mención de ambos alimentos. —Quizás si me das un beso, sea amable contigo~. —canturreó.

Kenma gruñó y arrebató la bolsa para ingerir el café sin pensarlo, su cuerpo fue forzado a trabajar durante la mayor parte de la noche y se había encontrado demasiado exhausto cuando el sol le dio a la cara indicando que era hora de trabajar, aquel liquido negro realmente le salvaría de las posibles horas extras que tendría. Cuando iba a dar el primer bocado al enorme pedazo de pie, se giró hacía su pareja que le miraba atento y beso sus labios momentáneamente para después decir: —Buenos días a ti también, amor.

Sus compañeras empezaron a cuchichear entre sí cuando de la oficina del jefe salió un sonriente y sonrojado Kuroo. Realmente Kozume hacía que se enamorara cada día más de él.

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―❝𝔨𝔲𝔯𝔬𝔨𝔢𝔫 𝔬𝔫𝔢‐𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora