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❝Dónde la familia Kuroo-Kozume juega monopolio en un día de tormenta❞

Palabras: 435

La tormenta había cortado la electricidad en por lo menos tres manzanas a la redonda del apartamento, las velas iluminaban la mesa en donde se encontraban los tres integrantes que formaban la familia de Kuroo-Kozume

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La tormenta había cortado la electricidad en por lo menos tres manzanas a la redonda del apartamento, las velas iluminaban la mesa en donde se encontraban los tres integrantes que formaban la familia de Kuroo-Kozume. Tetsuro se sentía una diosa ahora mismo, se le había ocurrido jugar al monopolio y ahora gozaba de la tensión que vivía su esposo y su único hijo, ambos amantes por los juegos y la victoria.

—Escucha, papá. —le llamó su hijo con los codos sobre la mesa y sus manos cubriendo su boca, haciendo más tenso el momento. —Te ofrezco quinientos si me das la amarilla.

—No le escuches Tetsuro. —se opuso Kenma quien se encontraba erguido, con los ojos analizando la situación. —Es un crío de quince años, no sabe lo que son los negocios.

—Quinientos me parece muy poco. —sonrió Tetsuro mirando a los ojos ámbar de su hijo. —Qué tal si me ofreces quinientos cincuenta y limpiar la casa en mis horarios.

El castaño chistó frustrado, estaba perdiendo más que ganando. —Quinientos y me deshago de la alfombra asquerosa de papi.

—¿La que está en el baño? —se interesó Tetsuro, alzando una ceja.

—La que está en el baño, exactamente. —ambos sonrieron de forma gatuna, aquella que Minji solo usaba cuando tramaba algo malo o picaba a uno de los tres hijos de Bokuto y Akaashi.

—Nunca pensé utilizar esta carta, pero me veo en la necesidad. —dijo el rubio para poco después darle un trago a su leche con chocolate, se limpió la boca y con uno de sus pies rozó la parte interior de los muslos del pelinegro por debajo de la mesa, todo esto mientras ambos mantenían contacto visual. —Me das la carta y dejó a Minji con mis padres durante tres días, solos tú y yo. —le sonrió coqueto, guiñando un ojo en el proceso.

Los ojos de Kuroo brillaron cual arcoíris después de un día de lluvia, su mente comenzó a trabajar a la velocidad de la luz; Si uno prestaba atención podía ver a Kuroo sacar humo, millones escenarios pasaron por sus ojos en cuestión de segundos. Estaba decidido, aceptaría. ¡Pero todo fuera porque su esposo ganara! claro.

—Suena tentador, querido. —tamborileo los dedos sobre la mesa, alertando al par de gatos cazadores que le miraban profundamente. — cinco días, solos tú y yo. —miró a su marido.

—Vale.

—¡PAPÁ! —se quejó Minji mientras observaba como Kuroo le daba la carta amarilla a su otro padre. —¡Es injusto!

—Lo sabrás cuando seas mayor, hijo. —palmeó la espalda de Minji con una sonrisa, pero el menor solo se cruzó de brazos molesto.

―❝𝔨𝔲𝔯𝔬𝔨𝔢𝔫 𝔬𝔫𝔢‐𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora