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❝Dónde Kenma renuncia al amor de Kuroo❞

Palabras: 401

—Me voy a casar

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—Me voy a casar.

Kenma dejó de respirar cuando escuchó tales palabras salir por la boca de Tetsuro, sus ojos le ardieron repentinamente por las lágrimas que estaban por acumularse en ellos. No sabía que responder, simplemente le dejó sin palabras. Kuroo agachó la cabeza y apretó los puños, su corazón golpeaba buscando escuchar algún ruego por parte del otro, algo que le hiciera mantenerse a su lado. El pelinegro simplemente quería escuchar, aunque sea algo, pero no hubo nada, solo el silencio que traía consigo el invierno.

—Escucha, podemos irnos de aquí. —inició Kuroo. —Podemos escapar juntos, solo dime que tú también quieres esto.

Rogó. Su voz cada vez se volvía un hilo, hasta que, sin evitarlo, las lágrimas calientes bajaron por las mejillas de Kuroo. Silencio nuevamente, el rubio se dedicó a mirar el suelo todos esos minutos, tratando de controlar todos aquellos sentimientos que hacían doler su pecho, necesitaba una bocanada de aire fresco en sus pulmones, pero el solo respirar le quemaba.

—¡Dime que no soy el único aquí que desea seguir juntos! —gritó, con el alma en la boca. No queriendo aceptar que el silencio era una respuesta. —Vamos, solo di-

—Buena suerte.

Fue un susurro, algo tan bajo que ni siquiera sabía bien si el pelinegro lo había escuchado. Levantó la vista y le miró directo a los ojos, aquel par de color ámbar que le miraban sorprendido ante su respuesta. Kuroo apretó aún más los puños, su cara se contrajo en dolor y los jadeos no tardaron en salir de sus labios. Estaba destrozado.

—Gracias. —contestó. Se dio media vuelta y partió directamente a su casa, dejando atrás lo que fue en su momento el amor de su vida, el chico que le había latir el alma con tan solo sonreír. Tetsuro partió con el cuerpo temblando, más no por el frío. Kozume se dedicó a mirar la espalda del chico, que cada vez era más lejana. Aquella espalda ancha que muchas veces había rodeado con sus brazos, la que le protegía muchísimas veces. Pero no podía luchar por él, aunque quisiera con toda su alma correr hacía él, no podía.

Su teléfono vibró en sus pantalones, el lugar oscuro se iluminó por la luz del mismo cuando fue desbloqueado. Un mensaje se iluminaba en las notificaciones:

"¡Kuroo aceptó! Estás invitado a la boda, por supuesto (;"

-Y

"Felicidades, hermana. :)"
-K

No podía.

―❝𝔨𝔲𝔯𝔬𝔨𝔢𝔫 𝔬𝔫𝔢‐𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora