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Dónde Kenma sufre el dolor de una ruptura

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Intento de angs | Escena inspirada en la ruptura de Akihiko y Ugetsu 

Mención leve del Kurootsuki

Palabras: 972

"—Kozume-san—se crispó ante tal formalidad del rubio

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"—Kozume-san—se crispó ante tal formalidad del rubio. —si usted no hace nada por Kuroo-san, yo lo haré."

Se arrepintió.

Cada segundo, minuto. Sintió su corazón dejar de latir durante milésimas de segundos. Apretó los puños y aguantó las lágrimas que se estaban acumulando en sus lagrimales. Se sentía totalmente destrozado, ingenuo. ¿Entonces era cierto? ¿Había perdido todo?

—Lo siento Lev, tengo que irme. —habló bajo; al albino le costó escuchar lo que su mayor le había dicho entre la multitud de aplausos que estaba recibiendo la banda de Kuroo debido a su presentación. Solo pudo despedirse apresuradamente cuando el castaño se dio media vuelta y salió del lugar en donde se organizó el concurso.

El clima se sentía fresco, su cuerpo temblaba; ¿acaso no era por las inmensas ganas que tenía de llorar y gritar? no lo sabía. Tomó una bocanada enorme de aire, sus pulmones ardían y su garganta se cerraba, ¿Así se sentía el dolor de un corazón roto? cómo si su corazón estuviera siendo torturado por millones de agujas, que su mente este empeñada en recordarle cada momento juntos en donde todo fue amor; momentos en los que quería volver. Se resignó a la realidad, no se necesitaron palabras para saber que Kuroo ya no le amaba; no las necesitó cuando con sus propios ojos podía ver la conexión tan fuerte que tenían, aquellas miradas brillosas que le dirigía durante toda la presentación. Se sentía tonto. Estúpido.

—¡Kenma!

No se detuvo. El solo escucharle hizo que su pecho se sacudiera fuertemente y las ganas de llorar aumentaran, avanzó por el tramo de escaleras que le conducían a la próxima estación más cercana al sitio al que asistió: —¡Oye, Kenma! —Insistió Kuroo. Le escuchó jadear cansado, podía escuchar respiración escandalosa aun cuando se encontraba doce escalones más abajo. —¡Oye, para!

—No quiero. —respondió finalmente, después de que toda su energía se centrara en que su voz no sonara dolida o entrecortada. Rezó al cielo orgulloso de haber logrado su cometido.

—¡¿Ah?! ¡¿Qué?!

—Porque sé que, si me detengo, terminarás conmigo. —sentenció con un nudo al final de la garganta, no quería seguir hablando porque sentía que no podría mantener su voz monótona durante mucho tiempo. Nuevamente rezó al cielo por que las cosas quedaran ahí, que le perdonara una vez más por huir.

—Tocaste muy bien. —continuó. —Tan delicado como siempre.

—¡Oye! —gritó una vez más Kuroo.

Siguió avanzando sin mirar atrás. Mordiendo sus labios cuando escuchó los pasos rápidos de Kuroo bajar tramo restante de escaleras para llegar a él, la fuerte mano del moreno le detuvo con fuerza del brazo, impidiendo su avance: —¡Escúchame!

Ambos estaban ahí, debajo de aquella farola que les iluminaba media cara. Bajo las estrellas que eran las únicas que relucían, de la luna igual de enorme como sus ganas de gritar maldiciones a lo alto y rogarle que se quedara con él, pero, ¿Sería lo correcto? ¿Estaba bien aferrarse a alguien que no sentía lo mismo que él? No lo sabía. Solo quería que la persona delante de él le abrazara infinitamente.

—Te amé—soltó finalmente Kuroo. —Todo lo que dije o hice no fue una mentira, te amaba con todo mi corazón. —Sintió como el agarre en su brazo se aflojaba, terminando por agarrar sus manos y acariciarlas. Solo ahí, en ese momento tan aplastante para Kenma se permitió derramar los torrentes enormes de lágrimas que tenía acumulados desde hace bastante tiempo. Su pecho dolía y se permitía gemir de dolor y tristeza.

—Maldición. —fue lo único que atino a decir, se pasó el antebrazo por los ojos para eliminar las incomodas lagrimas que hacían que su vista se volviera borrosa. —Así que estás rompiendo conmigo, ¿No?

—Sí. —soltó sin vacilar el pelinegro.

Ambos guardaron silencio. Kuroo se mordió los labios impotente, incapaz de hacer nada cuando los hombros del menor temblaban por el llanto, sabía que si le abrazaba y consolaba en ese instante, toda aquella valentía que había reunido desde hace tiempo se iría a la mierda; porque le amaba, pero no de la misma manera ya. Aquello que habían mantenido no se asemejaba nada a lo que se había construido en un principio, aquella inmensa torre que se destruyó con cada pelea, grito, lágrimas.

—Está bien, lo entiendo. —finalmente dijo el rubio, sorbió la nariz y continuó sin importar si su voz se rompía al final. —Ahora suéltame. —Y después de un largo momento, lo hizo. Kuroo dejó de tomar las manos contrarias.

Kenma sintió sus piernas temblar, era tan duro aquel sentimiento de vació creado en su interior. No quería asumir que habían terminado, él le amaba ¿por qué Kuroo no podía amarle otra vez? ¿debería arrodillarse y suplicar que se quede? ¿Qué debía hacer? Cuando salió de sus pensamientos, la espalda de Kuroo era lo único que podía ver cuando se dio la vuelta para encararle. Sintió desesperación, sus piernas picaban por correr y abrazar la figura masculina por la espalda. Hizo el amago de moverse, sus labios se abrieron para gritar el nombre de Kuroo, pero no lo hizo.

"—Estarás bien. —le susurró Tobio con una leve sonrisa."

Ahí lo entendió.

Ante ese recuerdo que le vino a la mente como por arte de magia fue suficiente para que sus lágrimas dejaran de salir por borbotones de sus ojos. Aquel pesar en su alma se sintió liviano y el temblor de su cuerpo paró. ¿Qué debía hacer? Dejar a Kuroo ser feliz, porque le amaba y le atesoraba era que debía dejarlo ser feliz con la persona que le hacía tanto bien. Él estaría bien si Kuroo estaba bien, si era feliz, si sonreía, si amaba a otra persona. Estar sin él no haría que su mundo acabara. Suspiró nuevamente.

Y aunque no había nadie para escucharlo, soltó con una sonrisa. —Adiós, Tetsuro.

―❝𝔨𝔲𝔯𝔬𝔨𝔢𝔫 𝔬𝔫𝔢‐𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora