❝Dónde Kuroo asiste a la fiesta de cumpleaños de Bokuto, sin esperar lo que sucedería❞
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Mención del Bokuaka | Bokuroo
Palabras: 769
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Kuroo estaba harto de sus fracasos en cuanto al amor, estaba harto de las chicas que le acosaban a cada rato en la universidad y sobre todo estaba harto de que el teléfono le sonara cada treinta segundos con un mensaje de su novia hostigándole para saber dónde estaba y por qué no contestaba sus mensajes. Era el cumpleaños de Bokuto, afuera hacía el suficiente frescor como para usar algo abrigado, el otoño parecía tener prisa para llegar y ofrecer un magnífico espectáculo de colores cálidos. Akaashi había dicho que se celebraría el cumpleaños de Bokuto, pero solo serían unos pocos quienes irían, nunca pensó el pelinegro se refería a que solo tres personas asistirían a la fiesta.
—¿No invitaste a alguien más? —le preguntó Tetsuro, los ojos cansados de Keiji le miraron seriamente y antes de que siquiera pudiera decir algo, Kuroo continuó: —Quiero decir, está perfectamente así. Olvida lo que dije.
—Bokuto me dijo que no quería algo grande, simple.
—¿Estamos hablando del mismo Bokuto? —. Se burló Kuroo, pero apretó los labios cuando Keiji ni se inmuto.
—Todos están ocupados en la universidad, así que todos me rechazaron cuando les invite.
Kuroo se sintió incómodo, incluso él se sintió triste al ver que nadie pudo asistir a la fiesta de cumpleaños de Bokuto, entendía que la universidad era difícil, pero era viernes, el lunes era festivo, así que podían asistir sin ningún problema más de tres personas. Bebió de su cerveza para evitar maldecir por lo alto, supongo que nadie merecía tener de amigo a alguien tan hermoso como Bokuto.
—Oye, tu teléfono está sonando. —Tetsuro salió de sus pensamientos y tomó su móvil, en la pantalla se iluminó el nombre de su novia, el pelinegro solo rodó los ojos y contestó. Para eso Keiji se había alejado de él para unirse a bailar junto a Bokuto y Kenma.
—¡Hasta que contestas! —le gritó la chica. —¿Dónde estás? ¿Por qué escucho música?
—Escucha, estoy en casa de un amigo. Quiero disfrutar del cumpleaños de mi mejor amigo y tus constantes llamadas no me dejan hacerlo, así que te pido que guardes toda tu jodida mierda y pares de una vez. ¿Entiendes? —un silencio se formó en la línea durante unos segundos y después sólo escuchó los miles de maldiciones que la otra persona le soltaba, Tetsuro solo se limitó a colgar y bloquear el número de la chica.
—Soy un imbécil. —susurró más para sí mismo, pero cierto peliblanco que se había acercado para invitarle una cerveza escuchó todo perfectamente y como todo buen browlther curioso le preguntó qué era lo que pasaba. —Acabo de discutir con mi novia, supongo que soy un estúpido al seguir en esta mierda que tenemos.
—No lo eres.—le dijo Bokuto mientras miraba a Akaashi—Simplemente no estás con la persona correcta.— el peliblanco también llegó a pensar que hasta hace unos años se encontraba con la persona que se casaría, formaría una bella familia de tres hijos y morirían abrazados el uno con el otro. Pero se equivocó, se aferró a algo que no era para él por mucho tiempo, hasta que encontró en su mejor amigo todo lo que buscó; Amar y ser amado sin importar qué, Keiji era eso que siempre quiso, pero que por ciego nunca miró. —Búscala, la encontrarás pronto.
—¿Crees que no lo hago?
—Estás buscando en los lugares incorrectos.
—¿Dónde se supone que debo buscar, genio? —se burló Tetsuro, realmente le causaba gracia que su mejor amigo ahora le diera una lección amorosa, cuando él era el menos indicado en estas situaciones. Pero siguió interesado en lo que decía, por más paradójico que esto le resultará.
—Bueno, aquí. —se encogió de hombros el peli plata y continuó. —No me refiero a mí, perdiste la oportunidad muchachote. Tampoco Akaashi, él es solo mío. Así que por eliminación solo queda uno, piénsalo.
Y se fue, Kuroo se sonrojó hasta las orejas ante la insinuación de que quizá su persona indicada se trataba de Kenma, ¡Era una LOCURA! Los ojos cafés de Tetsuro vieron al ahora castaño, su cabello largo atado a un moño a medio hacer, las facciones finas que podían enamorar a cualquier chico o chica, la sonrisa encantadora que le regaló cuando sus ojos se encontraron, todo eso le cortó la respiración a Kuroo. Una sonrisa apareció en el rostro del pelinegro, una que desapareció al instante que se dio cuenta que estaba actuando como un idiota, debía centrarse, era su mejor amigo. No podía, no debía.
Pero su corazón hizo caso omiso, y latió como nunca aquella tarde del 20 de septiembre.