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❝Dónde Kuroo y Minji se meten en problemas❞

Palabras: 856

Los alfas observaron la alfombra que decoraba el baño principal de su departamento, ambos se habían puesto de acuerdo para aprovechar la salida de Kozume hacía Nueva York para algún campeonato que tenía y tirar la asquerosa alfombra que el castaño...

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Los alfas observaron la alfombra que decoraba el baño principal de su departamento, ambos se habían puesto de acuerdo para aprovechar la salida de Kozume hacía Nueva York para algún campeonato que tenía y tirar la asquerosa alfombra que el castaño amaba con su alma.

—Ya no quiero hacer esto. —se acobardó Minji, él más que nadie sabía que su papi se pondría como una bestia y no se tentaría el corazón en golpearlos con el periódico enrollado como lo había hecho la vez que ambos, jugando un partido de tenis en la consola, tiraron por accidente una de las placas que la compañía de Youtube le había regalado por pasar cierta cantidad de seguidores.

—Tenemos que hacerlo, esa alfombra solo me hace pasar vergüenza cada que llega alguien de visita. —el pelinegro tomo ambos extremos de la alfombra y cerró los ojos, ¿Qué tenía una simple alfombra? Se preguntarán, ¡Tenía todo de malo! Esa maldita alfombra no era una simple alfombra de un color básico o de un estampado normal, no, era una maldita alfombra de una "mona china" (como solía llamarla Kuroo) mostrando sus grandes atributos traseros. Kuroo se puso celoso cuando los ojos brillantes de su beta trajeron por primera vez esa espantosa alfombra, recuerda que la idea principal del en ese entonces rubio; era ponerla en la sala, era obvio que el pelinegro se negó y a causa de eso tuvieron una discusión enorme. Claramente el beta cedió y a modo de capricho la puso en el baño principal, en donde cada mañana Kuroo entraba y lo primero que lo recibía era la estúpida alfombra.

—No quiero morir a los dieciocho años, papá.

—Le diré que yo lo hice, tu solo ayúdame a sacarla.

(...)

Kuroo llegó a casa con los ánimos altos, sabía que su pareja llegaría ese día y que en unas horas tocaría ir por él al aeropuerto, lo que nunca esperó es que lo primero que recibiría fuera un gritó ahogado por parte de su hijo y después una estela correr hacía sus espaldas.

—¡PAPÁ, DILE QUE NO FUI YO!

—¡Ven aquí! —el alfa de la manada sintió escalofríos cuando por el umbral de la puerta apareció su pareja con una revista enrollada en sus manos, debajo de sus ojos había grandes bolsas oscuras que hacían verle cansado, pero la llama de la furia en sus ojos dictaminaba que por más que tuviera cansancio, no se cansaría hasta encontrar al culpable. —¡¿Dónde está mi preciosa alfombra!

—C-cariño, ¿por qué no hablamos en la sala? —trató de tranquilizar el pelinegro, se acercó poco a poco al beta y lo rodeo por los hombros cuando vio la oportunidad. —Ahí puedo explicarte lo que sucedió con tu alfombra.

Una vez ahí, Minji tomó los cojines y se construyó un fuerte con ellos, sabía que su padre beta no estaría conforme con la respuesta y que probablemente no saldría ileso de ahí.

—Tienes treinta segundos para decirme. —amenazó Kenma. —Quien fue el que tiró mi alfombra. —después señaló con la mano en donde tenía su arma mortal el objeto en el suelo, que tenía manchas de suciedad debido a que Kenma la había sacado del basurero.

—Fue Minji.

—¡PAPÁ! —sacó la cabeza de su refugio indignado, el beta giró la cabeza rápidamente y se abalanzó contra su hijo, golpeando en la cabeza con la revista a modo de castigo. —¡FUE PAPÁ, YO NO QUERÍA! ¡TE LO JURO! ¡POR MI FIGURA DE HARRY POTTER!

Kenma se detuvo cuando escuchó eso y volvió su cabeza hacía la figura de su pareja quien tragó duro al ver como Minji había convencido a su padre con aquellas palabras, pues cuando solía decir la verdad, tenía la manía de jurar por sus cosas preciadas. Kenma lo sabía porque él solía hacerlo también y sabía que no había más valioso que eso. Así que si mentía era una gran decepción interna para ambos.

—No le escuches cariño, solo quiere librarse de tus manos. —retrocedió.

Kenma achinó los ojos y gruñó, estaba molesto. El lobo interior del pelinegro bajó las orejas, mostrando culpabilidad, cosa que se vio reflejada en los ojos esquivos del pelinegro y el tragar fuerte que dio.

—¿Piedad? —rogó Kuroo cuando Kozume se acercó a él con el brazo en alto, dispuesto a golpear a su pareja.

EXTRA

—¡No quiero ver ninguna mancha en esa belleza! —amenazó Kenma a los dos alfas que tallaban con fuerza la alfombra, tratando de sacar la suciedad que había adquirido en el basurero.

—¡Olvídate de salir con tus amigos, de videojuegos o de los comics! —golpeó su hombro con la revista, Minji lo volteó a ver boquiabierto.

—¡Pero yo no hice nada!

—¡No me rezongues! —y le golpeó de nuevo, Minji solo chilló, volviendo a tallar con fuerza la alfombra.

—Espero que estés contento, papá. —gruñó entre dientes Minji hacía su padre alfa, recibiendo un gruñido devuelta por parte de este. Ambos chillaron cuando un nuevo golpe fue a parar en la cabeza de ambos y miraron con ojos llorosos al beta.

—Nada de gruñidos. —enseñó los dientes, mostrando sus colmillos. —Y rueguen porque esas manchas de comida se vayan.

―❝𝔨𝔲𝔯𝔬𝔨𝔢𝔫 𝔬𝔫𝔢‐𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora