CAP. 30

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POV ALBA

Me movía incómoda en la cama, trataba de buscar mil y una posturas pero no conseguía aliviar el dolor que sentía en mi muñón. Llevaba varios días aguantando molestias, sin embargo estos últimos días se había convertido en dolor de verdad.

Natalia hoy dormía en su habitación. Muchas noches las pasábamos juntas pero de vez en cuando preferíamos tener cada una nuestro espacio.

Me encanta dormir con ella, tenerla conmigo, pero también es importante disponer de tiempo a solas. Pasamos las veinticuatro horas del día juntas y no quiero que eso pueda suponer un problema para nosotras.

Necesitaba ir a tomarme algo para el dolor, no podía aguantar más. Me levanté de la cama y fui al comedor. Me senté en el sofá esperando que las pastillas hicieran su efecto. Habían pasado un par de horas y seguía igual, unas punzadas parecía que iban a agujerearme el muñón.

Sin ponerme la prótesis, con la ayuda de las muletas subí las escaleras. Abrí lentamente la puerta de su habitación, Queen al verme me dejó hueco en la cama y me tumbé a su lado.

- Mmh, hola churri - Dijo Natalia levantando las sábanas para que me escondiera debajo, pegada a su cuerpo.

- Nat, - Solo con el tono de mi voz la morena notó que algo no iba bien.

- Qué te pasa? Estás bien? - Sus ojos se habían abierto sin rastro de sueño en cuestión de segundos.

- Me duele mucho el muñón. - Dije abrazándome a ella. Es posible que el contacto físico con ella pueda rebajar mi dolor? Creo que si.

- Voy a por las pastillas - trató de incorporarse en la cama.

- Ya me las he tomado hace dos horas.

- Llevas dos horas despierta por dolor y no me has avisado? - Se había molestado.

- No quería despertarte.

- Te duele mucho? Quieres que vayamos al médico? - Su molestia se había transformado en preocupación.

- No lo sé. Me duele mucho pero no quiero ir al médico y es muy tarde para llamar a Julia. - Natalia miró el despertador, eran las cuatro de la mañana.

- Esperate un momento. - Despareció de la habitación y no volvió pasados unos minutos.

Levantó el pantalón del pijama y empezó a ponerme una de las cremas musculares que había usado anteriormente. Aplicó un ligero masaje y puso una bolsa de agua caliente encima.

El calor que emanaba sobre mi rodilla junto con el calor que emitía su cuerpo empezó a relajarme. Sus caricias por mi cuerpo me llevaron a los brazos de morfeo.

Me desperté a las nueve de la mañana. Natalia estaba sentada con la espalda apoyada en el respaldo de la cama, mi cabeza descansaba en sus muslos.

- Buenos días princesita. - Dijo acariciando mi rostro cuando notó mi movimiento.

- Buenos días Nat. No has dormido? - Pregunté al verla en esa posición. Negó con la cabeza.

- Lo siento Nat,- dije apretandola contra mi cuerpo. Odio la sensación que me provoca ser una molestia para alguien.

- Cómo te encuentras?

- No lo sé. - Dejo un beso en mi frente.

- Estás muy caliente. - Natalia se levantó y fue a por un termómetro. En un minuto el aparato pitó. Natalia lo sacó de mi axila y comprobó la temperatura. Su mueca no me agradó.

En cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora