capítulo 19

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He Zhishu suspiró, riéndose de la estúpida costumbre que tenía por ayudarle a Jiang Wenxu
en absolutamente todo.
Ahora estaba empacándole la maleta.
Los cuatro gatitos están más animados después de haber bebido su leche. Sus patas son tan
cortas que todavía no pueden saltar con facilidad, pero se las ingenian para pedirle que
juegue con ellos.
Suben a la maleta y comienzan a prepararse para dormir.
A He le gusta que se sientan cómodos. Le hace feliz que sean felices.
—Está bien, salgan ya. —He Zhishu utiliza las yemas de sus dedos para acariciar suavemente
sus frentes—: Esperen, tengo que doblar un par de cosas más y después, podemos dormir los
cinco juntos.
Jiang Wenxu se encuentra parado junto a la puerta, pero no se atreve a hablar. Le gusta la
gentileza de He y le llama la atención verlo hablándoles como si pudieran entenderle.
Recordó que cuando era más joven, tenía unos Husky siberianos muy torpes en su casa. No
podía cuidarlos bien, pero podía soportarlos. Después de todo, no era como si fuera un sujeto
completamente insensible...
No le gustan los pelos, sin embargo, la primera vez que vio su abrigo de gamuza repleto de
pelos de perro, supo que no quería tener nada que ver con ellos otra vez. Estaba harto y los
regaló a un amigo cercano un par de días después. Los ojos de los perros le suplicaban, pero
su desesperación no llegó al corazón de Jiang Wenxu en absoluto.
Pero ahora, mientras veía a He Zhishu y a los cuatro gatitos jugar juntos, una cálida
sensación de armonía y tranquilidad le embargó por unos momentos. En ese instante, a Jiang
Wenxu ni siquiera le importó el pelo de gato que podría pegarse al traje o a las camisas.
Jiang Wenxu nunca será tan feliz como al lado de He Zhishu. Incluso si está lo
suficientemente cansado de los días por culpa de su tratamiento, él continúa acompañándole
por el camino. No podrá ser capaz de reemplazarlo. Jiang Wenxu lo entenderá tarde o
temprano, porque no lo hace ahora. La gente siempre tiene una gran confianza en que las
cosas no cambiarán, en que lo que tienen en el momento siempre estará al alcance de sus
manos. Creen inconscientemente que las personas les pertenecen y las tratan como
propiedades... Pero el corazón humano es una variable gigantesca. Especialmente cuando He
Zhishu forma parte de esa ecuación.
A Jiang Wenxu no le gusta usar una bufanda. Tiene una alta confianza en su cuerpo y la tiene
también en su sistema inmune. Cuando sale, siempre es He Zhishu el que se encarga de cubrirlo. Lo reprende, le anuda la tela de cachemir y le sonríe. Jiang Wenxu miró hacia abajo.
Se rio y dijo como en otras veces:
—Mi amorosa esposa.
Zhishu lo miró y palmeó la bufanda como si estuviera orgulloso de como la había colocado
esta vez:
—Ten un buen viaje.
Jiang Wenxu extendió la mano. Tocó las delgadas mejillas de He Zhishu y suspiró:
—Comamos juntos cuando regrese. Estás demasiado delgado. Incluso puedo ir y
acompañarte a hacerte una revisión.
He teme que realmente cumpla con su palabra. Teme que tenga tiempo y teme que se entere
de todo lo que hasta el momento le ha estado ocultando. ¿Puede ser posible que lo haga de
verdad?
✤✤✤✤✤✤
He Zhishu mira con atención la partida de Jiang Wenxu. Su espalda le parece infinitamente
más ancha que de costumbre. Su cintura es recta, y cuando camina, lo hace de un modo
diferente, fluido y elegante. Se queda en la entrada y se despide con un movimiento de su
mano... Incluso si esa persona no mira hacia atrás en ningún momento.
Cierra la puerta, se sienta en la mesa y come medio tazón de gachas de mijo ya frías.
Durante los viajes de negocios de Jiang Wenxu, rara vez le contesta el teléfono. Tal vez está
realmente ocupado, tal vez He es un mero inconveniente. He Zhishu no revisará sus
publicaciones y tampoco le pondrá atención a sus estados por el siguiente mes y medio...
Siempre tiene miedo de descubrir algo que no le guste.
Y a esas alturas, es imposible evitar ya nada.
✤✤✤✤✤✤
Después de la quimioterapia, He Zhishu no tuvo una reacción tan grave del tratamiento, y el
cabello no se le cayó tanto como lo esperaba. De todas maneras, He Zhishu no se atreve a
tomárselo a la ligera.Sabe que desde que decidió comenzar con el tratamiento para la
enfermedad, las cosas solo pueden ir empeorando.
Siempre es mejor pensar en el peor resultado. Así no se ilusiona tanto.
Ai Ziyu parece tener mucho corazón para He Zhishu, y lo demuestra llamándole por teléfono
incluso más veces de las que lo hace Jiang Wenxu. Él le llama durante las tardes y He
encuentra divertido molestarle con eso. Lo toma como un juego entre los dos.
—Doctor, hablar por teléfono durante el trabajo es una falta grave. Qué irresponsable.
Ai Ziyu contesta:

—También llamé a otros pacientes. No te creas mucho.
He está descubriendo lentamente, que Ai Ziyu usa palabras absurdas con bastante
frecuencia. Ríe mucho, habla de todo y se llena de una infinita tristeza cada vez que le ve.
Como si él fuera el enfermo.
Después de tantas interacciones, piensa que esta persona es particularmente interesante. Su
boca es más rápida que su cerebro y no se da cuenta cuando murmura:
—Es igual a Wenxu.
He Zhishu se rasca el cuello y siente de inmediato que es realmente malo comparar a Ai Ziyu
con Jiang Wenxu.

Los diez años en que más te ameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora