capítulo 26

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He Zhishu abrió la puerta, la casa estaba limpia y los gatitos dormían juntos mientras
soltaban pequeños ronquidos.
Tal vez, el médico tenía muchos pacientes y estaba estresado por ello. Tal vez necesitaba
dormir más o, quizá el café no sabía bien... He Zhishu suspiró pesadamente, pensar en
posibles escenarios no es algo que pueda hacer con tan limitada imaginación.
✤✤✤✤✤✤
Los siguientes días fueron muy tranquilos, y la vida de He Zhishu pareció detenerse
silenciosamente. El teléfono del doctor daba la impresión de estar apagado todo el tiempo y
por consiguiente nunca pudo invitarlo a cenar. Jiang Wenxu no llamaba, pero a veces le
mandaba algunos mensajes de texto cálidos por la noche.
Le tomó cuatro o cinco días a He Zhishu salir de nuevo. Si no tenía apetito, por lo menos
podía entretenerse comprando comida para llenar los muebles de su casa.
Hoy el viento trajo consigo copos de nieve.
No lleva en su cuello una bufanda así que simplemente compra algo y planea irse a casa con
rapidez. Cuando camina hacia un callejón, no se percata de un enorme charco de agua en el
suelo. Se cae y se pone inmediatamente de cuclillas.
El dolor es inevitable, pero no puede permitirse la autocompasión. Se muerde el labio en
silencio, se levanta y empaca las cosas esparcidas por el suelo... Finalmente se inclinó y
comenzó un tormentoso viaje para ir a casa.
✤✤✤✤✤✤
Cuando está solo, se siente abandonado y deprimido. La amargura muestra ser lo
suficientemente fuerte como para hacerle sentir helado y con rapidez, se percata de que el
tiempo lo ha vuelto incluso un hombre apagado... La frialdad de He Zhishu no puede
quitarse, lo que ha experimentado solo duele una y otra vez, despedida tras despedida.
Los cuatro pequeños gatos crecen muy rápido, lo puede notar al sentir sus largas patas sobre
él. Les encanta cuando los envuelve entre sus brazos y sus pequeñas garras se enganchan
entonces en la tela de su cuello y de su abdomen. Él sabe que son cálidos, esponjosos, huelen
bien y lloran por hambre... Su mente encuentra un nuevo pasatiempo, picando las almejas y
el pescado de una sopa hasta convertirlo en un caldo blanco y lechoso.
He Zhishu no esperaba que Jiang Wenxu regresara a las once de la noche.
Él sabe que el sueño que siente es superficial, y se despierta por completo cuando la puerta
comienza a abrirse.
Jiang Wenxu se quita los zapatos de cuero de vaca italianos y lanza su grueso abrigo de lana
en el sofá. Este hombre nunca usaría una bufanda mientras estuviera con vida, piensa He
Zhishu.
—¿De vuelta ya?
Jiang Wenxu levanta ambas cejas:
—¿Por qué no has dormido todavía?
He sonríe y toca suavemente las manos de Jiang Wenxu. Hace frío y él está helado:
—No me dijiste que volvías ¿No querías que te recogiera?
Jiang Wenxu se aproximó y le dio un pequeño beso:
—El vuelo fue demasiado tarde, no quería molestarte. La temperatura de invierno en Beijing
es demasiado baja.
He Zhishu no respondió al sonido de su voz y rompió rápidamente su agarre con la mano de
Jiang Wenxu:
—Hay un poco de sopa de pescado en la cocina, lo pondré a calentar y te daré un poco.
Jiang Wenxu asiente. La expresión en su rostro es mucho más suave ahora:
—Iré primero a bañarme.
Jiang Wenxu se apresuró y cuando salió, He Zhishu estaba poniendo la sopa caliente en un
tazón de porcelana blanca.
—Cambié la receta, pero el sabor está bien. Ya verás.
Jiang Wenxu tomó el tazón. Puso cara de asco.
He Zhishu dijo:
—Los gatitos no pueden soportar el sabor del aceite, no pueden comer sal tampoco.
Jiang Wenxu bebió la sopa como si fuera una medicina. Dejó de lado el plato, se limpió la
boca y estiró los brazos hacia He Zhishu. Lo presionó contra el sofá de una manera muy fácil:
—Cuando no estoy en casa, ¿te la pasas jugando con los gatos a cada instante?
Zhishu solo negó con la cabeza. Su expresión era muy tierna, pero la frialdad en su voz era lo
suficientemente obvia como para ser ignorada. Jiang Wenxu se acercó y quiso besarle en los
labios. He Zhishu inclinó suavemente su cabeza y un ligero beso cayó sobre aquella mejilla de
piel áspera.
—Estoy muy cansado. —He conoce cada punto en el rostro de Jiang Wenxu como la palma de
su mano. Sabe que está irritado sin necesidad de mirar los complicados ojos oscuros encima
de su cabeza—: Estás cansado tú también, ¿o no? Vamos a la cama temprano.
—Te extrañé mucho —dijo Jiang Wenxu. Su aliento, cerca de la oreja de He Zhishu, lo
calienta—: Déjame abrazarte al menos.
Jiang Wenxu conoce que las orejas de He Zhishu son muy sensibles. Su voz es muy buena,
sus manos también deben sentirse bien y mientras se acerca, al rozar su piel, más convencido
está de que ya lo tiene dominado...
Sin embargo, He Zhishu solo frunció el ceño.
Esta vez está disgustado con su atención. No quería trabajar con él y no deseaba ser
estimulado por Jiang Wenxu de ninguna manera. Después de pensarlo, tomó la iniciativa y
abrazó a Jiang Wenxu:
—Listo, voy a dormir ahora.

Los diez años en que más te ameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora