capítulo 16

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Jiang Wenxu arrojó a He Zhishu sobre la cama al día siguiente y, nuevamente, justo como un
perro grande, olfateó a He Zhishu.
—¿Qué es ese olor?
El cuello de He Zhishu es muy sensible, no le resulta fácil ser golpeado de improviso por su
aliento caliente.
—¿Olor?
Jiang Wenxu le mordió la clavícula:
—Hueles a gato.
Zhishu sostiene el rostro de Jiang Wenxu entre sus manos y sonríe antes de besarle la frente:
—Entonces, puedes imaginar que estás abrazando a uno.
—¿Vas a bañarte verdad?
Jiang Wenxu llenó de besos la cara de He Zhishu y luego, repitió lo mismo con su vientre.
Los sonidos bajos y las respiraciones entrecortadas de He Zhishu tienen, inconscientemente,
un poco de excitación impregnada.
El sonido de la necesidad de He Zhishu es muy placentero... Wenxu lo admitiría mil veces si
se lo pidieran: Suena incluso mejor que su amante.
Le gusta porque es tímido... Y cuando los tímidos se entregan, lo hacen a profundidad. De
buena manera.
—No... No me dejes marcas. Fui al hospital el otro día y cuando me quité el abrigo...
Jiang Wenxu se mueve muy agresivamente sobre el cuerpo de He Zhishu e interrumpe sus
palabras. Le corta la respiración, le entumece los dedos. Sus ojos arden, están inundados en
lágrimas:
—... Wen... Lento ... Que sea lento...
—Voy a ir lo suficientemente lento. —Jiang Wenxu lo acaricia con suavidad entre las piernas.
La acción hace que su cuerpo se curve, empieza a salivar a medida que le besa ahora por los
muslos—: ¿Cortaste tu cabello?
He se muerde los labios. Las acciones sobre él son tan intensas que apenas puede formular
una respuesta:
—Sí... Lo... Lo corté... ¡AH…!
Wenxu se levanta, se inclina y le ataca el cuello una vez más. Lo hace porque sabe que a He
Zhishu le gusta sentir sus labios bajo su oreja. Le gusta sentir su barba de un día... Le gusta
cuando succiona su garganta. Le encanta tanto que le sostiene, le araña y le pide por más.
Jiang Wenxu rara vez ve la iniciativa de He Zhishu, y por esa razón su corazón comienza a
temblar. El jadeo que suelta cuando le muerde, es sin embargo repentinamente confuso.
No puede evitarlo y termina tomándole del cabello. Lo sostiene con fuerza y le pide de nuevo
que vaya más despacio. Wenxu le sostiene de las piernas, las flexiona y se arrodilla sobre la
cama. He Zhishu no puede soportarlo más. Casi pide clemencia gritando:
—Jiang... Jiang Ge... ¡Más lento! ¡Te lo ruego! ¡Más lento!
Al final, Jiang Wenxu no puede evitar sentirse absolutamente feliz con sus súplicas. Se siente
más renovado de lo que ha estado en mucho tiempo. Cuando Jiang Wenxu estira sus
articulaciones, sostiene todo el cuerpo de He Zhishu entre sus brazos. Le acaricia la espalda,
la cadera y sus pequeños glúteos, todo de poco en poco.
Después de un largo tiempo, susurró:
—Dios ¿Por qué repentinamente estás tan delgado?
✤✤✤✤✤✤
Al día siguiente, cuándo He Zhishu se despertó, Jiang Wenxu ya se había ido. Nevaba
nuevamente y hacía mucho frío. He se sienta en silencio por un tiempo. Intenta no dejar caer
todo su peso, se mueve un poco y se queja porque tiene la cintura adolorida, las piernas no le
responden...
Tiene una sesión de quimioterapia hoy.
Al salir de la habitación, se sorprende demasiado al ver que los platos de comida de los gatos
están llenos de comida y rebosantes de agua limpia. No puede creer que Wenxu le ayudara a
hacer eso. Todavía queda pasta, gachas y arroz en la mesa. Se puede comer después de
calentarlo en el microondas, piensa.
Zhishu se estira, sacude la cabeza, sonríe y toma las cuatro bolitas pequeñas y peludas del
suelo entre sus brazos. Da una vuelta con ellas por todo el departamento y después de beber
su medicamento, se cambia de ropa, los deja en su cama y se va al hospital.
He se miró en el espejo antes, por lo que ahora camina sin necesidad de una bufanda por la
banqueta desierta. Afortunadamente, Jiang Wenxu escuchó sus palabras durante la noche y
no dejó ninguna marca en algún lugar visible... Aunque, bueno, los lugares que están
cubiertos por su ropa son un desastre.
Cuándo va por la carretera, su estado de ánimo continúa siendo muy tranquilo... Sin
embargo, cuanto más cerca está del hospital, más lento comienza a moverse. Ai Ziyu le había dicho claramente que tenía que ser hospitalizado durante la quimioterapia, pero He Zhishu
se negó sin dudarlo ni siquiera un poco. No quería escuchar sobre las terribles secuelas que
tendría, ni de los efectos que aparecerían inevitablemente con el tratamiento.
Porque tiene miedo... De en lo que puede llegar a convertirse.
He Zhishu no lo analizó demasiado, pero sabe que este proceso será muy doloroso y
terriblemente largo. La quimioterapia hace que He Zhishu sienta que está muriendo, que lo
matan. Es realmente incómodo, el dolor de cabeza es asqueroso, y la quemazón en todo el
cuerpo le hace sentir que va a estallar. Siente como si sus vasos sanguíneos se estuvieran
llenando de gusanos gigantes que se aplastan y se retuercen bajo su piel. El dolor es el
infierno en la tierra. He Zhishu le tiene miedo al dolor... No sabe si podrá soportar la
próxima oleada de sufrimiento, menos si resistirá a los siguientes días.
Las pálidas mejillas de He Zhishu están mojadas por el sudor frío, y los labios que acababan
de ser mordidos por sus duros dientes, están goteando de sangre.
Ai Ziyu le confesó a otros médicos que tomaría un descanso todos los días a la misma hora
por un par de semanas para acompañar a un paciente especial que llegaba sin familiares.
Aunque había administrado quimioterapia a un número casi exagerado de personas, siente
un terrible dolor instalándose en su pecho mientras lo mira a él. Sentado, sufriendo. Se siente
sumamente angustiado.
—Sr. Ai...
Ai Ziyu se siente aturdido mientras le llama. No sabe si es el sudor o son las lágrimas las que
están empapándole la piel. Quiere quitarle la sangre de la boca, sus labios están azules....
Para Ai, sigue siendo, sin embargo, una cara absolutamente preciosa.
—Tú... no me dijiste que dolería así...
Ai Ziyu le dio una suave palmadita sobre la espalda:
—Está bien. No pasa nada, se acabará muy rápido. Yo estoy aquí.
Zhishu le sonrió, y el pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda se dejó ver en todo su
esplendor.
El dolor en los ojos de He Zhishu es tan real, le hace sentir tan roto...
—Realmente me duele. Me ha dolido por mucho tiempo.
—Lo sé, lo sé de verdad.
—¿¡Por qué no puede dejar de hacerlo!?

Los diez años en que más te ameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora