Capítulo 2 {Segunda parte}

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De repente, el camino conduce a un pequeño claro. El río corre directamente a través de él. Es precioso, y lo digo.

—Este lugar es hermoso.

—Eso pensé —responde—. Cuando estoy aburrido, manejo al azar por las carreteras. Te sorprenderías de lo que te encuentras.

—Esto es genial —afirmo. Niall se acerca y se sienta en la hierba—. ¿Por qué me trajiste aquí?

Encogiéndose de hombros, dice.

—¿Por qué no?

Me acerco y me siento frente a él. Me quito mi mochila, dejándola en mi regazo.

—Me siento como si estuviera en una película o algo así.

—¿Por qué dices eso?

Lo miro un minuto.

—¿En serio? ¿Me estás preguntando eso? —Sólo me mira con una sonrisa perfecta—. Dijiste que responderías a mi pregunta.

—Sí, lo hice, ¿cierto? Quieres saber lo que estoy haciendo.

—Sí, eso estaría bien —le respondo.

Con sus bonitos ojos celestes, me mira.

—Me recuerdas a alguien de quien era realmente cercano, y quiero ayudarte.

—Creo que estoy más allá de la ayuda —afirmo.

—¿Cuál es el problema contigo misma? Pareces una gran persona.

Gimiendo, digo.

—Tengo problemas más complicados que las personas normales.

—Déjame ayudarte con eso —replica Niall.

Mis ojos casi ruedan en la parte posterior de mi cabeza.

—¿Cómo me ayudarás?

—¿Cómo quieres que sea tu vida? —pregunta.

Eso me hace pensar por un minuto. Suspiro.

—Me gustaría tener más amigos. Deseo al menos lucir como una chica normal. Hay muchas cosas que deseo.

—Bueno, con todas esas cosas te puedo ayudar.

Mirándolo, le pregunto.

—¿Cómo?

—Sólo tendrás que confiar en mí, ¿de acuerdo? —responde Niall, con una gran sonrisa.

—¿Por qué habría de hacerlo? —pregunto.

—¿Qué podrías perder? —replica.

Con un poco de ceño fruncido, digo.

—Nada, en realidad.

—Bien, empezaremos ahora mismo. Háblame de ti.

¿Qué digo a eso?

—Me guardo las cosas para mí. Tengo una vida de mierda en casa, de la que no voy a entrar en detalles.

—¿Qué te gusta hacer?

—Dibujar, soy una aspirante a ser artista, supongo que se podría decir eso —susurro. Apartando mi mochila de un tirón, se levanta. Lo sigo rápidamente.

Se sale del camino y abre mi mochila.

—¡Ajá! Tal como lo sospechaba, un libro de dibujo.

—Dámelo —grito—. ¡Por favor! ¡Nadie nunca ha mirado eso!

Volviéndose de nuevo hacia mí, dice.

—¿Nunca le has mostrado a nadie tu trabajo?

—No —le digo, agarrando mi mochila—. El único arte que alguien ha visto es en clase, lo que diría que es mi respiro de la escuela, pero Sonya también está en la clase. Ella presta más atención en hacer de mi vida un infierno, que a la clase.

—¿A qué hora es? —me pregunta.

Tomo una respiración profunda.

—En el último período, que es donde comienzan mis excelentes tardes.

Niall me mira.

—Haces que suene como que tu vida apesta.

—Así es. Realmente apesta —me quejo, dejándome caer de nuevo en el suelo—. No tienes idea.

—Te daré este consejo. Aprecia la vida, sólo tienes una.

Mirándolo.

—¿Puedo tener la de alguien más?

Resopla.

—Me aseguraré de que quieras la tuya.

—Soy tan ridículamente patética —suspiro—. Ni siquiera puedo hablar con los chicos. Por supuesto, nunca he tratado.

—¿Por qué no?

Ahora, tiene que ser estúpido.

—Soy horrible.

—No creo que te veas horrible —responde Niall, volviendo a sentarse delante de mí.

—Entonces no deberías llevarnos a ningún lugar, porque estás ciego.

Niall se cae de la risa. Se acuesta y pone sus brazos detrás de su cabeza.

—La belleza está en el ojo del que mira, y lo que necesitas es darte más crédito. Si quieres ser diferente, entonces haz algunos cambios.

—Ésa es la cosa —suspiro—. No tengo ni idea de qué hacer. No podría decirte cómo peinar mi cabello, o cómo vestirme. ¿Ves lo que estoy usando?

—Sí —dice Niall —. Creo que tienes tu propio sentido del estilo.

—Sí, si te gusta la gente que se viste a ciegas en la oscuridad.

Mirando hacia el cielo, Niall suspira.

—Serás mucho trabajo.

—No necesito ser tu caso de caridad —espeto.

—No quise decirlo de esa manera, cálmate. Quiero decir, impulsar tu autoestima. Tienes que ver lo que yo veo.

Cruzando los brazos, pregunto sarcásticamente.

—¿Y qué es lo que ves?

—A esta gran chica que parece ser una buena persona. No creo que necesites hacer algo contigo misma, pero si quieres, te ayudaré.

—Está bien —refunfuño—. No puedo creer que esté haciendo esto. —Hay una pausa mientras miramos a lo lejos—. Sinceramente, lo único que quiero por encima de todo, es dejar de ser molestada. Siempre pensé que, si alejaba todas las cosas malas, ellos sólo me dejarían en paz.

Niall se sienta y me mira.

—Te prometo que Sonya nunca más se meterá contigo cuando yo haya terminado.

—¿Cómo garantizarás eso? —le pregunto.

—Sólo confía en mí. De todos modos, oí un gran consejo una vez. La secundaria apesta. Es difícil. Sin embargo, son sólo cuatro años de tu vida. Cuando eres adolescente eso es mucho, pero cuando te gradúes y ya no estés en la secundaria, rara vez tendrás que ver esas personas alguna vez. Puedes hacer lo que quieras. Puedes mudarte a otro lugar. Son cuatro años, sólo cuatro. Una vez que terminan, un nuevo mundo se abre y no tienes que recordar ni pensar en la secundaria si no quieres.

Tratando de no sonreír, digo.

—Sólo un año más, acabo de cumplir 18. Por lo tanto, creo que no tendré que esperar tanto.

—¿Cuándo fue tu cumpleaños?

—No el sábado pasado, sino el de antes de ése —suspiro—. Odio mi cumpleaños sin embargo.

Con una inclinación de cabeza, Niall pregunta.

—¿Por qué?

—No he hecho nada para mi cumpleaños desde que tenía 8 años. Mi mamá a veces lo recuerda, pero en su mayor parte lo olvida, o no le importa. Así que, este año, ni una sola persona siquiera recordó mi cumpleaños, a excepción de mi profesor de arte. Él me dio un nuevo conjunto de lápices de carbón, unos muy bonitos.

—Bueno, entonces, tenemos que seguir —grita Niall alegremente, mientras se levanta.

Extiende su mano y me agarra. Me levanto y pregunto.

—¿A dónde vamos ahora?

—Vamos a celebrar tu cumpleaños.

Empiezo a mover la cabeza, y sigo.

—No, no, no, ¡eso no es por lo que te lo dije!

—Lo sé, pero tengo hambre e iremos para tener una cena de cumpleaños. Todo el mundo necesita algún tipo de pastel para su cumpleaños. Nunca cocinaría para ti porque no puedo cocinar ni para salvar mi vida, pero el restaurante tendrá pastel. Vamos, será divertido — dice Niall, con su grande y hermosa sonrisa.

—Bueno, está bien —respondo—. Puedo pagar por mí, sin embargo.

Niall se burla.

—¿Quién paga por su propia cena de cumpleaños?

—Me acabas de conocer, ¡no tienes que hacerlo!

Mirándome con una mirada muy seria, Niall dice en voz baja.

—Déjame hacer esto.

La mirada en sus ojos me dice que no discuta.

—Está bien —susurro. Toma mi mano y me empuja hacia el camino.

Cuando llegamos a la motocicleta, dice.

—¿Conducirías?

Jadeante, digo.

—¡No! ¡Ni siquiera tengo mi licencia de conducir! ¡No puedo conducir una motocicleta!

—¿Por qué no tienes licencia de conducir?

Mi mirada se dispara hacia la distancia.

—Mi mamá nunca me dejó conseguirla. He estudiado y memorizado el manual, así que en cuanto me gradúe y consiga un verdadero trabajo. Conseguiré una.

—¿Por qué no tienes trabajo en este momento? Podrías trabajar de noche o los fines de semana —señala Niall, mientras se coloca el casco.

Tomando una respiración profunda, respondo.

—Mi mamá necesita mucha ayuda, y es más o menos mi responsabilidad cuidar de ella.

—¿Está enferma? —pregunta, vacilante.

Resoplando, replico.

—Se podría decir eso. Realmente no hablo de mi vida en casa con nadie, sin ofender.

—No me ofendo, te conseguiré tu licencia antes de que terminemos, también. La necesitarás.

—No tienes un auto en el cual enseñarme —le señalo.

Poniendo una gran sonrisa en su rostro, Niall dice.

—¿Quién dice que no tengo auto?

—No lo sé. No vi uno en tu casa. Por supuesto, no estaba realmente buscando uno.

—Está en el taller en este momento. Arreglando algunos problemas de funcionamiento. Ahora, súbete a la motocicleta. Tengo mucha hambre.

Me pongo el casco, la mochila y subo en la parte trasera.

—¿A dónde vamos?

—¿Hay algo especial que quieras? —pregunta.

—No, quizás un lugar que no sea tan popular. Me gustan los restaurantes más tranquilos.

Encendiendo la motocicleta, Niall asiente.

—Me parece bien.

Conducimos por la ciudad, serpenteando a través de las calles. Estoy empezando a pensar que no tiene idea de a dónde vamos. Finalmente, nos detenemos en un pequeño edificio.

—¿Qué es este lugar?

—Es un pequeño restaurante mexicano. Tienen los mejores burritos. ¡Cómo del tamaño de tu cabeza!

—Oh, bien —me río. Caminamos dentro y el olor de la buena comida inmediatamente me golpea. Hace que mi estómago gruña. Mamá puede alimentarse sola esta noche. Esto va a ser grandioso.

Niall se desliza dentro de una de las cabinas y me siento frente a él.

Una camarera aparece.

—¿Qué puedo traerles de beber?

—Una cerveza, por favor —dice Niall, entregándole su documento de identidad.

—Cualquier soda de dieta está bien para mí —agrego.

La camarera asiente y se va. Niall me mira.

—Así que, mañana es viernes y tengo que trabajar todo el día, pero el sábado y el domingo, estoy libre. ¿Podemos empezar entonces?

—Claro —le respondo—. No me gusta estar en casa los fines de semana de todos modos.

—Tengo grandes planes para ti, jovencita. Aunque tenemos que empezar lentamente. Si lo hacemos todo a la vez, será uno de esos clichés que transforman las cosas. Oh, mira, ella se operó todo y ahora es una nueva persona. Haremos las cosas con lentitud, de modo que no seas un blanco fácil para esa chica.

Riendo, le digo.

—Has estado pensando en esto, ¿no es así?

—Pensé mucho en ello anoche —responde Niall, casi en voz baja. Rápidamente cambia de tema—. ¿Qué tipo de ropa te gustaría usar?

—Ése es el punto. ¡No lo sé! No quiero ser extravagante ni nada.

Con un suspiro de exasperación, Niall gime con sarcasmo.

—Bien, sin vestidos ajustados de cuero.

Eso me hace reír.

—No, lo siento, sin nada de ropa ajustada.

—Es una pena, la ropa ajustada es sexy. — Niall menea las cejas.

—No creo que pueda ser sexy, pero algo normal es suficiente. Quiero ser normal.

Niall me guiña un ojo.

—Te verás muy sexy. Confía en mí.

Ahora, mi cara tiene que haberse puesto roja.

—Lo dudo.

De repente, la camarera se acerca. Deja la cerveza de Niall y mi bebida.

—¿Qué les sirvo?

—Oh —replico—. Ni siquiera he visto el menú.

—Está bien —exclama Niall —. ¿Comes carne? —asiento. Se vuelve hacia la camarera—. Denos dos números tres.

La camarera sonríe y dice.

—Pediré la orden.

Inclinándome, pregunto.

—¿Qué nos acabas de pedir?

—¡Te va a encantar! Confía en mí. Entonces, háblame de ti. No me tienes que mostrar tu arte, pero tiene que haber otras cosas.

Me muerdo el labio. ¿Realmente haré esto? Nunca lo he hecho antes.

Tomando una respiración profunda, meto la mano en mi mochila y saco mi cuaderno de bocetos. Los pongo encima de la mesa.

—Puedes verlos.


The Art Of The Life - NiallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora