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Belle fijo su vista en los ojos de él.

- ¿Qué has dicho? – enarco una ceja.

- Quiero que te cases conmigo y seas mi esposa – susurro mientras tomaba su rostro en sus manos.

Ella se quedó pasmada ante lo que le había dicho. No imagino que aquella pregunta.

- ¿Qué dices? – insistió él.

- Me acabas de decir que me darás tiempo para que me enamore de ti y... Ahora sales con ¿qué quieres que me case contigo?

- Sé que ha sido algo precipitado, pero... podemos intentarlo.

Belle se alejó de sus brazos mientras intentaba salir del agua.

- Belle... - susurro él mientras la tomaba de su muñeca-. Olvida lo que he dicho, ha sido algo imbécil de mi parte.

- Un matrimonio no es algo que se decida porque si, va más allá de una obsesión.

- No es una "obsesión", como tú lo llamas – gruñó por lo bajo-. ¡¿Cuantas malditas veces te lo tengo que repetir?! – alego furioso.

Ella negó con la cabeza.

- Durante todo este tiempo has demostrado ser un hombre posesivo. No puedo estar lejos de ti porque imaginas cosas en tu cabeza.

- Conocí a una mujer que me ayudo salvándome la vida, supe desde ese instante en que no podía dejarte ir. Eres como una droga, entre más intento dejarla más me lanza a querer probarla.

Belle arrojo un suspiro.

- Lo que siento por ti es sincero, aunque creas que no lo es – pego su frente a la de ella-. Y no importa el tiempo que me tome demostrarlo, lo haré.

- Vas a aburrirte de mí – respondió ella.

- Jamás me aburriría de ti – la beso con pasión tomándola de la nuca y atrayéndola hasta él. Sus besos eran el estasis que lo arrojaban al delirio, la perdición y el amor.

Aquel era un sentimiento nuevo. Un hombre que jamás había experimentado lo que era amar a otra persona, era como conocer un mundo que jamás había explorado. Como entrar en el terreno del enemigo sin conocerlo.

La olió y se dejó llevar por lo que sus brazos sentían al tocarla, todo en ella parecía perfecto. Su aroma, sus besos, su rostro, sus caricias. Era el néctar prohibido que consumía a diario.

La laguna se convirtió en ese instante en el escenario de más de uno de sus encuentros cuerpo a cuerpo.

Pensó en ese instante que incluso el bonito paisaje los adornaba.

- Voy a esperar – la respuesta salió de sus labios. Precisa. Exacta. Era lo que él quería escuchar-. Voy a darte el tiempo para que logres enamorarme – le dedico una sonrisa.

Él solo se limitó a dibujar una sonrisa mientras le devolvía un beso en la comisura de los labios.

**

Se sentó en el borde de la cama, detallo cada parte de la bóveda subterránea. Tenía un plan desde hace años en caso de que ocurriese aquello.

Recordó en su mente la imagen de Fabrizio y él cuando eran tan solo unos adolescentes.

El pacto de sangre con la familia.

Juraron fidelidad a la familia, mientras se cortaban la yema del dedo con una navaja de afeitar.

Marco quería seguir el legado de su padre. Quería demostrar que era fiel a las tradiciones en la familia, a las reglas. Fabrizio prefirió el juego sucio el de los traidores. Y la muerte solo podía liberarlo de aquel error.

Peligrosa OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora