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Marco y Belle se devolvieron a la mesa en la que se encontraba sentado Niccolo Bellucci.

- Lamento la tardanza mi esposa no se sentía bien – se disculpó el italiano mientras sostenía una de las copas de champagne en sus manos.

- ¿Cuánto llevan de casados? – enarcó una ceja Niccolo-. Parecen muy jóvenes.

- Un mes exactamente – contestó con firmeza Marco-. Pero la conozco desde hace tres años – dirigió su vista hacia Belle quien le devolvió una sonrisa en respuesta.

Niccolo se tomó el tiempo necesario para observar a aquella mujer, no podría ser tan idéntica a su ex mujer. Aquella no era una simple coincidencia. Podría ser su hija, la hija que durante todo este tiempo había estado buscando.

- ¿Se siente bien? – preguntó Marco cuando notó que se la comía con la mirada. Aquello lo había incomodado. No soportaba que otro hombre pusiera los ojos de esa forma en Belle-. ¿O acaso se ha asombrado con la belleza de mi esposa? – enarcó una ceja a modo de retarlo.

- Marco... - susurró Belle palmeando su mano-. Per favore cálmate.

- Deja que conteste el caballero – apretó los labios al responder.

Niccolo dibujo una sonrisa.

- Por supuesto que es muy hermosa, pero no la estoy viendo con la intención que se te cruza por tu cabeza Don Valentiniani, sólo se me ha parecido a alguien de mi pasado es todo – dijo seriamente mientras daba un sorbo a su bebida-. Como lo he dicho esta tarde, la Santa Corona Unita desea negociar con usted.

- Bien... – dijo seriamente Marco. Algo no le convencía del todo de aquella repentina asociación-. Entonces hablémoslo en privado usted y yo – respondió dejando con rudeza la copa vacía encima de la mesa.

- Va bene – respondió Niccolo acomodándose la corbata de su traje-. Domenico quédate con la señora Valentiniani – se dirigió a su jefe de seguridad cuando lo vio con la intención de seguirlos.

El hombre obedeció y se quedó junto a Belle en la mesa mientras los dos italianos se alejaban por el pasillo para hablar.

- No me la creo – Marco arrojó a Niccolo contra la pared sacó el arma de su pretina y le apuntó a su cabeza-. He visto como la veías, ¿qué quieres de mí? – gruñó apretando los dientes.

- Primero que todo, debes controlar tus impulsos de marido celoso, tu mujer a donde sea que vaya despertara la vista en más de un hombre, pero te aseguro que ella no tiene nada que ver con mi asociación contigo.

- ¿Me tomas por imbécil? – enarcó una ceja el mafioso-. No te creas muy listo conmigo por tener más tiempo en tu poder. Puedo ser peor que tú cuando se trata de ella.

Niccolo se convenció de que Marco era un hombre al que no podía engañar fácilmente. Debía buscar una mejor forma de acercarse a ella sin despertar la intriga en él, no al menos hasta que estuviera seguro de que era su hija.

- No involucro nada personal en los negocios, Calabria tiene lugares excelentes para el tráfico de cocaína, perdí un cargamento el mes pasado por escoger mal mis rutas, debía buscar alguien en quien pudiera tener confianza, así que tú eres el indicado, pero si no quieres el negocio, es muy fácil, dices que renuncias a este y ya.

Marco soltó a Niccolo mientras este se acomodaba el traje.

- Calabria. Te veré allí en un mes, y si descubro que hay algo detrás de esta asociación. No voy a medir mis consecuencias. Debes saber algo Niccolo, siempre termino descubriendo todo – respondió Marco avanzando de regreso a la mesa.

Peligrosa OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora