Epilogo

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Abandonó la iglesia en busca de Marco pero se encontró con que este ya no estaba allí.

¿A dónde habrá ido? – se preguntó Niccolo Bellucci así mismo.

Mientras miles de preguntas cruzaban por su cabeza, Niccolo tomó en sus manos el único recuerdo que ahora llevaba consigo de su hija, aquella vieja fotografía de su primer amor y ella era en ese instante como el más valioso tesoro.

- Daría mi vida por ustedes – contuvo sus lágrimas al imaginar que tal vez alguna vez en su vida todo hubiera sido distinto-. Te falle Esther, cuanto lo siento... - susurro al mismo tiempo en que pequeñas lagrimas caían a la par en la fotografía.

- Don Niccolo, deberíamos regresarnos a casa – interrumpió sus pensamientos Dominico su mano derecha.

Nicccolo suspiro regresando la foto un bolsillo de su saco.

- ¿Crees que enserio la amó? – enarco una ceja él-. ¿Crees que en realidad Marco amó a mi hija, Dominico?

- ¿Acaso no lo vio señor? Ese hombre estaba muerto en vida. No tenga dudas de que lo hizo.

- Ella era feliz, lo fue... Le agradezco a Marco que la hiciera feliz los últimos días de su vida – ni el mismo creía sus palabras al pensar en aquello-. Lo que sentía el por Annabelle no era una obsesión, era su forma de demostrar cuanto la amaba. Me recordó mi historia con Esther.

- No se atormente por eso – lo consoló Dominico -. Podrá ver a su nieto cuando quiera, podrá verla en él.

- Quiero regresar a Roma, quiero visitar la antigua casa de Esther.

Niccolo avanzó hasta su auto estacionado en una de las esquina. Vio bajar la figura de una mujer de un auto, una cabellera roja larga caía a ambos lados de sus hombros.

- Niccolo... - susurro ella al verlo parado en la entrada de la iglesia-. Cuanto lo siento amour.

- ¿Qué haces aquí Colette? – le pregunto a la francesa de forma fría.

- He venido por ti, no quería dejarte solo.

- No lo necesito – gruño entre dientes haciendo que ella bajara su mirada-. Debiste regresar a Francia para firmar con la agencia de modelos por la cual estabas tan entusiasmada.

La mujer se acercó hasta él mientras alejaba una lágrima de su mejilla, la actitud fría de él ya no le sorprendía.

- ¿Porque siempre eres tan testarudo? – le preguntó tomando sus manos en las suyas-. Debajo de esa coraza se esconde un hombre maravilloso. No tienes por qué demostrarme que eres fuerte. Te conozco...

- Perdí a mi hija, ya no tengo nada que hacer aquí – dijo ahogando un sollozo.

- No puedes renunciar al resto de lo que hay en tu vida. Niccolo déjame ser quien te ayude a curar tus heridas.

- No hay nada en mi vida – dijo con firmeza-. Es mejor que te regreses a Francia, cualquier hombre se volvería loco por tenerte a su lado. Sobre todo uno más joven que yo.

- Yo no quiero a otro que no seas tú, te amo Niccolo – unió su frente a la de él-. He renunciado a la agencia – apretó los labios al decirlo.

- ¿Por qué lo has hecho? – pregunto dudoso-, era tu sueño.

- Descubrí algo que me va dejar por fuera de las pasarelas un tiempo. Podemos ahora hacer nuestra vida como la quisiste...

Colette se quedó con su vista fija en él esperando una pregunta de su parte, pero Niccolo no la hizo.

- Entonces solo regrésate a Francia y déjame solo. No puedo quedarme a tu lado, mi dispiace (lo siento) – se alejó de ella dándole la espalda.

- ¿No piensas decirme más nada? – enarco una ceja furiosa-. ¿Solo te alejaras de mí y ya?

- No hay nada que hablemos tú y yo.

Colette tomo un fuerte suspiro limpiando sus lágrimas. Si quería que desapareciera de su vida lo haría.

- Si así lo quieres, no habrá nada entre tú y yo – dijo con firmeza mientras pasaba de largo y caminaba hasta el auto-. Que todo vaya de maravilla en tu vida Niccolo.

Después el auto se alejó lejos de él. Una vez más dejaba ir a la mujer que amaba por seguir con su vida. Estaba condenado a cometer el mismo error.

**

Marco se sentó en el borde del abismo con sus pies desplegados a ambos lados. Tomo entre sus manos el diario que Belle había escrito, ahora había reunido tan solo un poco de valor para leerlo.

Se sorprendió de lo maravillosa que era para escribir, para expresar con palabras como se sentía. Siempre había sido de esa forma, dulce y maravillosa, no había algo malo en ella.

Se deshizo de sus lágrimas mientras pasaba página por página con las yemas de sus dedos, entonces se detuvo en una hoja en especial. Había una fotografía de el con una anotación en letras cursivas.

Tú padre es el ser más maravilloso que he conocido. Lo he amado con cada uno de sus defectos, he encontrado el paraíso en sus ojos y el amor en sus brazos, mis días más felices han sido junto a él. No tengo la menor duda que cuidará de ti como lo ha hecho conmigo.

Eres para mí lo primero Marco Valentiniani. Te amo sin importar lo que suceda en nuestras vidas, te amo como la primera vez.

- También te amo – susurro pasando sus manos por la página. Te amaré para el resto de mi vida. Eres mi calma Belle.

El mafioso se levantó de allí dejando el diario a un lado. A pesar de todo lo que había leído, nada borraba lo que su corazón sentía. Ya no había luz que lo sacara de aquella oscuridad, así que acercó una vez mirando al vacío.

El llanto de un bebé se escuchó en el lugar y lo hizo girar.

- Don Marco por Dio, ¿qué hace? – escucho la voz de Basilio a sus espaldas.

- ¿Qué haces con mi hijo aquí? – enarco una ceja.

- Aléjese de ahí – dijo preocupado su jefe de seguridad por lo que su jefe fuera a hacer.

- La hice feliz... Belle fue feliz conmigo – dijo en medio de un sollozo.

- Claro que lo era, usted la hizo feliz, ella siempre lo fue.... No cometa una locura.

- Ya no tendré que actuar como un posesivo con ella, ya nadie podra decir que la aparta de mí. ¿Qué he hecho mal? Luché... - dijo en medio de las lágrimas-. Luché por recuperarla, para que estuviéramos juntos y al final... la perdí de nuevo, con la única diferencia de que esta vez no la podre recuperar.

- Don Marco, sé que es difícil lo que siente, pero – Basilio miro al bebé en sus brazos. ¿Qué iba a ser de esa criatura sin sus padres?-. Mírelo...- se intentó acercar a él despacio-. Es lo único que tiene de ella.

- No... - negó con la cabeza-. La necesito, yo necesito a Belle, ella es como el aire en mis pulmones. No ha pasado una semana y siento que ha pasado una eternidad. ¿Sabes lo que es regresarte y no verla? ¿Cómo puedo seguir con mi vida fingiendo que todo está bien?

- No puede dejar solo al bebé. ¿Acaso no se lo prometió?

- ¡Promesas, promesas y más promesas! – grito-. Nunca he sido bueno para cumplir promesas. Antes de todo no sabía que era el amor, no sabía que era sentir algo por otra persona. Y ella me salvo la vida, descubrí más que amor con su sola presencia. Pero ya no está, y no quiero sentirme de nuevo como la basura que soy.

El italiano se acercó a la orilla sin pensar en lo que haría, estaba determinado a darle fin a su vida.

"Cuando salvas la vida de alguien, entregas la tuya para darle una vida a otra"

No quería creer en la certeza de esas palabras, así que solo cerró sus ojos con fuerza esperando lo que el destino le tuviera preparado.

FIN

Peligrosa OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora