UNO: Indigno

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Narra Autora

¿Alguna vez han sentido náuseas luego de varias horas sin llorar?. Como cuando hay tanto dolor en el interior de tu pecho que un nudo se forma en tu garganta y ya no puedes pensar claro; la luz desaparece, pierdes la fe y lo único que quieres hacer, la única solución que eres capaz de encontrar, es suicidio.

Todos conocemos a Dazai como un chico inusual que busca a alguien con quien morir, nos reímos de sus extraños intentos de coqueteo o del hecho de que use vendas como accesorio, ¿pero han pensado más a fondo al respecto?, quiere acabar su vida sin sentirse solo, o no amado: No amado con tanta inmensidad como la del océano o de una manera tan brillante como lo es el sol. Porque quiere saber que, en su último instante de vida, alguien le acompañaría incluso a la tumba solo por el doloroso motivo de amarlo.

Cada día, intenta desesperadamente encontrar a alguien que sea capaz de conceder un deseo tan grande como ese, pero mientras más busca, más se da cuenta de que el amor, o como él percibe al mismo, no es real.

Sus pensamientos se intensifican y se pregunta más y más a menudo; ¿Cuál es el sentido real de la vida?, ¿hay razones gratas para estar vivo?, ¿o es un castigo divino?, ¿algo inexplicable que un humano jamás podría llegar a entender?

Y sin embargo, ¿sería él indigno de ser humano?. ¿Podría Osamu de verdad llegar a entender el punto de lo que todos llamamos "vivir"?...

Pues debajo de esa bella máscara, de esa dulce sonrisa, hay un hombre joven que pide por auxilio, amor, motivos, razones, personas por las que valga la pena continuar. Y aunque no sea el inicio como tal, puedo contarles esta historia desde aquel momento en el que todos en A.D.A se reunían para hablar de un extraño caso que aterraba a Yokohama. Las luces apagadas al mismo tiempo en el que el proyector apuntaba a una de las paredes, todos sentándose a la par con miradas vagas, confusas o atentas, haciendo parecer al mismo, y ante la perspectiva de Osamu, un cuarto lúgubre, lleno de oscura seriedad. Fukuzawa fue el primero en hablar:

─En los últimos 13 años, al otro extremo de Yokohama, en cuatro oportunidades se han producido incendios grandes en los que no se ha logrado encontrar lo que les provocó. Pero no se les había dado importancia hasta ayer, que se ha incendiado una bodega ocupada en ese preciso momento por una banda criminal que había ocultado sus rastros a la perfección, siendo durante años casi invisible para la policía. Sin embargo, la investigación realizada por las autoridades prefirió girar en torno a la diferencia entre este incendio y los tres anteriores. El fuego contenía diferentes tonos celestes y rojos cuando se expandió por la bodega, quemando en vida a varios de los hombres dentro, pero las llamas han desaparecido antes de que los bomberos llegasen a la escena, como sí nunca hubiera pasado─. Dazai observa el borde de la mesa frente a él, sus ojos no expresan emoción alguna, aunque sí parece prestar atención a lo que se dice.

─Un dotado, ¿no?─.

(...)

Ya por la tarde, Osamu y Doppo han llegado al lugar en el que se esconde la organización que produce aquellos incendios, y en este instante, van en su busca. Bajan del auto, dejándolo entre maleza o ramas rotas, y caminan suavemente entre los arboles. Kunikida sostiene su arma con decisión. Dazai le hace ceñas con sus manos. De repente, una balacera da inicio, el de coleta se esconde entre los arboles y el suicida corre sin más en dirección de los enemigos, como sí confiara plenamebte en que ninguna bala chocaría contra él aún sí se acercaba mucho.

Entonces, encuentra con la mirada una puerta oscura oculta entre bellas flores de diferentes tonalidades rosas. He sin preocuparse por las espinas, las arranca, derribando la puerta de una sola patada y girando rápidamente hacia el lugar en el que estaba escondido Kunikida.

Los balazos habían dejado de oírse, todos los enemigos que antes disparaban ahora yacen entre tierra y rocas. Doppo oculta el arma debajo de su chaqueta y luego de dedicarse una corta mirada inundada en seriedad, cruzan el grisáseo umbral, suspirando de manera pesada. No se ve nada, pero al momento en el que Dazai saca una linterna y alumbra, Kunikida vuelve a disparar.

El castaño bota una mesa a un costado y el equipo se oculta detrás de esta mientras que más y más gente llega y, a pesar de saber que luchar contra la Agencia de Detectives Armados es prácticamente un suicidio en masa, una balacera vuelve a dar inicio.

A los cinco minutos, solo dos hombres quedan de pie, y con lentitud y cuidado, recorren un largo pasillo hasta llegar al inicio de unas polvorientas escaleras, las bajan con rapidez, nadie llega, nadie ataca, sospechan dos cosas; O los que restaban escaparon, o mataron a todos los que se encontraban en aquel lugar. Con una linterna buscan el interruptor, pero apenas lo apuntan se dan cuenta de que alguien lo ha roto. Dazai avanza mientras trata de acostumbrar sus ojos a la oscuridad, su mirada penetra cada centímetro del cuarto, guía el objeto con su mano, siente su propia respiración y sus pasos hacen eco entre aquellas cuatro paredes.

─A-a...─ Se oye un murmullo y ambos jóvenes voltean a verse con rapidez, Dazai mueve la linterna con brusquedad, en cuestión de instantes se dan cuenta de que la habitación es más larga y un leve golpeteo contra cristal llama su atención. Entonces, unos segundos más tarde... La linterna alumbra al lugar indicado.

...

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¡Gracias por leer!, estaba ansiosa por publicar esto. Espero que les haya gustado<3

INESTABLE [Dazai y tú] (completa/editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora