CINCO: Deseo

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EDITADO

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'Un millón de hombres, y tú'

Narra ____

Porque dices querer ir al cielo... ¿O no?.

La manera en la que me susurra al oído provoca que mi piel arda y una sensación extraña haga aparición por debajo de mi abdomen. Mis mejillas enrojecen y, sabiendo que aún está a no más de tres centímetros de distancia de mi oreja, volteo a verle.

Se mostró sorprendido cuando nuestros ojos se encontraron, pero no se movió de su lugar, y poco antes de pegar sus labios a los míos e invadirme en un fuerte calor, sonrió de lado. Entonces quise alejarme, mas aún el shock del momento no me permitió siquiera corresponder a lo que él había hecho con mi rostro. Pero vi una opción a penas nuestras bocas se tocaron, «convencerle de que estaba a sus pies y... Huír, huír en el mejor momento posible, sin importar cuantos días o noches pasasen después de esto».

Sin embargo, el miedo aún no se había ido; Mi piel ardía, y se dio cuenta cuando rozó mi rostro con una de sus manos, llevando hacia atrás a uno de mis cabellos. Entonces, se separó de mí y me miró con... ¿Con culpa?, p-pero... ¿Cómo?

¿Por qué él, un hombre, me miraría con culpa luego de haber hecho eso?, ¿o era la poca luz del lugar la que me estaba engañando?...

Haciendo a un lado las mantas, tan a anonadada como curiosa me le acerqué con cierta duda y desabotoné aquello que cubría su camisa azulada botón por botón, mientras pensamientos confusos invadían mi cerebro. Estando en el mismo cuarto que un chico de mi edad, o cercano a ella, de noche, a solas, ¿y él sólo quiso juntar nuestros labios?... ¿Eso era... Normal?

Pero, ¿y sí yo terminaba siendo la que lo controlara?, ¿y sí el terminaba por creer que yo era la obediente, pero al final él era el que me obedecía a mí?

Me senté sobre él, y sentí su mirada sorprendida pasear por mí cuando rocé mi cuerpo contra el suyo. Temblaba, pero...

Esto... Quizá era una mala idea. Sin embargo, ¿qué otra opción me quedaba?

No quería ir a prisión, quería huir e elegir por mí misma la forma en la que moriría. Pues... Una parte de mí sabía que no quería volver a ser controlada por los demás, pero otra reconocía que era un peligro para cualquiera.

Así que... Por donde lo viera... Mi única opción, lo único que yo misma había elegido para mi vida, era que moriría a penas tuviera la oportunidad...

Sí no me hubieran salvado de morir ahogada...

Sacándome de mis pensamientos, una pequeña sonrisa se dibuja en su cara e, cambiando roles, él me agarra de ambos hombros y me jala hasta yo quedar dejame suyo. Me asusté, cerré los ojos y giré la cabeza hacia un costado, toda la valentía se me había ido.

─¿No quieres hacerlo, verdad?. Manipularme con tu belleza es una de las cartas más viejas del libro─. Musitó, soltandome y alejandose levemente de mí al unísono en el que sonreía. Pero mi sorpresa fue obvia.

─Son ideas tuyas...─. Susurré, sin saber qué más decir, al mismo tiempo en el que levantaba mi cuerpo, y volvía a unir nuestras bocas.

Fui torpe, los recuerdos no me permitieron besar a alguien sin sentir que debía correr lejos de quién fuera esa persona. Pero él... Dudó, despegó nuestros labios y me miró nuevamente a la cara, con sorpresa.

Y en ese instante de silencio las preguntas volvieron a invadir mi cabeza, ¿por qué me miraba de esa forma?, sus nervios, de alguna manera, me tranquilizaban.

Creí que... Todos los hombres eran malos, que todos los hombres me usarían para satisfacer sus deseos, fuera lo que fuera. ¿Entonces, por qué él?...

Antes de que me diera cuenta, mis manos se movían solas en dirección de sus mejillas, y cuando le jalaron hacía mí y provoqué que nos volviéramos a besar, lamió mi labio inferior como esperando a que yo hiciera algo que no entendí de manera inmediata.

Sorprendentemente: Con cada movimiento que hacía, era como sí me pidiera permiso para continuar.


Ahí, mi plan cayó por la borda. Dejé que mi espalda volviera a tocar las sabanas, mi cuerpo había comenzado a reaccionar a sus caricias, me sentía cálida y me gustaba la forma en la que su boca tocaba delicadamente a la mía. No supe cuando pero, de un momento a otro, aunque los dos continuabamos con la ropa puesta- y no con los cierres hasta arriba, entre otras cosas-, yo fui quien se dejó dominar para luego caer a un costado de la cama, y conversar tímidamente hasta por fin quedarme dormida, sabiendo de alguna manera que, como me había dicho minutos atrás, él cuidaría de mí mientras yo descansaba.

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INESTABLE [Dazai y tú] (completa/editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora