┌──❀*̥˚──◌─────❀*̥˚ Blackbird singing in the dead of night Take these broken wings and learn to fly All your life You were only waiting for this moment to arise └◌───❀*̥˚ ──◌───❀*̥˚
↬blackbird; the beatles
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━ ✾ FRANCE, JULY1978 ✾ ━
Había un viejo dicho que solía decír: "Es mejor prevenir que lamentar." Y él estaba a punto de prevenir lo que posiblemente lamentaría en un futuro.
—¿Estás seguro que quieres hacer esto? —preguntó por segunda vez su novia.
Estiraba su ojo con el dedo índice, encapsulado en su típico semblante serio y frío, sin voltear a verla en ningún momento. Al parecer la pared abigarrada tras la ventanilla le resultaba más interesante.
—Si, Debbie, es la única manera de llevar la empresa.
Deborah, su antigua novia de toda la adolescencia, sonreía emocionada, tirándose encima de él desde el asiento trasero, envolviéndolo en un abrazo.
—Entonces ¿Nos casaremos?
Él asintió, abrazándola a penas. Ella no se sorprendió; era tan frívolo que el simple hecho de ser correspondida por rara vez en un abrazo la satisfacía.
Sin embargo la verdad más allá de su personalidad era que no quería casarse con ella. La llama de su amor se había apagado hace ya un buen tiempo y las pocas cenizas sobrevivientes se las había terminado por llevar el viento.
Pero ¿Recuerdan que estaba a punto de prevenir lo que lamentaría? Es aquí donde entra la mano de su padre, quien le había heredado la empresa familiar, y el único ultimátum para administrarla finalmente era cumplido casándose con Debbie.
¿Por qué casarse?
Deborah era hija de un socio importante para la compañía, que para equilibrar su gran peso en la balanza también era una actriz y modelo nacionalmente reconocida, teniendo así el balance ideal para casarla con el futuro dueño de la empresa, convirtiéndolos en el lazo perfecto para el alcance de marketing que necesitaban y por supuesto la extravagante suma de sifras numéricas que cargaría ésta conveniencia a sus bolsillos.
—¿Está seguro de lo que va hacer, señorito Taylor?
Él volcó sus esferas azules sobre el chófer, Peter, quien conociéndolo desde que era un indefenso niño, recibiendo ahora la madura mirada del joven no careció de una respuesta concreta. Aquellos ojos habían hablado por sí mismos y revelado más palabras de las que su boca pudo articular.
