Capítulo veintinueve.

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Juliette

Corro lo más rápido que he podido en mi vida, siento mis piernas arder pero no le tomo importancia, acelero un poco más y entro al palacio derribando una de las puertas, los Guardias que quedan se ponen en posición de ataque pero se tranquilizan al verme, bajo las escaleras de tres en tres pero tropiezo con mis propios pies provocando que caiga el último tramo que queda, rodó por los escalones de ésta levantándome rápidamente, ignoro la cortada en mi mejilla que está cicatrizando rápidamente, empujo las puertas de la fortaleza real abriéndola por completo, mis piernas fallan provocando que caiga de rodillas, mis lágrimas invaden de nuevo mi rostro, lo único que queda en la habitación son cenizas, me derrumbo en el suelo, las lágrimas corren por mis mejillas sin descontrol, los sollozos provocan fuertes sacudidas en mi anatomía, me abrazo dejándome caer por completo en el piso sin dejar de llorar, había perdido al hombre que amo y a mi hijo, he perdido a ambos.

Unos brazos me rodean haciendo que me levante, golpeo a la persona que me sostiene, sollozo y grito contra él, esta me abraza fuerte, las lágrimas corren por mis mejillas sin parar, tomo la ropa de la persona atrayéndola a mí, sollozo contra su pecho, susurra palabras de consuelo contra mi cabello pero ninguna la creo, el dolor de la perdida invade cada partícula de mi ser.

Me mueven tranquilamente hacia las escaleras, intento apartarme pero me retienen, alejo un poco mi cabeza encontrándome con el semblante de Steve, me sigue intentando dar ánimos pero yo no lo escucho, sube conmigo a paso tranquilo, he dejado de gritar y hacer ruido pero las lágrimas siguen, mis mejillas se encontraban empapadas, Steve y yo llegamos hasta el primer piso, Natasha entra junto a Rhodes y Okoye, al verme en mi estado la ahora rubia corre hacia mí para envolverme en sus brazos, Steve se aparta de nosotros, todo el ruido es extinguido, abrazo levemente a Natasha pero no sé si está hablando o solo me está sosteniendo.

Horas después nos encontrábamos todos en la sala de juntas, Thor, Rhodes, Rocket, Bruce, Natasha, Okoye y Steve. Una humeante taza de té estaba frente a mí, tenía mi mirada perdida en la mesa, hacía unos minutos había salido del shock inicial pero no hablaba con nadie.

            — Debí apuntar a la cabeza — susurra Thor, estaba al igual que yo, con la mirada perdida sentado apartado de todos nosotros, rompe tormentas estaba a su lado, el Dios se veía abatido, la culpa lo estaba consumiendo.

            — Thor, hiciste suficiente — susurra Natasha yendo hacia donde esta y poniendo una mano sobre su hombro apretándolo levemente intentando reconfortar al Dios nórdico.

            — Muchos debimos hacer muchas cosas — habla el mapache haciendo que me sobresalte un poco, el me mira burlonamente — ¿Qué niña, te sorprendo?

Mi mirada se dirige hacia él, su sonrisa burlona resta cualquier regla de buenos modales que mi madre me había inculcado hace décadas, al ver su semblante de superioridad me hace olvidar cualquier mínima intención de tratar bien a esa comadreja, estoy a punto de hablar cuando Steve se interpone entre ambos — No te metas con ella — lo amenaza colocando un plato en la mesa, se acerca al mapache intimidarlo un poco, el compañero de Thor decide retirarse de donde estaba, Steve asiente satisfecho girándose hacia mí, el plato que ha dejado en la mesa contenía un sencillo emparedado, el Capitán lo acerca hacia mi — Come un poco — me susurra, mira a todos en la sala suspirando al darse cuenta de los resultados que hemos obtenido contra el homicida— No es momento de estar buscando culpables, o de reprochar nuestras capacidades en la hora de la batalla, es hora de buscar soluciones, Thanos nos pateó el trasero, a todos no solo a uno — suspira — Y si esto nos pasó a nosotros hay que tener en cuenta que el prometió que sucedería en todo el universo.

A Peculiar Little Marvel Story | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora