A Peculiar Little Marvel Story | Bucky Barnes

Capítulo treinta y ocho.

Dedicado a Ityesenia_1505

Gracias a ti pude imaginarme la boda de Bucky y Juliette

Bucky

Sonrió ante la imagen que el espejo me da, observo a mi hijo estirando el moño en su cuello lo mas posible, incomodo con usar este tipo de ropa tan nueva y rara para él, rio levemente agachándome hasta su altura, el pequeño de mechones rojizos como los de su madre me mira atento —Mamá se enojara si llegas sin el —acomodo el corbatín nuevamente en su lugar pero esta vez dejándolo un poco flojo para que el niño no sienta la incomodidad.

             —No me guda (no me gusta) —dice haciendo pucheros ante mí, asiento levemente concordando con su opinión.

             — Ni a mí, pero si lo usamos mamá se sentirá muy feliz, y al final del día podre darte el helado que tanto quieres.

El ojiazul abre al máximo sus ojos y asiente contento ante mi propuesta dejando en paz su corbatín por al menos cinco minutos, me levanto nuevamente girando hacia el espejo, observo mi figura enfundada en un traje a la medida escogido especialmente por la novia, arreglo la corbata azul rey alrededor de mi cuello finalizando con un nudo limpio, el ajetreo detrás de mi estaba siendo hábilmente bloqueado por mi cerebro, todo el ruido llena mi sistema auditivo cuando Steve coloca su mano sobre mi hombro para llamar mi atención, me tenso ante el contacto del Capitán, giro hacia mi costado viendo al rubio frente a mí, este sonríe incómodamente enfundado perfectamente en su traje de vestir.

             — Es hora, amigo, si no salimos ahora, Jules llegara antes al parque.

Asiento levemente abrochado mi saco —Adelántense un poco —le pido a Sam y hago una seña para que se lleve a Raphael consigo, el pequeño toma la mano de su tío y sale dando saltitos contento —Tenemos que hablar —hablo volteando hacia Steve nuevamente —Sobre Juliette.

El caucásico me mira tragando sonoramente —¿Qué pasa con ella?

              —De todas las cosas que te puedo perdonar Stevie, esta es una que no puedo, no puedo perdonarte el hecho de que estuviste con mi mujer, con mi futura esposa —me desahogo después de cuatro meses en silencio, cuatro meses en los que no he podido dejar de pensar en ellos dos juntos haciendo lo que yo una vez tuve de la pelirroja y he tenido nuevamente —¿La amas? —pregunto sin estar seguro de que quiera conocer la respuesta a la pregunta que no he podido retener por más tiempo —Los veo juntos y lo único que pienso es en ti y en ella solos por cinco años, Juliette se ha encargado de hacerme creer que no te ama, no sé si es una excelente mentirosa o yo soy el paranoico que no quiere creer del todo en eso, ¿La amas, Steve?

El rubio se queda callado frente a mí, perplejo por mi declaración, su semblante de un ceño fruncido cambia a uno neutro, su cabeza se mueve respondiéndome antes de que use las palabras —No la amo, Bucky —contesta finalmente y luego ríe —Estuve con Juliette porque no quería que se rindiera como una vez lo intento cuando no te tenia a ti ni a mí, ¿Te contó eso? ¿Qué en 1945 intento suicidarse?

Parpadeo varias veces sin poder creer la confesión de mi mejor amigo, niego levemente sosteniéndome de la silla cerca de nosotros —Nunca me dijo eso —susurro lentamente.

              — Tampoco a mí, tampoco a Tony, a nadie le ha dicho eso más que a Howard Stark.

              — ¿Cómo lo sabes entonces?

              — Howard fue el encargado de meter a Jules en criogénesis y en el transcurso de que buscaba el método para revertir los efectos del suero del Súper Soldado, escribió diarios y diarios para ella, para que cuando despertara tuviera algo que la anclara nuevamente a la tierra, pero no supo de la existencia de uno, uno que iba dirigido especialmente a Tony, Tony lo leyó sin que nadie lo supiera, antes de perderlo en el derrumbe de su casa, en uno de los pasajes del diario, Howard, relato la noche en la que Juliette le confeso su intento de suicidio mediante el cual se enteró que era inmortal.