Capítulo diecinueve.

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Juliette.

Finalmente lo había encontrado, intento no sonreír al verlo en la cafetería, Ruscow me había dado un descanso de las misiones, después de mi fracaso con la misión en Sokovia no quería verme por ninguna razón en las instalaciones por eso optó por darme todo un mes de vacaciones, no sin antes imponer su dominio sobre los Agentes y darme un castigo ejemplar frente a todos los reclutas, las vacaciones las había aprovechado al máximo, día tras día investigaba las nuevas localizaciones de James, hasta que finalmente paro, en Rumania.

Tomo un sorbo de mi malteada y sigo viendo al ojiazul, sigue teniendo el pelo largo, pero ahora lo agarraba en un lindo moño, algunos mechones caen sobre su cara y este los aparta de vez en cuando, noto que tapa su brazo de metal con las mangas de una camisa bajo su uniforme, saluda a los clientes sonriendo, pero a kilómetros noto que su sonrisa es falsa, no llega del todo a sus ojos, pero se esfuerza y es lo que me hace feliz.

Aparto la mirada cuando el voltea, me entretengo en el periódico frente a mí, siento como alguien se desliza en la silla al otro lado de la mesa, tomo la esquina del periódico y paso de hoja, levanto la mirada y mis ojos verdes chocan con los ojos azules de James, estudio su cara, tiene un poco más de barba que la última vez que lo mire, esta tiene algunos mechones café claro y otros más oscuros, miro sus ojos azules que me estudian, su nariz está un poco torcida, creo que es el resultado de muchas peleas. Nos observamos mutuamente, yo suelto el vaso de mi malteada y llevo mi mano bajo mi mentón, apoyándome en esta, sonrió de lado cuando noto sorpresa en su mirada.

          —Para haber sido una espía, no eres muy buena en tu trabajo.

Ahora es mi turno de sorprenderme, el sabia eso de mí, ¿entonces me recuerda?

           —James —susurro y el me mira.

           —Leí sobre ti en un museo —me contesta —y sobre mí.

           —No te creo — sonrió en su dirección y niego levemente —me recuerdas.

           —Solo recuerdo lo que decía la exposición —dice evadiendo mis ojos, mi sonrisa se acentúa más, era una expresión cazadora, lo tenía donde quería.

           —Nunca supiste mentirme —rio.

           —¿Cómo? — su boca se entreabrió sorprendida, finalmente acaba con su teatro, me acomodo en la silla y sonrió ampliamente.

           —A diferencia de otros, eres muy bueno mintiendo, experto diría yo —rio —Tantas veces que le decías a tu madre que irías a la escuela, pero realmente ibas a repartir periódico para conseguir unos cuantos centavos extras —sonrió enternecida por el recuerdo —Lo decías sin pestañear, me llevabas a mí y a Steve a tu lado para que ella creyera esa mentira, pero creciste y dejaste de decirle eso, y ella te obligo a ir a la primaria mientras tenías 15 años —rio —no eras tan lento gracias a mí.

Bucky me sonríe, creo que recordando, espera a que siga.

            —Recuerdo que a muchas chicas de mi clase les gustabas —rio y niego —y a ti te gustaba la atención, creo que gracias a eso te volviste el chico pícaro que fuiste toda la vida, salías con todas las que podías, y a veces me rompías el corazón —el baja la mirada y mueve sus manos nerviosamente —Porque no sabias mentirme, cada vez que yo te pedía salir conmigo, para algún juego, una caminata, lo que sea, pero coincidía con una salida con alguna chica, me decías que tenías que ir a entregar periódico, seguía siendo tu trabajo, pero cuando me decías "Jules, disculpa, pero tengo que entregar un paquete especial en la tarde" lo decías bien, sin ninguna traba, pero tus ojos se apartaban de los míos.

A Peculiar Little Marvel Story | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora