«Pensé que nadie lo veía, pensé que a nadie le importaba, pensé que a nadie le lastimaba»• • •
El tiempo se agota.
A cada persona le llega su hora. Cada quien sabe cuando llega o esta apunto de llegar. Cuando lo sienten quieren pasar todo lo que les queda con sus familiares, no les gusta desperdiciarlo. En cambio, los animales no actúan de la misma forma que los humanos, no, cuando ellos sienten que morirán se alejan, se separan de su familia y mueren solos. Un ejemplo concreto serían los perros, cuando estan moribundos no regresan a casa y la familia que los adopta queda impaciente por su desaparición, buscando desesperadamente hasta encontrar (si tienen suerte) su cuerpo.
Me encantaría vivir como una persona ornidaria y gastar mi tiempo en cosas como mi familia, pero entonces me acuerdo de todo, me acuerdo de que me odian, y las ganas de estar con ellos se me pasan.
Mi tía, por otro lado, me encantaría estar con ella y decirle que la amo, que me perdone, que no quería hacerle daño... Me encantaría decirle muchas cosas, o incluso, me gustaría quedarme a su lado sin decir nada, solo... Estar a su lado.
Mañana sería lunes y por consiguiente, sería la fiesta por el final de las clases.
Me tumbé en mi cama. Pensandolo mejor, la fiesta sería en la noche y yo no podría quedarme por mucho tiempo. Yo no debería de ir a esa fiesta, era mejor no hacerlo. Así que no lo haré, tampoco creo que haría mucha falta, yo nunca hago falta en ninguna parte.
La puerta de mi habitación fue abierta bruscamente, mi cuerpo se levantó de la cama quedando sentada en ella mientras observaba a mi tía que entraba y avanzaba hacía mí, extendiendome su celular.
Sus cejas estaban fruncidas, parecía enojada, frustrada, fastidiada, cansada...
Agarré el móvil lentamente mientras que ella buscaba entre mi armario. Fruncí el ceño, ¿Qué hacía? Me acerque el celular a mi oreja sin apartar la vista de mi tía que buscaba entre mis cosas desesperadamente.
—¿Diga?
—¿Arcadia? ¿Eres tú?—la reconocí, esa voz era de mi madre.
—Soy yo, Cristina—desde el día que me fuí de casa, cuando ellos me abandonaron, deje de llamarlos mamá y papá.
—Soy tu madre, Arcadia.
—No empieces, tú no te mereces ser llamada madre. Ahora, ¿Para qué me llamas?
Mi tía ahora buscaba en el baño.
—Tú no quieres hablar con nosotros. Te hemos estado llamando hace...
—Al punto—la interrumpí.
—Queremos la cadena que te dió Sofi, Arcadia. ¿Dónde está? Díselo a tu tía para que nos la envié.
—Eso no sera posible.
—¿Qué? Arcadia, no me vengas con tus idioteces.., estamos mal, ¿Bien? No tenemos dinero y esa cadena es de oro puro. Tal vez podamos, no sé, venderla.
Mi ceño se frunció. Eso era lo que mi tía buscaba desesperadamente. Tapé la bocina del celular para hablarle a mi tía.
—Dejá de buscar, no la encontrarás—le avisé.
Pero ella seguía buscando sin escucharme. Quité mi mano de la bocina y le seguí hablando.
—No te daré la cadena.
—No te lo estoy pidiendo, Arcadia. Es una orden. No confundas las cosas.
—No te daré la cadena—repetí—. Nunca te la daré.
Y colgué.
Miré a mi tía que seguía buscando y le volví a hablar tratando de llamar su atención.
—No encontrarás la cadena. No la busques.
Seguía buscando ignorando mis palabras, iba a hablar cuando escuché un murmullo, pero no paraba de buscar entre mis cosas.
—... Debe de andar por aquí, solo busca...
Ella se hablaba a sí misma y no paraba de buscar. Me levanté de la cama preocupada para tocarle el hombro intentando, de nuevo, llamar su atención.
—Dejá de buscar, no esta allí—dijé.
Ella se quedo paralizada al sentir mi mano sobre su hombro, la quité y dí dos pasos hacía atrás. Se volvió hacía mí y entonces lo pude notar.
Su rostro. Se veía cansada, estresada. Tenía ojeras y su labio temblaba terriblemente, sus ojos habían perdido el brillo que les caracterizaba. Ya no era ella.
—...¿Por qué? Dime Arcadia, ¿Por qué? ¿Que hay de malo contigo?
Mi ceño se frunció.
—¿A que te refieres?
Miró hacía otro lado mientras con sus manos desordenaba su cabello desesperadamente, estaba impaciente. Volvió a mirarme, pero esta vez estaba enojada, o al menos eso fue lo que deduje de su expresión.
—Estoy harta de esto, Arcadia—comienza a contar con sus dedos—No me hablas, no me prestas atención, no le hablas a tu padre ni tampoco a tu madre. No sé donde estas la mayor parte del día. El director me ha llamado muchas veces quejandose de tu actitud con los maestros y siempre regresas con heridas y...
Respiró hondo y comenzó a llorar. No supe que hacer. Adel estaba cargando con todo el peso de estar a mi lado. Trataba de lucir fuerte, pero había llegado a su punto límite, Adel no soportaba más nada. Era mucho para ella.
No supe lo que hacía hasta que me encontraba a mí misma abrazandola. Adel estaba sorprendida, pero aún así.., ella también me abrazó.
Lloré junto a mi tía porque no sabía que decirle.
—¿Que...? ¿Que hay de malo contigo, Ardi?
Ardi, así me decía Sofi y Adel cuando estaba pequeña, cuando fingía que todo estaba bien y que no afectaba mi vida tanto como en realidad era.
Me separé de ella.
—Lo siento.., lo siento mucho...
Y salí corriendo de la casa. Corrí hasta llegar a la playa. Estaba oscureciendo pero no me importaba. Lejos de Adel estaba mucho mejor.
Estaba sola y tenía un gran peso de culpa en mi interior; a todas sus víctimas.., yo nunca hice algo para salvarlas.
Nunca me moví. Nunca hice algo.
¿Que hay de malo contigo?
Esa pregunta permanecía en mi mente. Siempre estaba paralizada del miedo mientras veía como las personas más amadas por mí se iban para no volver más.
Ya no.
Ya no iba a ser la misma persona cobarde de siempre. Ya no.
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MIL DEMONIOS ©
Paranormal"Los monstruos son reales, los fantasmas son reales también, viven dentro de nosotros y a veces, ellos ganan" -Stephen king Esas simples palabras pueden describir toda mi maldita vida. | TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. | HISTORIA COMPLETAMENTE MIA. |...