|FAMILIA

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«Recuerda de donde viniste»

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Al despertar me dirigí a la cocina para preparar algo de comer. Encontré cereal y leche, eso sería suficiente en cualquier caso. Me serví y me senté en la mesa.

No fuí capaz de verme al espejo, debía de tener ojeras y mi cuerpo se sentía cansado, adolorido.

Me quite la venda que cubría mi hombro antes de salir del cuarto. La herida seguía latente a pesar de que Eiden me la había curado en la noche, dándome vendas nuevas. Así que eso hice, cambié la venda.

Cada movimiento de mi brazo dolía y me oprimía el hombro, pero era soportable.

—Buenos días...—Yefri se acercó a la mesa sentándose en una silla.

Me levanté para servirle, pero alguien me lo impidió.

—Dejalo, Cade. Yo lo hago. Tu hombro esta mal, ten en cuenta eso—comentó Eiden trás de mí.

—No es como si me doliera mucho—mentí.

Eiden murmuró algo bajo que yo no alcancé a escuchar, pero no le dí mucha importancia.

Me volví a sentar en mi silla y miré a Yefri, estaba con su mirada perdida y carecía de la alegría que siempre tenía. Bajo sus ojos habían ojeras, dándole un aspecto cansado.

—Yefri—le llamé. Él volvió su mirada hacía mí de manera rápida, despertando de sus pensamientos.

—Dime—murmuró, regalandome una sonrisa afable.

No era triste, eso era un comienzo.

—¿Cómo te sientes hoy?—pregunté interesada.

Eiden apareció en el comedor con su desayuno servido, se sentó en una silla y colocó los dos desayunos en la mesa. Yefri agarró el suyo y él tomó el que le pertenecía para iniciar a comer.

—Me siento mucho mejor que ayer—se llevó una cucharada de cereal a la boca y siguió hablando después de un tiempo—Pensé demasiado en la noche... Nestor no era una mala persona así que debe de estar en un lugar mucho mejor que donde nosotros estamos, o al menos eso quiero creer. Y a él no le gustaría ser la razon por la cual lloro y por la cual me siento tan mal.., diría algo como: deja de llorar como niñito, no soy tu amante como para que llores por mí. Sí, diría algo así—soltó una breve risa—Por eso no me sentire mal y trataré de pasar de lo que sucedió, quedándome solo con sus recuerdos.

—Bien dicho, amigo. Solo hay que quedarse con lo mejor—murmuró Eiden mirando su cereal.

Terminé mi desayuno y me levanté para dejarlo en el lavavajillas. Me dirigí al comedor y me senté nuevamente en la silla.

—Dado que todos aquí tenemos ojeras y parecemos muertos vivientes, supongo que pasamos una mala noche—comenté.

—Sí...—susurraron al unisonó los dos.

Sonreí. Pero caí en cuenta de algo.

—Oigan, pero y sus familias, digo, ¿Saben dónde estan?

Yefri asintió y señalo a Eiden del otro lado de la mesa, para después seguir comiendo su cereal. Dirigí la mirada al castaño en busca de respuestas. Él dejo el cubierto en el cereal y me miró.

—Mi padrastro lo sabe. Es como mi padre y de él es esta casa. Le dije que necesitaba mis vacaciones y me dió la casa. Las madres de Yefri también lo saben y han llamado todos estos días para saber como estamos. Y sobre lo del hospital, todos estaban muy preocupados, pero entendieron que necesitabamos tiempo para superarlo así que nos dejaron venir.

—Ya veo...—murmuré. Sin embargo, aun tenia una duda.

Miré a Yefri, este pareció entenderme y dejó de comer para mirarme.

—Soy adoptado. Tengo dos madres y son muy buenas conmigo, de hecho, tengo mucha suerte de tenerlas.

—¿En serio? Yo no sabía eso. Aunque hay muchas cosas que no sé...

—Dinos, pregunta. Nosotros te respondemos todo—dijo Yefri trás volver a comer de su cereal.

En realidad solo tenía una pregunta en mi cabeza desde hace mucho tiempo y era el momento de hacerla.

—Núnca me creí el cuento de que me querían ayudar a dejar de estar sola. Díganme, ¿Por qué querían ser mis amigos?

Yefri miró a Eiden y este le devolvió el gesto, como preguntándose si estaría bien. Entonces fue Eiden quien respondió.

—Josh... Tu amigo, el que quedo en coma—murmuró—Es hermano de Nestor.

Me quedé helada. Sin saber como actuar.

—Nestor quería conocer a sus amigos, pero al investigarlos decubrió que todos estaban muertos. Excepto una, tú—continuó—Quería hablar contigo hace mucho tiempo y la verdad no era el único. No es un misterio que Yefri es muy curioso y se moría por saber porqué tanto misterio contigo. Y tampoco es de esconder el hecho de que estoy locamente enamorado de tí desde que llegaste a este pueblo. Así que sí, todos te queríamos conocer por una razon en especial... La cosa era, ¿Cómo hacerlo?

Espavilé varias veces tratando de analizar cada palabra dicha por Eiden. Él, por otro lado, miró nuevamente a Yefri y continuaron comiendo de su cereal como si lo que fuese dicho no era algo fuera de lo común.

Primero que todo, no esperaba que el hermano menor de Josh fuese el peli azul. Él si nos comentó que tenía un hermano menor, pero núnca nos dijó el nombre o cualquier otra información, solo que era alguien que lo volvía loco, pero que lo quería.

En mi rostro se extendió una pequeña sonrisa al acordarme de Josh.

—Un hermano menor por tan solo un año, ¿Eh Josh?—me reí mirando la mesa—Alguien que te volvía loco, muy insistente y muy impaciente, pero lo amabas. Creo que entendí. Tenía razon. Su hermano era un dolor de cabeza, pero un buen amigo, un buen hermano.

Primero Josh y ahora Nestor, ¿Cómo estarían sus padres? Deben de odiarme...

—Oye—me llamó Yefri, lo miré levantando mis cejas esperando que hablará. Caminó hacia mí y me dió un fuerte abrazo mientras me susurraba al oído:—Nosotros te queremos. A pesar de todo, nosotros te queremos, Cade.

Me regaló un beso en la mejilla y se separó de mí con una hermosa sonrisa, de esas que solo él sabía dar, capaz de impactar en cualquiera. Le devolví el gesto y colocó su mano en mi cabello, revolviendomelo y desordedandolo al instante.

Recogió su plato y se dirigió a la cocina. Entonces Eiden y yo quedamos solos.

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MIL DEMONIOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora