«La ignorancia a veces era el mejor camino»• • •
Frente a nosotros se ubicaba una cabaña, una hermosa cabaña detrás de las montañas en medio del bosque.
—Despertaré a los chicos—escuché.
Eiden se dirigió al auto y asusto a los chicos con un golpe en la cabeza, a lo cual ellos se quejaron.
Tanto el peli azul como Yefri me dirigieron una mirada rápida al estar a mi lado, acto seguido observaron la cabaña de enfrente.
—¡Sorpresa!—exclamé extendiendo mis brazos energéticamente mientras les regalaba una sonrisa falsa.
Ví como Yefri se dió dos palmadas en sus mejillas y cerró los ojos fuertemente para después abrirlos, regalando un suspiro al aire.
—¡Mierda! Creí que había sido un largo sueño—soltó.
Al mismo tiempo el peli azul hizo una mueca extraña desordenando su cabello con sus dedos.
—Esto quiere decir que todo esto es real... Bien, muy bien, ¿Y ahora que haremos?
Lo miré a los ojos acercándome y colocando mis manos en sus hombros en un gesto de comprensión, o al menos esa era mi intención.
—Ahora entraremos allí, veremos quien esta dentro, a quien me llamó y después de encontrar respuesta a cada pregunta nos iremos en paz.
Él apartó mis manos y retrocedió varios pasos frunciendo el ceño, parecía confundido y enojado.
—Idiota, por tu culpa estamos metidos en esto...—gruño—Pero no puedo odiarte ni enojarme contigo.
Le regale una pequeña sonrisa a lo que él respondió con otra.
—Yo sí me puedo enojar contigo. Así que no te emociones, Cade—dijó Yefri, achicando sus ojos—A menos de que no me robes mis manis estaremos bien.
Y me guiñó el ojo.
De mi garganta salió una fuerte carcajada que fue acompañada por la de los chicos.
—Veo que se divierten y acaban de llegar—esa voz era la del teléfono.
Mi sonrisa se borró, dirigiéndo mi mirada hacía la anciana frente a nosotros que se posicionaba en la entrada de la cabaña.
—Usted es la de la voz—dije.
Eso llamó la atención de los chicos que seguían un poco distraídos.
—Efectivamente, ahora pedire que entren lo más rápido posible.
Y desapareció de nuestra vista adentrandose en la casa.
Miré a los chicos, al igual que ellos tenía mi ceño fruncido sin saber que hacer. Fue Eiden quien decidió hablar.
—Digo que entremos.
Lo miré haciendo una mueca. Pensaba que diría algo mucho más inteligente.
—¿Qué?—preguntó al ver mi rostro—Necesitamos saber quién es ella, necesitamos respuestas, ¿Oh no?
Aunque quisiera protestar él tenía razón. Los chicos asintieron dándole a entender que estaban de acuerdo. Ahora solo faltaba yo, los tres me miraron esperando una respuesta.
—Esta bien, vamos—acepte, sonriendo.
Ellos asintieron y sin más, caminamos hacía la cabaña adentrandonos en ella.
Habían velas por todas partes aunque ya estuviese por amanecer. Tenía un aspecto ordenado y estaba ese hambiente hogareño que siempre añoré.
Entonces a mi mente llego la imágen de la anciana, ¿Quién era ella?
—¿Y esto?—preguntó el peli azul refiriéndose al nombre escrito en una hoja de papel pegada a la puerta de madera—Es mi nombre.
Los chicos se acercaron a mirar preguntándose lo mismo.
Avancé alejándome de ellos por algunos pasos en los cuales detalle otras puertas que tenían el mismo papel con diferentes nombres escritos, los cuales nos pertenecían.
¿Que significaba esto? Mi razonamiento decía que tenía que esperar a la anciana, sin embargo, mi paciencia se había acabado hace mucho.
Tomé entre mi mano el picaporte y abrí la primera puerta que tenía escrita el nombre de Yefri, notando que era una habitación.
Abrí la segunda puerta con el nombre de Eiden la cual también era una habitación; por último abrí la que tenía mi nombre, y esta no era la excepción.
Suspiré dirigiéndo la mirada hacía los chicos que tiempo atrás me habían preguntado qué era lo que hacía, y que ahora solo veían con su ceño fruncido las habitaciones frente a ellos.
El peli azul abrió nuevamente su puerta al darse cuenta de que eran simples habitaciones, pero al mismo tiempo fue el primero en atreverse a entrar.
—¡Ey! No hay nada extraño, son solo cuartos vacíos.
Al escucharlo cada uno entró en su respectiva habitación.
Lo primero que hice estando dentro de la mía fue tumbarme en la cama y cerrar los ojos. Estaba cansada de los últimos sucesos, produciendome sueño.
Ni siquiera quise preguntar porqué las habitaciones tenían nuestros nombres.
Tampoco quise indagar como una extraña alejada de la sociedad que nunca había visto sabía nuestros nombres.
No quise saber nada.
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MIL DEMONIOS ©
Paranormal"Los monstruos son reales, los fantasmas son reales también, viven dentro de nosotros y a veces, ellos ganan" -Stephen king Esas simples palabras pueden describir toda mi maldita vida. | TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. | HISTORIA COMPLETAMENTE MIA. |...