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«No se acerquen a desconocidos»

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La anciana respondió cada pregunta de parte de los chicos, principalmente ellos eran los más confundidos.

Les había explicado sobre los demonios o espíritus, como ella les llamó. También había hecho énfasis en que nunca les ganaríamos y en que ellos eran mucho más fuertes que un ser mortal, es decir, nosotros.

Eso me llamó la atención, ya que anteriormente en la llamada me había dicho que aquí estaríamos seguros.

Me levanté del mueble en el que estaba sentada y la señalé.

—Usted dijó que aquí estaríamos seguros—reclamé.

Ella hizo una mueca para después levantarse del taburete y desaparecer a paso lento hacía la cocina.

Una vez que quedamos solos en la comoda sala me volví hacía los chicos que seguían sentados frente a mí en el sofá, por lo tanto tuve que bajar un poco la mirada puesto que yo estaba de pie.

—Esto esta mal, ella me había dicho que aquí estaríamos bien—informé.

Yefri miró al peli azul que negó varias veces.

—No lo sé, Cade. Pero todo esta mal, no solo esto... Primero, núnca fuí creyente en estas cosas y mirá, ahora estoy aquí escuchando, creyendo en esto. Segundo, ví la cabeza de Adel, tú tía, yo núnca había visto una cosa así. Y tercero, estamos aquí, en casa de una anciana desconocida, sin informarle a nuestros padres... Esto esta muy mal.

Lo miré sin saber que decir. Él tenía razón, todo estaba mal, nada estaba bien. Ni siquiera sabíamos quién era la anciana o si era peligrosa, y sin embargo la escuchamos.

Suspiré fuertemente. Todo era un desastre.

—No perdamos la calma—mis ojos se dirigieron a Eiden—Es cierto que esto es una locura, pero aún así debemos seguir como estamos, sino, todos caeremos.

Tampoco supe que decir ante eso, él también tenía razón.

Los demonios irán matando todo a su paso, porque para eso estan en el mundo. Son seres llenos de odio y rencor que existen para causar dolor a los humanos.

—Responderé una última pregunta y será la tuya—me señaló con su dedo sentándose de nuevo en el taburete—¿Quién soy? Mi nombre es Gesbe. Soy una anciana encargada de cuidar a cada portal que nace en este mundo.

—¿Portal?—pregunté.

—Ay, pequeña, ¿En serio creés que lo que te esta sucediendo desde niña es solo una maldición?—suspiró—Todo estaba planeado, todo estaba escrito, tú estabas en la lista roja desde el principio de los tiempos.

—¿Lista roja?—preguntó Yefri sin poder entender.

—Efectivamente. Tú núnca podrás tener una vida normal, Arcadia.

Y en ese momento pude sentir el frío que recorría mi espalda, haciéndome temblar profundamente.

Pronto el aire comenzó a faltarme y mis piernas fallaron,causando que cayera en el piso de madera.

—¡Arcadia!—escuché a Eiden, el cual se colocó de cuclillas a mi lado.

Llevé mis manos a mi cuello. Estaba deseseperada por encontrar aire. No obstante pude respirar nuevamente en unos minutos, aunque dolía podía hacerlo.

Eiden me ayudó a levantarme y pronto estuvimos de pie.

Avatida, miré a los chicos que estaban frente a mí, petrificados como estatuas.

Allí estaba de nuevo el niño con el hilo y la tijera. Su rostro me mostró una horrible sonrisa antes de dar unos pasos hacía nosotros.

—Arcadia, Arcadia... ¿En serio pensaste que podías tener una vida normal? ¿Pensaste que ellos te dejarían viva?—la anciana me regaló una sonrisa retorcida y una mirada sarcástica.

El niño se acercaba abriendo y cerrando las tijeras a ritmo mientras que ladeaba la cabeza. Era como si disfrutará de aquello.

Mi respiración era errática, ¿Qué haría? Miré a mi lado, los chicos no se movían y parecían aún más aterrados que yo.

Escuché la carcajada de la anciana.

—¿Sabes qué le paso a este niño antes de morir? No importa, te lo diré. Su madre cosió su boca porque lloraba mucho, así que lo castigo haciendolo mientras que él estaba consciente—relato con una mirada desquiciada—Pero ahí no acabó, también le arrancó los ojos, ¿Increíble, cierto?—sonrió—¡Lastima que él no pudo soportar el dolor!

No apartaba la mirada del niño. Estaba solo a dos pasos de nosotros y ninguno era capaz de moverse.

—Ahora quiere que todos sientan ese dolor—continuó—¡Felicidades, ustedes serán sus siguientes víctimas!

El niño dió el último paso y acercó su tijera hacía Yefri en un movimiento rápido. Sin embargo, Nestor le empujó haciéndolo caer antes de que la tijera le tocase y así librarse de aquel ataque mortal.

—¡Corran!—gritó el peli azul.

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MIL DEMONIOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora