|HÉROE

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«Queria decirte que fuiste lo más cercano al hermano que nunca tuve»

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Ver morir a las personas es algo triste y doloroso, algo que núnca se olvidará. Y se hace presente en tu mente cada cinco segundos porque es un recuerdo inolvidable, pero... ¿Por qué se queda allí? Digo, debería de irse porque nos hace mal, porque nos causa dolor, sin embargo se queda en nuestras mentes como cualquier recuerdo más, pero sabemos que no es otro recuerdo más...

En todo este tiempo me dí cuenta que esos recuerdos dolorosos se quedan para hacernos recordar lo poco que dura la vida, lo poco que dura la felicidad, lo poco que dura la ignorancia, lo poco que duran los sueños... Quizás todo lo injusto esta programado para durar poco, y por eso, la vida dura tan poco tiempo.

—Cade, ven—fuí hasta donde Yefri que me ayudo a subir al auto.

Yo seguía herida, pero al menos no de gravedad, eso era algo bueno para considerar.

—Date prisa, Eiden. Arranca—el aludido hizo caso y aceleró.

Estabamos escapando.

Yo había estado allí hasta que la figura desapareció cuando una enfermera entró para revisarme, era comprensible la forma de actuar de ella al ver a un cuerpo apuñalado hasta morir.
Corrió y llamó a los demás médicos, las alarmas se encendieron; y como yo era la única que estaba allí, entonces yo debía de ser la asesina.

Casi me fue imposible escapar, pero me encontré con Eiden y Yefri en los pasillos, quizás también iban a visitarme. Estoy agradecida de que no fueron los tres al mismo tiempo.

Corrimos hasta lograr salir del hospital, movilizandonos en el auto de la mamá de Yefri, eso nos llevó a donde estamos. Cuando estuvimos lejos y notamos que la policía no nos seguía la tranquilidad hizo presencia en el auto.

—¿Qué carajos ocurrió ahí?—preguntó Yefri envolviendo mi hombro con una camisa que había encontrado en el auto. Fue cuando me acordé que estaba herida.

—Cade, dinos, ¿Dónde esta Nestor? Él debería de estar contigo—continuó Eiden.

Silencio.

Él seguía mirando la carretera pero de vez en cuando nos miraba a ambos por el espejo retrovisor.

Mis lágrimas volvieron a hacer prescencia y tuve que reunir toda mi fuerza de voluntad para hablar.

—Él esta... Él esta.., muerto.

Mi voz salió temblorosa pero no me importaba. Cubrí mi boca con mi mano derecha ocultando un sollozo. Cerré mis ojos fuertemente dejando que mis lágrimas descendieran y los volví a abrir.

Escuché el llanto silencioso de Yefri que estaba a mi lado en los asientos traseros y me volví hacía él para mirarlo, tenía la cabeza entre sus manos y sus codos estaban apoyados en sus rodillas.

—Esto... ¡Esto es una mierda!

Eiden detuvo el auto en seco, llevándonos a ser impulsados hacía delante y golpearnos con los asientos delanteros.
La carretera estaba solitaria así que no había problemas en hacer eso, sin embargo...

Abrió la puerta y salió del auto dejándonos solos. Lo ví irse hacía algunos arboles a la orilla de la carretera y perderse en ellos. Dudé en ir a verlo, pero a mi lado también alguien necesitaba ayuda.

Me acerque más a Yefri y lo abracé como pude, lloró más fuerte aún... No me quedaba atrás, verlo así también me hizo llorar a mí.

—... Nestor murió, Cade... Era mi amigo...—susurró con la voz temblorosa.

Solloze.

—Lo sé, también era el mío...

Ver esto era doloroso, sentir esto era doloroso, no poder apartarse era doloroso. Todo me parecía una completa mierda.

Quizás la muerte del peli azul duro poco porque también era algo injusto.

Sí, me gusta pensar de esa manera. Me gusta pensar que no se lo merecía.

Poco tiempo después llego Eiden y sin decir ni una sola palabra entró al auto y aceleró.

No sabía a donde nos dirigiamos pero tampoco era como si nos importará.

Un amigo acababa de morir.

—Nestor se fue—la voz firme de Eiden hizo presencia luego de algunos minutos en silencio—Sabemos que somos los siguientes. Así que haremos esto: iremos a la casa de verano de mis padres, queda a más o menos nueve kilómetros desde donde estamos y allí nos quedaremos.

—Esta bien—murmuró Yefri sin animo.

Entonces sentí como se derrumbaba nuevamente. Me abrazó fuertemente mientras lloraba en mi hombro como niño pequeño.

Cerré los ojos con fuerza al recordar el último momento del peli azul...

Mi amigo murió con una sorisa como todo un héroe.

Y mordí mi labio al recordar que no se lo merecía.

No quiero más héroes.

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MIL DEMONIOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora