MIL DEMONIOS ©

|MIEDO

«El dolor también es un arma de doble filo»

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De nuevo paralizada.

De nuevo temblando.

De nuevo con miedo...

Esa era yo.

Pero no podía ser la misma, ahora tenía que hacer algo para que la dejará. No quería ver más muertes. No queria ser la culpable de más muertes.

—...Arcadia...

Esa súplica siempre suena igual. Pidiendo ser salvada, pidiendo ayuda. Eso sonaba. Y esta vez, por primera vez, lo haría. Salvaría a alguien de sus garras.

Era una figura, no era humana. Su cuerpo era puntiagudo, aún más sus extremidades. Y en lugar de sus ojos, los cuales no tenía, habían dos hoyos llenos de oscuridad, profundos. No tenía boca, tampoco naríz.
Y entre sus manos tenía el cuello de Adel, mi tía, la cual forcejeaba lo más que podía para soltarse. Sin embargo, la figura ni se inmutaba.

Estaba pataleando, pronto quedaría sin aire. Me miraba a mí, tratando de hablar pero no podía.

Sus ojos expresaban terror, igual que los de Sofi, igual que los de mis amigos...

Cuando menos lo creí ya estaba en dirección hacía aquella cosa. Tenía miedo, no quería perder a alguien más. No quería perder a la única persona que había creído en mí.

Agarré lo primero que ví, el cuchillo. Lo tomé en mi mano y se lo clave a la figura, de inmediato soltó un chillido agudo que me molestaba.

Era increíble. Yo nunca en mi vida había hecho algo así. Nunca creí tener el valor suficiente.

Pensé que le había hecho daño, pero esa idea se fue a la cuneta cuando escuché su risa gruesa.

Me miró, partiendo su rostro en dos, de manera horizontal.
Estaba sonriendome.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Saqué el cuchillo y dí varios pasos hacía atrás, ¿Qué haría?

—El tiempo.., se acaba... Llegó su turno, Arcadia...

Y volvió a mirar a su víctima realizando más presión en su cuello. No sabía que hacer, miré el cuchillo entre mis manos temblorosas.

Estaba llorando.
Mi tía gritaba de dolor, tal vez ya no sentía que podía respirar. Sin embargo, seguía forcejeando.

¿Qué haría? ¿Que haría yo para salvarla? ¿La dejaría morir?

Mi vista estaba nublada por las lágrimas y las limpié bruscamente con el dorso de mi mano. Tenía que hacer algo, a ella no le quedaba tiempo.

¿Que hay de malo contigo?

Recordé lo que ella me había preguntado, entonces fue cuando noté que todo estaba mal conmigo.

Él lo había dicho, se me acababa el tiempo. Pronto me matarían y tal vez, eso sería lo mejor. Pero no me gustaría morir en sus manos, así que porqué no morir en mis propias manos.

Ellos empezaron por medio de mí, y terminarían por mí.

Agarré el cuchillo con más fuerza y sin esperar más, lo dirigí hacía mi estomago.

Recuerdo que aquella figura desapareció.

Recuerdo que Adel cayó al suelo inconsciente.

Recuerdo haber visto sangre, mucha sangre.

Recuerdo las luces, muchas luces... Muchas voces, paredes blancas...

Lo siento, tía. No te merecía.

Lo siento Eiden. No podré ir a tu fiesta.

4 AÑOS ATRÁS...

—¡Todos al agua!—grité en medio de carcajadas.

Alguien me empujó, fue Yeni. Ella me había empujado y luego cayó conmigo.

—¡Ey, Ardi! Mira esto—gritó Josh antes de lanzarse de clavado en el lago.

Todos reímos con él cuando salió a la superficie.

—Te apuesto a que nadie lo hace.

Yo le miré desafiante, dirigiéndome hacía la orilla. Salí del agua y respiré profundo.

—¡Así es amiga! ¡Tu puedes!—grito Yeni con ambas manos alrededor de su boca, animandome.

—¡Ten cuidado, bruja!—gritó Adrian.

—¡No me responsabilizó de nada!—advirtió Josh mirándome.

Reí, no era mi primera vez haciendo un clavado.

Retrocedí varios pasos y cuando creí que era suficiente tomé carrera y llegando a la orilla, salté.

Cuando salí a la superficie Josh y Adrian estaban discutiendo cual clavado fue el mejor mientras Yeni se reía de ellos.

Recuerdo haber anhelado que aquel trozo de felicidad durará toda la vida.

Pero eso acabó esa misma noche.

También lo lamento, amigos... No me arriesgué por ustedes.

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