«No era la única que tenía una historia triste que contar»• • •
Habíamos llegado a la casa de verano de los padres de Eiden.
En completo silencio bajamos del auto y esperamos a que él abriera la puerta. Al hacerlo se perdió detro de la casa y nosotros le seguimos.
Yefri, que parecía conocer el complejo, se perdió entre los pasillos y no lo volví a ver en toda la noche, igualmente paso con Eiden.
Ingresé a una de las tantas habitaciones y me tumbé en la cama cerrando los ojos con fuerza. Suspiré ruidosamente y abrí los ojos mirando hacía el techo.
Mi calma fue interrumpida por un sonido bajo que provenía de afuera.
Me levanté de la cama y me acerque a la ventana buscando de donde provenía aquel ruido, pronto lo ví.
Allí, apoyado en el tronco de un arbol estaba Eiden, llorando con fuerza, sin importarle el ruido que hiciera, preso del dolor. Se dejo caer en la tierra, apoyando su espalda en el tronco; sus rodillas estaban recogidas y sus brazos reposaban en ellas. Su mirada estaba perdida en la lejanía y de ella descendían lágrimas.
De solo verlo me causo tristeza. Eiden era seguro de sí mismo y era una persona que no le gustaba preocupar a las demás, por ello siempre trataba de ser el más firme en cada situación. Sin embargo, el también era humano.
—Sigue allí, ¿Eh?—la voz de Yefri me hizo sobresaltar.
Me volví hacía él al instante.
Se sentó en la cama y apoyó sus brazos en sus piernas mirando hacía el suelo.
Volví a ver a través de la ventana, Eiden seguía allí, llorando.
—Nos preocupamos cuándo te llevamos al hospital y no reaccionaste. Nos preocupamos cuándo hicieron todo lo posible y no despertabas. Nos preocupaste cuando no lo hiciste al primer segundo y tercer día. Y aún más cuando paso la semana...—pausó—Dormimos en el hospital esa semana y al octavo día despertaste. El doctor nos informó.., nos colocamos muy felices, al fin habías despertado. A Nestor se le ocurrió darte una sorpresa, sus buenas noticias, así que se dió prisa en ser el primero en verte, te iba a decir que sus padres no se iban a divorciar.
Terminó de hablar, envuelto en recuerdos que le hicieron caer en lágrimas nuevamente. No hizo el esfuerzo de limpiarse el rastro húmedo que tenía ni tampoco apartaba su mirada del suelo.
A este punto yo estaba llorando en silencio. No sabía que decir, me había quedado sin palabras.
El peli azul lo único que quería era compartir su felicidad conmigo. Mierda, tenía toda una vida por delante.
—Tú me reconfortaste a mí—me miró y desvío su mirada hacía la ventana—, pero a él no. Se hace el fuerte ante todos, Cade. El toma la labor de hacernos sentir fuertes a nosotros...—sonrió—Te veía todos los días y pasaba horas contigo y le afecto más saber que estabas inconsciente por protegerlo. Se sintió mal y de vez en cuando lo veía llorando a tu lado en la camilla. Esta compartiendo tu peso, tal y como dijó, tal y como dijimos, y lo hacemos porque te queremos, eres nuestra amiga.., pero para él eres mucho más. Créeme, mucho más.
Se levantó de la cama y se acercó a mí, para después envolverme entre sus brazos. Me regaló un beso en la mejilla acompañado de una triste sonrisa que no llegó a revelar sus dientes, se limpió las lágrimas y salió del cuarto en silencio.
Miré nuevamente hacía la ventana, él seguía allí. Entonces tomé la decisión de ir.
Salí de la habitación y de la casa para llegar a donde él. A medida que me acercaba lo ví desviar la mirada hacía el frondoso bosque.
Me senté a su lado en la tierra y apoye mi espalda en el tronco del arbol. Nuestros hombros se tocaban y nuestra mirada estaba en el mismo punto indefinido.—Lo siento mucho...—susurré.
Eiden no contestó, se quedo en completo silencio hasta que habló después de dos minutos.
—No te disculpes más, Cade. No hagas como si todo fuese tu culpa—murmuró sin mirarme.
—Nestor no merecía morir.
—Pero Nestor no fue el único, ¿Cierto, Cade?—inquirió con voz monótona y mirada perdida.
—No, no lo fue. Adel tampoco lo merecía, ni Sofi o Yeni. Josh no tenía que caer en coma...—susurré con la voz temblorosa—Y Adrian dejó a su hermana pequeña. Él tampoco lo merecía.
Otro silencio se instalo entre nosotros.
—Nadie merece lo que le sucede si no es intencional. Y todos moriremos algún día, es algo programado. Pero saber eso no alivia las penas y eso es lo que lo hace interesante.
Sonrió, una sonrisa que no llegó a sus ojos y que representaba el dolor que sentía. Cerró los ojos con fuerza y sollozó, un par de lágrimas descendieron por sus mejillas y me volteó a mirar, fue la mirada mas desoladora que ví.
—Yo solo quiero mantener cerca a las personas que amo... ¿Qué tiene eso de malo?
Y se rompió en llanto.
Él quería lo mismo que yo.
Quería permanecer con las personas que amaba y eso no tenía nada de malo.
Lo dirigí hacía mí.
—Todo estará bien...—susurré.
Él se aferró a mí y sollozó desconsolado. Le había dicho las palabras que yo quería escuchar durante toda mi vida, las palabras más simples pero más importantes, incluso aunque fuesen mentira.
Esa noche descubrí que Eiden perdió a su padre antes de nacer y perdió a su madre por el cáncer en la semana que yo estaba inconsciente.
También supe que si Eiden seguía siendo Eiden era porque su hermano mayor le hizo prometerle que sería feliz a pesar de los altibajos, claro que esta promesa fue dos horas ántes de suicidarse en su habitación y que él mismo Eiden de tan solo nueve años lo encontrará sin vida, cosa que él no sabía y llamó a su madre inocentemente que al verlo pidió una ambulancia y apartó a su hijo menor de la escena.
Esa noche me dí cuenta que el chico de excelentes calificaciones, que pasaba haciendo fiestas, que era el más que sociable y contaba con amigos de verdad... No era más que otro chico roto por la vida.
Como yo.
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MIL DEMONIOS ©
Fantastique"Los monstruos son reales, los fantasmas son reales también, viven dentro de nosotros y a veces, ellos ganan" -Stephen king Esas simples palabras pueden describir toda mi maldita vida. | TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. | HISTORIA COMPLETAMENTE MIA. |...