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«En un santiamén me arrepentí de mis decisiones»

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11:00 PM

Mi estomago dolía de tanto reír.

Todos estabamos en una ronda, sentados en el suelo mientras jugábamos.

Hace dos horas atrás, Nestor me había llevado a cada juego que estaban practicando en la casa. Me divertí mucho y bebí poco, de hecho, me parecía sorprendente que ninguno en la casa pareciera llevado por el alcohol, es decir, borracho. Todos estaban en sus cinco sentidos por suerte.

Reí cuando a Eiden le tocó beber todo el líquido de su vaso.

Sí, Eiden y Yefri también estaban con nosotros en la ronda, después de vernos recorrer los demás juegos se quisieron sumar a nuestra pequeña aventura.

Hacía tiempo que no me divertía tanto, hasta que algo en mi sudadera comenzó a vibrar.
Saqué mi celular y me levanté del suelo, luego salí de la casa a paso rápido puesto que no podía descolgar la llamada en un lugar donde la música estuviese muy alta, no escucharía en lo absoluto.

Una vez fuera de la casa me apresure en descolgar la llamada y responder.

—¿Tía? ¿Hola?

¡Arcadia! Me tenías preocupada, linda. Dime, ¿Como esta yendo todo?

—Esta bien, digo, todo esta bien. No ha pasado nada, ya sabes.., extraño.

Ella suspiró al escucharme. Era algo raro que se preocupará por mí o que pensará en mí.

—Me alegro de haber escuchado eso, ¿Te estas divirtiendo?

Miré hacía atrás. No pude evitar sonreír.

—Sí... Hace mucho tiempo que no me sentía así.

Adel se quedó en completo silencio por unos segundos.

—Arcadia, escucha, yo...

—¡Cade! ¡Cade!—llamaban.

Me giré para ver a Eiden caminar hacía mí a paso rápido junto con el peli azul y Yefri. Sonreí.

—Tía, escucha, después me cuentas, ¿Bien? Los chicos me llaman.

—...Esta bien, Ardi—y colgó.

Tal vez debí seguir escuchándola. Tal vez lo que me quería decir era muy importante; y si era así, entonces me arrepentiría el resto de mi vida.

—Oye, ¿Estas bien?—me sobresalté al escuchar a Yefri detrás mio.

Me volví hacía ellos.

—¿No deberían de estar en la fiesta?

—Sí, sobre eso...—El peli azul posó su mano en su nuca y miró hacía otro lado—Ya se acabo, todos se fueron.

Me sorprendí al escuchar eso, sin embargo Eiden no me dió tiempo a responder.

—Ya es tarde, deberíamos llevarte a casa, Cade—posó su brazo sobre mis hombros y me miró esperando una respuesta.

—Él tiene razón. Vamos a llevarte a casa.

Asentí hacía el peli azul y guardé mi celular en el bolsillo de la sudadera.

Cuando pasamos por la casa pude ver qué todo estaba en completo silencio, pero también había un inminente desastre.

Ibamos de camino a la camioneta cuando sentí como todo mi cuerpo se volvía frío y empezaba a temblar.

Sabía lo que significaba. Miré hacía adelante, me había quedado atrás mientras que los chicos seguían caminando en dirección a la camioneta. Tenía que sacarlos de aquí, no podía permitirme que algo les pasará.

—Chicos.

Ellos se volvieron hacía mí, esperando que les hablará, no obstante, las palabras no salieron... Escuché unas pisadas detrás mio que se iban acercando lentamente, eso hizo que me despertará de mi estado de shock.

—Arcadia, ¿Qué pasa?—preguntó Yefri, dispuesto a acercarse, pero se detuvo al ver mi mano extendida.

—¿Escuchan eso?

Eiden frunció el ceño visiblemente confundido. Sacó sus manos de los bolsillos y habló.

—¿Qué? Arcadia, vamos.

Lo miré. Todas las casas estaban apagadas y las calles solo eran iluminadas por las farolas solitarias.

Las pisadas se detuvieron y supe entonces que ellos nunca se habían ido, solo estaban esperando el momento correcto.

—Esta bien, vamos a casa. Pero vámonos rápido de aquí, ¡Corran!

Corrí hacía la camioneta pasando de ellos, los cuales me imitaron rápidamente. Eiden encendió el auto y aceleró a toda prisa.

Yefri fue el primero en hablar.

—¿Qué fue eso? ¿Qué carajos paso ahí?—me preguntó.

Miré hacía atrás, nadie nos seguía, sin embargo, la sensación de miedo y de horror no se iba.

Esto no había terminado.

—¡Arcadia! Te estamos hablando, ¿Qué pasó allá? Necesitamos respuesta—habló el peli azul.

—Al parecer todos necesitan respuestas en estos días—murmuré con evidente sarcasmo, ganandome una mirada seria de los chicos.

Suspiré. ¿Qué les digo? No les puedo decir la verdad, al fin tenía amigos y si comentó algo de lo que esta pasandome desde que tengo memoria quizás los pierda.

—Cade, solo queremos una explicación para ello—intervino Eiden con una voz suave y llena de calma, sin dejar de mirar la carretera.

—¡Yo...! ¡No lo sé!—solté—Solo sentí que debíamos correr...

Los chicos no dijeron nada más, cosa que me produjo tranquilidad.

Una vez llegamos Eiden aparcó frente a la casa de mi tía. Baje rápidamente del auto sin siquiera despedirme. No me sentía bien, no se sentía bien, la sensación de horror no pasaba, por alguna razón no me calmaba completamente.

Abrí la puerta con la llave escondida en la matera y caminé adentrandome en la casa.

—¡Tía! ¡Tía Adel!—llamé.

Encendí la luz de la casa eh inmediatamente miré a mi alrededor, todo estaba hecho un desastre.

Me asusté en cuanto ví el suelo que estaba manchado por un rastro de sangre, siguiéndolo rápidamente hasta mi habitación.
Al abrir la puerta caí de rodillas al suelo mientras mis ojos captaban la imágen más horrorosa de toda mi existencia.

Sobre mi cama, en un charco de sangre, estaba la cabeza de Adel.

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MIL DEMONIOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora