|RECUPERACIÓN

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«Por primera vez el dolor paso a segundo plano»

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Mis parpados pesaban. Sentía dolor por todo mi cuerpo y en mi cabeza solamente habitaba un insistente pitido.

Escuchaba a varias personas hablando, ¿Quienes eran?

—...perdió mucha sangre, pero esta estable, no se preocupe, pronto despertará.

No reconocía esa voz. Nunca la había escuchado.

—Espero que despierte pronto... Gracias, doctor.

En cambio, esa la reconocía muy bien, era mi tía.

Quise abrir mis ojos y decirle que estaba bien, que no se preocupará, pero.., no podía, yo no podía. Mi cuerpo simplemente no respondía.

¿Eso que significaba? ¿Estaba bien? Digo, la estaba escuchando, era su voz, ¿Ella...? ¿Ella estaba bien? ¿Yo la había salvado? ¿En serio lo logré?

De repente estaba feliz. Puede ser que mi cuerpo dolía por montones, pero ella estaba bien, estaba viva y yo la había salvado.

—Doctor, ¡Doctor!—escuché los llamados de mi tía, parecía desesperada. Luego escuché pasos rápidos—¿Que le sucede? ¿Esta...? ¿Esta bien?

Estuvieron un segundo en silencio, pero el doctor se encargó de romperlo.

—Todo parece estar bien. Parece consciente, seguramente la esta escuchando... Tranquila, señorita Previs, su sobrina despertará pronto.

No sé si habrán dicho otra cosa, lo único que sentía era un dolor insistente que al final termino por acabar con mi conciencia.

•  •  •

—Esta despertando...

Abrí mis ojos lentamente, sin embargo los cerré nuevamente por el fuerte cambio de colores vivos.

Una vez acostumbrada a la luz que se colaba en la habitación decidí observar a Adel; Tenía ojeras y su piel carecía del brillo que tenía antes, estaba débil, ¿Cuantos días ha estado aquí?

Pasé mi mirada por toda la habitación, seguía en el hospital.
Lo único inusual que note era la cantidad de regalos que había al lado de la camilla, en el suelo y en la mesita de noche que estaba a mi lado; en la mesita se encontraba un gran peluche y en el suelo, un monton de globos y dulces... ¿Pero qué era aquello?

—¿Cómo...?—me detuve debido a la tos que me invadió.

Adel, que me estaba mirando sin decir nada, me pasó un vaso lleno de agua.

—Toma—lo agarré dirigiéndolo a mi boca—... Tranquila, tómatelo despacio. Tu garganta debe de estar seca.

Me sonrió. Pero aquella sonrisa era triste, y tal vez, tranquilizadora. Ella estaba cansada, demasiado cansada.., y todo por mi culpa.

Terminé de beber lo último que quedaba del líquido y aparté el vaso de mí, colocándolo en el pequeño espacio que sobraba en la mesita de noche. Entonces decidí hablarle, miré mis manos.

—Yo...—aclaré mi voz—.., lo siento—la miré—En verdad lo siento. Lo siento mucho.

Empecé a ver matices, estaba a punto de llorar aquí frente a ella.
Sin embargo, la sorpresa fue grande cuando sentí sus brazos  envolverme y escuché sus sollozos, sintiendo como sus mejillas humedecian mi hombro.

—Shhh.., no digas nada. Estoy realmente feliz de que estes bien...

Y la abracé mientras ambas llorabamos.

Sé que esto acabará, pero este pequeño momento de felicidad lo deseó disfrutar lo más que pueda.
Hacía mucho que alguien se preocupaba por mí, que alguien en serio le importara, que alguien creyera en mí. Sin saberlo, mi tía se había vuelto en mi ser más preciado en esta vida.

Después de algunos minutos nos separamos, ella limpió sus lágrimas con sus manos y yo limpié las mías. Al quitar todo rastro de lágrimas de nuestros rostros ella sonrió y retrocedió para sentarse en el mueble.

—¿Estás bien?—rompí el silencio.

Ella asintio rápidamente mientras trataba de darme una sonrisa tranquilizadora.

—Sí... ¿Sabes? Yo debería de hacer esa pregunta—soltó una pequeña risa.

—Creo que no lo haces porque es muy obvia la respuesta.

Adel dejó de sonreír mirando hacía el suelo, lo siguiente que hizo fue observar el montón de regalos.

—Fueron tus amigos.

Sonreí tristemente mientras negaba.

Ay, tía, si tan solo supieras que tu sobrina es una perdedora sin amigos...

—¿Quiénes eran?—pregunté, evitando información.

Quizás se equivocaron de habitación.

—Eran varios chicos, muy guapos, eh. Pero no me acuerdo de los nombres.., sin embargo, había uno en especial que se quedó por más tiempo, muy amigable por cierto; Eiden, ese es su nombre.

Fruncí el ceño, ¿Eiden? Si él era uno de los chicos, entonces Yefri y Nestor también habían estado visitandome. Pero yo nunca me había hablado con aquellos chicos a excepción de la invitación sobre la fiesta.

—Creo que vendrán hoy, podrás hablar con ellos si quieres. Me emociona que al fin tengas amigos. En serio se veían preocupados, han estado visitandote desde el lunes.

La miré sin saber que decir, ¿Le decía la verdad? ¿Desde el lunes? ¿A que se refería?

—Yo ire a ver al doctor, seguro y te dará el alta mañana, y si no, lo trataré de convencer. Ya quiero salir de aquí...—hizo una mueca y sonrió, se acercó a mí dándome otro abrazo y se apartó de prisa para buscar al doctor.

Quedé sola en la habitación, pero aún así me sentía acompañada.

En la esquina estaba una anciana sujetando un bastón con sus manos temblorosas. Me observaba sin parpadear, este era el momento justo para acabar con mi vida y ella lo sabía. No obstante, levantó el bastón y me señaló con el.

—El tiempo se acaba, muy pronto morirás, y ella no se salvará...

Y desapareció.

Mi corazón latía de prisa, mierda, iban por Adel y por mí, pero.., si mi tiempo se agotaba no pensaba acabar con una vida tan miserable como esta. Es hora de dejar de sentirme como una mierda.

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MIL DEMONIOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora