3. Piloto.

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Desperté a la mañana siguiente a causa del ruido que venía desde fuera de mi habitación; al principio lo ignoré por pereza, pero a los pocos minutos recordé el huracán de anoche y salí de la cama de un salto. Fui directa hacia la ventana, desde donde vi lo que Agatha había hecho a Outer Banks.

— Jo-der —. Dije para mí misma. Rápidamente me moví hacia el armario, donde cogí algo de ropa y me la puse corriendo, me adecenté un poco el pelo y corrí escaleras abajo para salir al jardín, donde estaba mi padre con algunos trabajadores — ¡Papá! —. Al oír que le llamaba, se giró hacia mi.

— Eira, ¿qué te pasa? —. Cuestionó al verme tan activa — No te he visto tan activa en años, y menos a primera hora de la mañana.

— Será por el huracán, ¿puedo ayudar en algo? —. Pregunté, mi padre puso cara de no entender nada.

— ¿Por qué quieres ayudar? Tú nunca quieres ayudar —. Comentó.

— Uno; eso es mentira. Y dos; quiero salir esta noche con Sarah, iré a verla, a ver si está libre y me puede enseñar esto —. Respondí con cara de corderito degollado.

— Ya decía yo que había gato encerrado —. Reflexionó un par de segundos antes de volver a hablar — Vamos a hacer una cosa, limpias el muelle y revisas el barco; si terminas eso, puedes hacer lo que quieras —. Dijo finalmente.

— ¡Genial! Gracias, papá —. Nada más terminar de hablar fui dentro de casa a coger unas bolsas de basura, para después dirigirme hacia el muelle y comenzar a recoger el desastre que tenía ante mi.

Había ramas caídas por todas partes, por no mencionar los innumerables ratones que había correteando por el lugar, mientras, las gaviotas sobrevolaban el lugar al acecho. Era el ciclo de la vida.

Comencé a recoger ramas caídas y a quitar la basura que se había acumulado entorno al barco y el muelle.
Tras hacer esa larga tarea, comprobé que el barco estuviera bien y me dirigí de vuelta a casa; donde subí a mi habitación a adecentarme, ya que me había pegado una buena sudada arreglando el muelle.
Estaba concentrada buscando algo que ponerme cuando mi madre irrumpió en mi cuarto.

— Me ha dicho tu padre que vas a salir con Sarah —. Comentó mirándome desde el marco de la puerta.

— Voy a hablar ahora con ella, no sé si estará libre —. Respondí sin mirarla.

— ¿Y a dónde pensáis ir?

— No lo sé, te acabo de decir que no tengo ni idea de si está libre o no —. Sabía que me estaba observando como las gaviotas a los ratones hacía un rato.

— Anda, ve con cuidado y no nos des un disgusto —. Pensé que tras decir esto se iría, pero tuvo que soltar la bomba antes de hacerlo — No te vaya a pasar como Aaron.

Escuché sus tacones resonando por el pasillo, eran como las agujas de un reloj, segundo a segundo.
Me quedé en shock y dispersas imágenes vinieron de golpe a mi cabeza, hasta que solo me pude centrar en un recuerdo.

¡¿Es que nunca vamos a poder vivir en paz o qué?! —. Gritó — ¿¡No te das cuenta de lo que nosotros sufrimos por tu puta culpa?!
— ¡Como no cierres la boca vas a saber lo que es sufrir!
— ¡Parad ya, por favor! —. Grité mientras las lágrimas caían por mis mejillas.

Una vez más, los ojos se me aguaron y un nudo se formó en mi garganta; siempre iba a ser mi punto débil.
Sentí que me hacía pequeña, las piernas no me sujetaban; caí.
Abracé mis piernas y me encogí queriendo desaparecer de allí.

[...]

— Eira, tienes visita —. Dijo mi padre entrando por la puerta, yo tan solo asentí desde el suelo — Es Sarah, ha venido a buscarte para ir a una fiesta, la digo que suba para que te ayude a elegir algo que ponerte, que conociéndote vas a ir como si fueras a un funeral.

¿El paraíso o el infierno?||Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora