10. El Royal Merchant.

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Al despertar preparamos el dron y tomamos rumbo hacia donde supuestamente se encontraban los restos del Royal Merchant. Se podían sentir los nervios de todo el grupo, esto era importante para John B, pero el resto también había hecho que también lo fuera para sí mismos.

Durante el trayecto no hablamos demasiado, como era obvio. Yo me dedicaba a observar las vistas y sentir la libertad que se podía respirar en mitad de la nada. De vez en cuando miraba al rubio, a quien muchas veces pillaba observándome fijamente.
Sigo sin hallar una respuesta para esos actos.

— ¡Bueno, JJ, echa el ancla! —. Dijo en un determinado momento John B — Ya hemos hablado de esto, Eira y JJ a los controles, Kiara a la cuerda y Pope al manejo del dron. Podemos hacerlo.

El rubio echó el ancla y paró el motor, yo me encontraba a su lado esperando poder hacer algo pronto. John B metió el dron en el agua y murmuró algo sobre ser un kook, pero desde donde yo estaba no se escuchó del todo, ya que había bastante aire.
Pope controlaba el pequeño vehículo, mientras que Kiara iba informando de cuántos metros había bajado este.
El de pecas nos iba dando indicaciones, las cuales nosotros seguíamos, JJ se encargaba del timón, mientras que yo de las marchas y de echar una mano al rubio para que lograra guiarse.

— 30 metros —. Avisó la morena.

De repente Pope dio un brinco en su sitio, por un momento pensé que había visto el barco, pero no fue así.

— No me hagas eso, tío —. Se quejó JJ. El moreno se disculpó repetidamente antes de citar unas frases del Hobbit.

— Bajando bajando al pueblo de trasgos, bajando bajando vas tú, muchacho.

— 120 metros —. Nos volvió a informar Kiara — La marea cambia.

— Oye, chicos, 10 segundos, con calma, sur-sureste —. Nos dijo John B.

— ¡Entendido! —. JJ me miró y yo asentí, tenía claras las indicaciones del de pecas. Comenzamos a virar el barco y de nuevo recibimos órdenes.

— 20 segundos, velocidad media, sur.

— ¡Recibido! —. Dije yo. Comencé a cambiar la velocidad, el rubio a mi lado estaba ocupado en su labor. Eché un vistazo al frente y vi unas negras nubes de tormenta acercándose peligrosamente hacia nosotros — Hay que joderse... —. Murmuré, haciendo que mi compañero mirara hacia donde yo lo hacía.

En ese pequeño momento de distracción, el barco se sacudió a causa del potente oleaje, haciendo que yo me desequilibrara y tropezara. Para mí suerte, JJ me sostuvo. Le miré algo avergonzada, ya que él se había sujetado a duras penas contra la pared.

— ¿Estás bien? —. Cuestionó mirándome.

— Sí, lo siento —. Respondí volviendo a mi puesto.

— Chicos, no lo mováis —. Avisó John B — Vamos a volcar.

— ¡280!

— ¡Gira en dirección nor-noroeste, 10 segundos! —. Gritó de nuevo el de pecas hacia nosotros. El timón estaba duro a causa de la fuerte marea, así que me junté a mi amigo y le ayudé a mover el barco, apoyando mis manos sobre las suyas y haciendo fuerza — ¡Sur-suroeste, a tope! ¡Velocidad media! ¡Mantened el rumbo! —. Tras un rato volvió a hablar — ¡Reduce un cuarto!

Hicimos lo que el de pecas nos mandaba, no era un trabajo sencillo. Una vez estuvimos encima de los restos del barco, esperamos alguna señal afirmativa de nuestros amigos.

— Por el amor de dios... —. Escuché que decía Pope.

— ¿¡Veis algo!? —. Gritó JJ hacia los tres.

¿El paraíso o el infierno?||Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora